Gil González: «El clero madrileño es acogedor y muy trabajador» - Alfa y Omega

Gil González: «El clero madrileño es acogedor y muy trabajador»

Gil González pertenece al presbiterio madrileño desde que fue ordenado en el año 1978. Ha pasado por varias parroquias y ha sido el responsable de cuatro vicarías territoriales distintas desde 1998. Ahora ha sido nombrado nuevo vicario episcopal del Clero, después de la renuncia de Andrés García de la Cuerda por razones de edad

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Gil González, en un momento de la entrevista. Foto: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

¿Cómo es el clero de la diócesis? ¿Cuál es el perfil de los curas madrileños?
Hay 1.076 sacerdotes incardinados en la diócesis. Además, hay 250 extradiocesanos y 390 sacerdotes religiosos con oficio pastoral en Madrid. En total son 1.716. Los grupos más numerosos son los que están entre los 28 y los 40 años, y entre los 45 y los 60 años.

Cada vicaría es muy diferente una de otra, y por eso los curas son también diferentes, porque la zona influye en la tarea pastoral que desempeñan. Aun así hay elementos comunes, como el de ser Iglesia misionera, pero eso se hace de manera diferente en Vallecas que en Majadahonda.

Eso habla muy bien de la flexibilidad de los curas madrileños.
Sí, cada parroquia tiene su historia concreta, y es en esa situación donde se aplica el plan pastoral del obispo. Y además de eso yo destacaría dos cosas del clero madrileño: es acogedor y muy trabajador. La prueba es la realidad eclesial tan viva que tenemos en Madrid. Es verdad que hay zonas en las que la práctica religiosa es muy pequeña, pero también es cierto que se hace un trabajo muy bueno.

¿Hacia qué tipo de sacerdote nos encaminamos con el acento pastoral que está imprimiendo el cardenal Osoro a Madrid?
Yo diría que hacia un modelo que ya está presente en el Evangelio: Jesús atiende a los discípulos y no deja de atender a las multitudes. El cura, en esta situación actual, tiene que cuidar de su comunidad parroquial sin olvidar a los que todavía no están, saliendo fuera y haciéndose presente en el barrio, porque el contacto con las personas facilita el anuncio. Además, el obispo ha querido poner el acento en tres ámbitos: la familia, los jóvenes y la realidad social. Y eso es lo que se le va a pedir cultivar especialmente al sacerdote en la parroquia, en cada una a su modo.

Me llama la atención su expresión: «los que todavía no están»…
Efectivamente, porque san Pablo decía que «muchos en esta ciudad están llamados a amar a Jesucristo».

También en Madrid…
Claro, y seguía: «Y si no lo aman es porque no lo conocen, y si no lo conocen es porque nadie se lo ha predicado».

Eso pasa por los curas… ¿y también por los laicos? ¿Forman equipo, hay colaboración?
Depende de las zonas, pero necesitamos dar más juego a los consejos pastorales y a los laicos en las parroquias. La sinodalidad es fundamental. El cura no está para hacer todo y tiene que saber delegar. El protagonismo de los laicos en esta nueva situación eclesial que tenemos es imprescindible si queremos ser misioneros.

¿Eso se puede trasladar a las funciones en la Curia o en las parroquias que no necesariamente tienen que ser desempeñadas por sacerdotes?
Entiendo que sí, hay tareas en las que no es necesario que el sacerdote esté presente.

¿Cómo se está cuidando la formación del clero madrileño?
En cuanto a la formación de los seminaristas creo que se está haciendo una buena adaptación de la Ratio Fundamentalis. Y en cuanto a la formación permanente, es algo que cuesta mucho trabajo que cale, y de hecho participan pocos sacerdotes. Este año vamos a probar un modelo nuevo: encuentros de sacerdotes por vicarías los primeros jueves de mes. Habrá oración, formación y convivencia, porque queremos cultivar el encuentro, que es algo más que asistir a una conferencia.

Por lo que dice, ¿es la soledad el principal desafío de los sacerdotes?
Es uno de ellos, pero con estos encuentros queremos ir más allá: fomentar el sentido de pertenencia al presbiterio. Un cura no se ordena para estar solo, sino para formar parte de un presbiterio a cuya cabeza está el obispo. No es solo para remediar la soledad sino también para fomentar la comunión.

¿En esta formación permanente se va a contar con mujeres que aporten su visión particular?
Sí, va a haber mujeres que van a dar formación en estos encuentros. El calendario todavía no está cerrado, pero sí puedo decir que se van a tratar temas como la aproximación pastoral a todo el tema de la ideología de género; también la espiritualidad del sacerdote, la acogida y la escucha, el acompañamiento en el duelo, las adicciones, los abusos sexuales…

Sobre los abusos, ya hay una comisión trabajando en Madrid…
Sí, ya hay una comisión trabajando en el protocolo que seguir ante el primer indicio de un caso de abuso.

¿Cree que hay suficientes sacerdotes para cubrir todo el territorio de Madrid?
No los hay. En los últimos años hemos tenido nuevos desarrollos urbanísticos en Madrid, con zonas que a la vez se están quedando vacías tanto en el campo como en la capital, y al mismo tiempo ha disminuido el índice de práctica religiosa. Eso nos obliga a pensar soluciones como unir parroquias, por ejemplo, para poder adaptar el número de curas que tenemos a la realidad actual de la diócesis. Si hay un barrio nuevo, tiene que haber una presencia viva de la Iglesia. Redistribuir mejor el clero es siempre una tarea permanente. ¡Nunca tendremos bastantes sacerdotes!, así que hay que seguir pidiendo por las vocaciones.

Y por otra parte tenemos que empezar a pensar en la posibilidad de enviar grupos de laicos que acompañen al sacerdote para orar y trabajar juntos, y así formen un pequeño núcleo en lugares con más dificultad.

Esos lugares son también muchos pueblos de la diócesis…
Sí, tenemos que repensar la presencia de los sacerdotes en muchas zonas despobladas, y considerar soluciones como unas celebraciones de la Palabra en las que se distribuya la Comunión. Esto empieza a ser una dificultad y tendremos que trabajar en ello.

Otros cambios en la Curia

Juan Carlos Merino

El nombramiento de Gil González ha obligado a reestructurar la Curia diocesana. Al dejar la Vicaría VII, el nuevo vicario de la misma es Juan Carlos Merino, hasta ahora vicario de la IV. Ordenado sacerdote en 1992, ha sido delegado de Pastoral Vocacional, formador del Seminario Conciliar y director del Seminario Menor, además de párroco de varias parroquias.

Juan Pedro Gutiérrez

La Vicaría IV pasa ahora a ser gestionada por Juan Pedro Gutiérrez, que compaginará sus funciones con las que ejerce como actual vicario de la Vicaría V. Ordenado sacerdote en 1989, ha sido formador y administrador del Seminario Conciliar, así como vicario y colaborador en diversas parroquias.