Jóvenes mozambiqueños de distintas religiones gritan con Francisco por la reconciliación - Alfa y Omega

Jóvenes mozambiqueños de distintas religiones gritan con Francisco por la reconciliación

Francisco los invita a no resignarse, a no caer en la ansiedad y a trabajar juntos «en ese empeño artesanal y a veces costoso de tender puentes, de construir una paz que sea buena para todos». Puso como ejemplo a dos grandes deportistas del país: el futbolista Eusebio y la atleta María Mutola

Fran Otero
Un momento del encuentro interreligioso con jóvenes. Firma: AFP/Tiziana Fabi

Al Papa Francisco le gusta encontrarse con los jóvenes. Se le nota cuando lo hace en cada viaje apostólico. No fue menos en Maputo, en las instalaciones deportivas de uno de los clubes más importantes del país, el Maxaquene, donde le esperaban miles de jóvenes de distintas religiones. Le recibieron al grito de «reconciliación» –el país vive horas decisivas para acabar con un conflicto fratricida que no ha conseguido resolverse del todo– y le agasajaron con bailes y cánticos.

El Papa apenas se salió del discurso que tenía preparado –quizá porque no quería dejar de hablar portugués–, aunque se puso cerca un intérprete para que tradujese aquello que pudiese improvisar. En algunas ocasiones no hizo ni falta. Como en uno de los momentos álgidos del encuentro, cuando Francisco pide a los jóvenes que vuelvan a gritar por la reconciliación. Al unísono, con una sola voz, lo hiceron por tres veces. «Vosotros juntos –así como os encontráis ahora–, sois el palpitar de este pueblo, donde cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la historia, una página llena de esperanza, paz y reconciliación. ¿Queréis escribir esta página?», les dijo.

En este punto, Francisco los alentó a realizar sus sueño, a poner su granito de arena para resolver los problemas del país y les advirtió antes dos actitudes «que matan los sueños y la esperanza: la resignación y la ansiedad». «Son grandes enemigas de la vida, porque nos empujan normalmente por un camino fácil, pero de derrota, y el precio que piden para pasar es muy caro. Se paga con la propia felicidad e inclusive con la propia vida. ¡Cuántas promesas de felicidad vacías que terminan truncando vidas!», añadió.

El ejemplo del deporte

Para ilustrar la importancia de la perseverancia y la no resignación, recurrió a dos héroes deportivos locales: el futbolista Eusebio da Silva, la leyenda del fútbol mundial conocida como la pantera negra, y la atleta María Mutola. Del primero afirmó que «las severas dificultades económicas de su familia y la muerte prematura de su padre no pudieron impedir sus sueños; su pasión por el fútbol lo hizo perseverar, soñar y salir adelante, ¡y hasta llegó a hacer 77 goles para este club de Maxaquene! Su sueño y ganas de jugar lo lanzaron hacia delante, pero tan importante como eso fue encontrar con quién jugar». También le sirvió de pretexto para recalcar la importancia de trabajar en equipo, de permanecer unidos «más allá de las diferencias, buscando siempre la ocasión para realizar los sueños por un país mejor, pero juntos».«Si logramos buscar puntos de coincidencia en medio de muchas disidencias, en ese empeño artesanal y a veces costoso de tender puentes, de construir una paz que sea buena para todos, ese es el milagro de la cultura del encuentro», añadió.

De Mutola recordó que consiguió la medalla de oro olímpica en sus cuartos Juegos: «Aprendió a perseverar. La ansiedad no la hizo ensimismarse; sus nueve títulos mundiales no le hicieron olvidar a su pueblo, sus raíces, y sigue cerca de los niños necesitados de Mozambique. ¡Cuánto nos enseña el deporte a perseverar en nuestros sueños!».

También recomendó a los jóvenes que no se olviden de sus mayores, porque ellos, dijo, «os pueden ayudar a que vuestros sueños y aspiraciones no se sequen, no los tire el primer viento de la dificultad o la impotencia; ellos son nuestras raíces».

En la parte final de su intervención volvió algunas de las cuestiones a las que había hecho referencia en el encuentro con las autoridades y la sociedad civil: el acuerdo de paz firmado el mes pasado, un proceso en el que «los jóvenes están llamados a participar»; la necesidad de cuidar la casa común; o la solidaridad con los afectados por los ciclones de marzo y abril pasados.

Terminó con una reflexión, que no es más que la plasmación del diálogo interreligioso: «Dios os ama, y en esa afirmación estamos de acuerdo todas las tradiciones religiosas. Ese amor de Dios es sencillo, casi silencioso, discreto: no avasalla, no se impone, no es un amor estridente u ostentoso. Sé que vosotros creéis en ese amor que hace posible la reconciliación; porque creéis en ese amor estoy seguro que tenéis esperanza, y que no dejaréis de andar con alegría los caminos de la paz».

Encuentro con Scholas

Además de este encuentro interreligioso, el Papa se pudo ver antes de comenzar su agenda con 20 estudiantes venidos de distintas ciudades en representación de los 2.700 que participan en las actividades de la fundación pontificia Scholas Occurrentes. Los jóvenes trasladaron a Francisco las problemásticas que más les afectan y los proyectos que están proponiendo en sus comunidades.

Constantino, de 15 años, que participa como formador en la iniciativa FutVal en Magunze se mostró emocionado por la oportunidad de saludar al Papa: «Agradezco al Papa Francisco por el proyecto tan bonito de Scholas y le pido que más programas puedan llevarse a cabo en el continente africano. FutVal es un juego que nos da felicidad, es una forma de eliminar el racismo, la discriminación y ser más humanos. Ser formador de FutVal es una gran bendición».