El bailarín. Un retrato sugerente de Rudolf Nureyev - Alfa y Omega

El bailarín. Un retrato sugerente de Rudolf Nureyev

Juan Orellana
Nureyev (Oleg Ivenko), en un fotograma de la película. Foto: DeAPlaneta

Últimamente se han estrenado varias películas sobre bailarines de gran altura dramática, y casi siempre de cierto contenido sociopolítico crítico. El pasado año Icíar Bollaín estrenó Yuli, sobre el bailarín cubano Carlos Acosta, una película que combinaba el drama familiar con una mirada inconformista sobre la realidad social de la isla. Hace dos años nos sorprendió The dancer, un magnífico documental sobre el bailarín ucraniano Sergei Polunin, que se centraba sobre todo en su drama personal y en su búsqueda insatisfecha. Y recordemos también la excelente El último bailarín de Mao, que trataba de la historia real de Li Cunxin, que consiguió escapar de la China comunista tras enamorarse de una americana. El bailarín también aborda la cuestión de la huida del comunismo, en este caso protagonizada por el gran Rudolf Nureyev, que en 1961 dio la espalda a la Unión Soviética pidiendo asilo en Francia. Menos interesante era Cisne negro, centrada morbosamente en la presión psicológica que implica el arte de la danza.

En la película El bailarín, en la que curiosamente también trabaja el citado Sergei Polunin, el actor Ralph Fiennes se pone tras la cámara por tercera vez para afrontar la vida del famoso bailarín inconformista, fallecido a los 54 años en 1993. El filme nos muestra a un Nureyev —magníficamente interpretado por el bailarín Oleg Ivenko—_ apolítico, apasionado de la pintura, un alma libre e inconformista que solo quiere encontrar su camino. Su rechazo del comunismo no viene de una reflexión política, sino de su deseo de ser libre en la expresión de su arte. Así como Yuli y The dancer retrataban con mucho acierto y eficacia la importancia de la infancia y de su vida familiar para entender su arte, en El bailarín, los flashbacks biográficos en blanco y negro son lo menos brillante del relato. La promiscuidad bisexual de Nureyev es tratada con mucha discreción, casi de puntillas, en la cinta, y está lejos ser el centro de atención de su retrato. En cambio tiene gran protagonismo la inspiración que el bailarín recibe de la pintura y la escultura, que le ayudan a entender su propia corporalidad.

Muy interesantes son los secundarios, en especial su profesor y mentor Aleksander Pushkin, interpretado por el propio Ralph Fiennes. Un hombre frágil, pero el primero en captar la potencia, aún en bruto, de Nureyev. También es muy sugerente el personaje de la chilena Clara Saint, interpretado por la actriz francesa Adèle Exarchopoulos. Es una mujer viuda que siempre espera el amor del bailarín que nunca llega, pero que a pesar de todo estará al pie del cañón llena de generosidad.

A la película quizá le falta lo que abundaba en The Dancer, una mirada algo más profunda sobre el drama humano del personaje, un desarrollo mayor de sus grandes preguntas, de su deseo último como ser humano. Pero aun así, es un conmovedor retrato de uno de los más grandes bailarines de la historia contemporánea.

El bailarín
Director:

Ralph Fiennes

País:

Reino Unido

Año:

2018

Género:

Drama

Público:

+7 años