«Pensaba que al llegar aquí me cambiaría la vida» - Alfa y Omega

«Pensaba que al llegar aquí me cambiaría la vida»

Hombai y Pierre llegaron a España desde Camerún. Uno saltó la valla de Melilla, el otro entró por el Mediterráneo. Veían a España como la tierra prometida; al llegar aquí se despertaron del sueño, y ahora son acogidos por la Iglesia

José Calderero de Aldecoa
Monseñor Jesús Catalá, obispo de Málaga, durante la Vigilia de oración del 4 de mayo, frente al Mediterráneo. Foto: S. Fenosa

Hombai Imbog llegó a España hace tan sólo 8 meses, pero su viaje comenzó mucho antes. Partió desde su Camerún natal hace 3 años y medio y lo hizo dejando atrás a sus dos hijos y siete hermanos. Salió de su tierra en busca de un futuro que todavía no ha encontrado.

Hombai, de 31 años, se siente privilegiado. Sabe que son muchos los inmigrantes que han muerto realizando su mismo viaje, y por eso no puede no entristecerse ante la muerte de sus compañeros. «Me parece mal, me da mucha pena toda la gente que ha perdido la vida en el mar», asegura.

A todos ellos, les ha recordado Cáritas Madrid este martes 5 de mayo en una Misa en la catedral de la Almudena, que también sirvió como arranque de la campaña del Día de la Caridad. La celebración fue presidida por don Carlos Osoro y a ella asistió toda la familia de Cáritas Madrid. Imbog fue uno de los inmigrantes que, durante la celebración, dio su testimonio. Puso rostro y voz, entre otros, a los cerca de 5.000 inmigrantes que, en 2014/2015, han convertido al Mediterráneo en una gran fosa común.

Varios diócesis españolas han celebrado vigilias y Misas por esos fallecidos y sus familias. El obispo de Málaga, monseñor Jesús Catalá, presidió el lunes 4 de mayo una Vigilia de oración ante las mismas aguas del Mediterráneo. Un millar de malagueños se unieron a su pastor en un acto que comenzó en la iglesia de San Gabriel, y terminó en la playa.

14 km, 6 personas y un bote

Hombai llegó a España en barco, por el estrecho de Gibraltar. «Llegué a Tarifa. Íbamos seis inmigrantes en el barco. Era muy pequeño», cuenta a Alfa y Omega.

A pesar de la fragilidad del bote, los 14 kilómetros de mar abierto que separan África de España y la cantidad de muertes que ya se ha cobrado el Mediterráneo, decidió vencer al «miedo» y probar suerte. «Estuve mucho tiempo pensando en coger un coche e irme a Europa. Pensaba que, al llegar aquí, me cambiaría la vida», explica. En «mi país, el Gobierno es corrupto. Además, nadie de mi familia tenía trabajo. No teníamos dinero», asegura.

Monseñor Jesús Catalá, obispo de Málaga, durante la Vigilia de oración del 4 de mayo, frente al Mediterráneo. Foto: S. Fenosa

Imbog, junto con sus cinco compañeros de travesía, lograron alcanzar tierra. España se convirtió en destino para dos de ellos, para el resto, sólo era una escala en el camino. «Dos de mis compañeros se fueron a Francia y los otros dos a Alemania».

Aquí, en España, el joven camerunés se ha despertado de su sueño. «No tengo papeles, no tengo trabajo. Ahora veo que mi vida no ha cambiado». Aunque afronta el futuro con optimismo, y lo hace gracias a Cáritas Madrid. «Me están ayudando mucho. En Cáritas todos somos hermanos. Trabajan mucho y muy bien», asegura. «La Iglesia nos está ayudando mucho con los papeles, con la casa y el trabajo». Él, por su parte, hace todo lo que está en su mano, «hago mucho esfuerzo para aprender rápido el español».

Mejor, saltar la valla de Melilla

Fue precisamente un 28 de mayo, pero del año pasado, cuando Pierre Nyansi llegó a España. Al igual que Hombai, este joven de 24 años iba huyendo de la pobreza y la corrupción de Camerún. Sin embargo, Pierre partió sin decírselo a padres y hermanos. «La situación de mi país es muy difícil. No tenía trabajo, ni dinero. No tengo nada y creo que aquí es mucho más fácil la vida», asegura Pierre.

La esperanza de encontrar en España todo lo que no tenía en su país, le hizo saltar la valla de Melilla. Otros 400 inmigrantes lo intentaron a la vez que él. No todos lo consiguieron, y fueron muchos los que engrosaron aún más la lista de deportaciones (entre 2010 y 2014, fueron deportados de España, vía aérea, 26.491 extranjeros).

Pierre decidió intentar pasar a Europa por la valla de Melilla. «Salté la valla porque me parecía más fácil que cruzar el mar», asegura el joven camerunés. Por eso, ahora está preocupado por «un amigo que está en Marruecos. Me dice que va a Libia a intentar cruzar el Mediterráneo». Las últimas noticias que hablan de unos 900 inmigrantes muertos, tras naufragar su barco frente a las costas libias, no deja muy tranquilos a ninguno de los dos amigos. «Es muy peligroso entrar por el mar. Me da mucha pena los que han muerto. He rezado por todos ellos», asegura Pierre, otro de los inmigrantes que ha participado este martes en la Misa de monseñor Osoro con Cáritas Madrid.

Pierre Nyansi ahora vive en Madrid, adonde llegó en autobús. Aquí se encontró con la Iglesia, gracias a la cual ahora sueña con «intentar conseguir los papeles y poder encontrar un trabajo». Para él, los voluntarios «tienen un gran corazón. Hacen una labor muy buena y muy bonita».