Y si surge, surge... - Alfa y Omega

Y si surge, surge...

¿Y si no llega nunca mi pareja? ¿Y si nunca me caso y me quedo solo/a? Estas inquietudes surgen a menudo en muchos jóvenes y adultos solteros. ¿Podrían las parroquias, las diócesis…, podría la Iglesia crear grupos de solteros que favorezcan el encuentro para un posible matrimonio en el futuro?

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«Es preciso recordar a un gran número de personas que permanecen solteras, a menudo sin haberlo querido ellas mismas. Estas personas se encuentran particularmente cercanas al corazón de Jesús; y, por ello, merecen afecto y solicitud diligentes de la Iglesia, particularmente de sus pastores. A todas ellas es preciso abrirles las puertas de los hogares, Iglesias domésticas, y las puertas de la gran familia que es la Iglesia»: esto pide el Catecismo de la Iglesia católica, pero lo cierto es que muchos solteros no acaban de encontrar la compañía que desean. Sin embargo, poco a poco, está surgiendo la necesidad de que los jóvenes con la misma fe e inquietudes puedan encontrar foros y ambientes en los que poder conocerse.

Más serio que un coqueteo

El sacerdote Javier Alonso Sandoica organiza en Madrid cada dos domingos, desde hace años, una reunión en la que se dan cita numerosos jóvenes en la treintena o ya en los cuarenta, y de la que han surgido ya varios noviazgos y matrimonios. «Este tema de sentirse solo es algo que surge con cierta frecuencia en el acompañamiento espiritual –explica–. Por eso, uno de los propósitos de este grupo es favorecer que la gente se conozca…, ¡y si surge el amor, estupendo! Alguna vez me ha venido un chico con esta inquietud y le he dicho: Tío, lo que te estás perdiendo… (risas)».

Las reuniones son un foro sobre temas de actualidad, que permiten a los jóvenes conocerse mejor: «Yo propongo cuestiones, y luego el ambiente se presta a intervenir, preguntar, debatir… Tienen la formación y el acompañamiento, y también una ventana abierta al amor que pueda surgir. ¡Y no pasa nada por reconocer la necesidad de estos encuentros! Además, se trata de un ambiente muy adecuado, de tomarse en serio la fe y la propia vida, que incluso ha ayudado a algunos a volver a la Iglesia». Sandoica deja claro que «no es un lugar de coqueteo, sino algo más serio. Hasta el momento, han surgido ya varias parejas; porque la vocación al matrimonio surge cuando te encuentras a una persona concreta, con un rostro concreto».

Mientras llega el amor

Precisamente El amor, un nombre, un rostro es el título del curso de afectividad para jóvenes con y sin novio/a, que ha impartido, el pasado fin de semana, el padre franciscano Giovanni Marini, en Madrid, organizado por los franciscanos menores de Asís y de España; un curso que tiene su continuidad todo el año con un Laboratorio de formación afectiva, impartido por la Hermanas Franciscanas Alcantarinas.

Este curso nació, hace casi 30 años, para ayudar a los jóvenes a vivir un noviazgo y un matrimonio verdaderamente cristianos y reflexionar sobre lo que Dios piensa sobre el amor humano; y, aunque no se trata de un medio para encontrar novio o novia de forma directa, sí es una buena oportunidad para encontrarse con jóvenes inquietos y con la misma fe y valores. «No está orientado a este objetivo, y no hay dinámicas para ello. Pero si surge, surge –explica Gema López, una de las organizadoras–. Dios sabe lo que está haciendo con cada persona». Por eso, mientras ese amor llega, Gema recomienda «formarse en el significado del amor humano a los ojos de Dios y en lo que la Iglesia nos enseña. Es muy bonito descubrir la belleza que tiene el amor humano, tal como ha sido pensado por Dios. Es algo que viene muy bien a gente que pueda estar un poco perdida, o que tenga el corazón roto por una ruptura, o que a lo mejor no han encontrado a la persona pero están abiertos a lo que Dios quiera».

…pero no te angusties

«Es normal sentir deseo e inquietud. Es señal de estar bien hecho. Otra cosa distinta es la angustia, el vértigo, el miedo atroz. O absolutizar ese deseo y convertirlo en condición para que la vida tenga sentido: Si no encuentro a alguien, me caso y tengo hijos, ¿qué sentido tiene mi existencia? Hay mucha gente que vive con mucha presión, pero lo que hace sufrir es absolutizar una idea: Si no me caso, mi vida estará truncada»: son frases del libro Sexo con alma y cuerpo (ed. Freshbook), escrito a cuatro manos por monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, y Begoña Ruiz Pereda, responsable de la formación de monitores del proyecto Aprendamos a amar, de la Fundación Desarrollo y Persona; un libro orientado tanto a jóvenes, «porque muchas veces se encuentran muy solos frente a la cuestión de la sexualidad», como a sus educadores, padres, profesores, catequistas…, «para que puedan acompañar a los jóvenes a entender la sexualidad en una clave humana y cristiana», explica Begoña.

Los autores abordan también el tema de la soltería y el sufrimiento que conlleva en no pocas ocasiones, pero «la angustia viene porque uno pone una condición para hacer posible la felicidad –dicen en el libro–. Quiero que sea en forma de marido; si no, me niego a vivir la vida y a ser feliz. No. Así, uno se encierra en sí mismo».

Y recomiendan: «No condiciones a Dios. Di adiós a tus ideas y planes. Di a la vida tal y como es. En la vida está el Don. Su gratuidad sólo precisa de nuestra pobreza. Entrégate de verdad a Él. La decisión que podemos tomar es no identificar nuestra felicidad o salvación con algo que tiene que suceder, sino decidir vivir el día a día en la conciencia del tesoro que tenemos, en el que se nos va dando Aquel para quien estamos hechos».