Monseñor Juan Carlos Elizalde: «Siento envidia, porque trabajan con mucha fuerza y en comunión» - Alfa y Omega

Monseñor Juan Carlos Elizalde: «Siento envidia, porque trabajan con mucha fuerza y en comunión»

El primer viaje oficial del obispo de Vitoria, monseñor Juan Carlos Elizalde, ha sido tierra ecuatoriana, donde hace ya 70 años llegaron los misioneros vascos. Ahora solo quedan tres, pero su sello es patente «en la promoción vocacional, en la vida de familia, en la formación a los agentes de pastoral…». Desde el 23 de agosto recorre esta tierra, entre altiplanos y selvas amazónicas, con dos objetivos: respaldar la labor del misionero Juan Ramón Etxebarría a favor de la cultura montubia, y venir cargado de «cierta envidia» porque la Iglesia «trabaja con mucha fuerza y en comunión»

Cristina Sánchez Aguilar
Monseñor Elizalde durante un encuentro con agentes de pastoral. Foto: Diócesis de Vitoria

¿Cuál ha sido la impronta de 70 años de misioneros vascos en la tierra ecuatoriana?
El sello que han dejado las misiones vascas es la promoción de las vocaciones, de la vida de familia y del trabajo de los agentes de pastoral laicos. Además, en aquel momento establecieron algo que todavía era una novedad: la estrecha colaboración entre laicos, sacerdotes, y religiosos y religiosas. Esto dio grandes frutos; por ejemplo, se hizo un gran trabajo de denuncia y de organización de los trabajadores.

De hecho, fundaron cooperativas.
Sí. Por ejemplo, la Asociación de Comunidades Agrícolas de San Isidro tiene como origen la cooperativa fundada por los misioneros vascos. He tenido la oportunidad de asistir a una de sus reuniones, puramente empresarial, y empezaban la reunión con la lectura de la Palabra de Dios y sus consiguientes comentarios. Después, empezaba la reunión.

De aquella época floreciente solo quedan tres misioneros.
Sí, uno de ellos el vasco Juan Ramón Etxebarría, a quien he venido a visitar para apoyar su trabajo a favor de la recuperación de la cultura montubia, propia de esta zona. Es verdad que suelen venir jóvenes y voluntarios de nuestra diócesis, pero han tomado el relevo sacerdotes y religiosas autóctonos. De hecho, una de las propuestas que traigo es que ahora se cambien las tornas y sean ellos los que nos ayuden a nosotros: que vengan sacerdotes a nuestra Facultad de Teología a sacarse la licenciatura y especializarse. Algo que es una riqueza para Vitoria.

Lleva ya un recorrido curioso en aquella tierra. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la Iglesia ecuatoriana?
Que hay cantidad de jóvenes en las Eucaristías y en los seminarios, aunque la secularización es a nivel mundial y se va notando el descenso. Pero hay una vivencia cristiana muy fuerte. También la transmisión connatural de la fe de abuelos a hijos y nietos, de los valores del Evangelio y del servicio desinteresado. Por ejemplo, he tenido un encuentro con el Parlamento Juvenil Andino, chicos y chicas que buscan dar solución a los problemas locales. Son los nietos de los que comenzaron con los misioneros vascos estas comunidades.

El obispo de Vitoria con jóvenes, de quienes destaca su «fuerte vivencia cristiana». Foto: Diócesis de Vitoria

Da envidia. En España los laicos todavía estamos despertando, y los que hay despiertos es, a veces, porque el sacerdote no llega.
Yo también siento un poco de envidia, porque aquí se trabaja con mucha fuerza, en comunión. Es una Iglesia muy vital, hacen un trabajo profundo, muy duro y entusiasta. Por ejemplo, los laicos no sustituyen al sacerdote. Hay comunión, la Iglesia es una familia; a más trabajo sacerdotal, más trabajo laical. Esta madurez del laicado no deja atrás al cura, sino que reclama su presencia personal y sacerdotal. Y reitero además lo llamativa que es la integración de los religiosos en ese entretejido laical y pastoreo sacerdotal. Aquí se vive el concepto de familia en la Iglesia muy fuertemente, lo que implica reconocer distintas vocaciones y sensibilidades en la misma. La experiencia de comunión tiene menos dicotomías que en Occidente.

Entonces vuelve cargado de ideas a Vitoria, además a las puertas del Mes Misionero Extraordinario.
Sí, tenemos muchas claves elaboradas desde la CEE con antelación, pero en Ecuador lo estoy viendo en vivo, así que voy cargado de ideas. Porque la vida como misión no podemos vincularla solo a países en necesidad. La vida cristiana es misionera. Si hay encuentro con el Señor hay envío, y eso no te hace tener que salir de tu ciudad, de tu facultad o de tu colegio.