Los obispos españoles, contra la precariedad laboral - Alfa y Omega

Los obispos españoles, contra la precariedad laboral

Fran Otero
Foto: ABC

Cada año, en torno al 1 de mayo, fiesta de san José Obrero y Jornada Mundial el Trabajo, los obispos suelen manifestarse –a través de cartas o por las redes sociales– sobre esta cuestión reivindicando la postura de la Doctrina Social de la Iglesia sobre el trabajo. Y no ha sido una excepción este año.

Por ejemplo, en una carta pastoral titulada Manos a la obra, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, muestra su preocupación por el paro y la precariedad laboral y hace un llamamiento a toda la sociedad: «No podemos cerrar los ojos ante aquellos que malviven con pocos recursos ni ante aquellos que trabajan en malas condiciones. Muchas personas que recurren a Cáritas lo primero que piden es trabajo. Con un trabajo, la persona debería conseguir el sostenimiento básico para ella y para su familia. Sin embargo, actualmente, las ofertas que hay en el mercado laboral son escasas y las que hay no siempre sitúan al trabajador en el centro, como prioridad».

Porque, según sentencia el purpurado, la falta de acceso a un trabajo decente «no es solo un problema económico y social, sino también de orden moral y espiritual».

Por su parte, el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, se adhirió a las distintas voces que desde la Iglesia se han alzado contra la precariedad laboral que domina el sistema actual. «Ojalá veamos el trabajo como un medio de servir a los demás y de ser mejores cada día, haciendo mejor y más próspera nuestra sociedad. No cejemos en el empeño de contribuir, además de a unas condiciones dignas para quienes tienen trabajo, a hacer también posible un empleo estable para los que carecen de él. No podemos resignarnos a los niveles persistentes de desempleo en España».

También desde Castilla y León, el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, ofreció una reflexión sobre el trabajo basándose en la encíclica del Papa Juan Pablo II Laborem exercens. Tras plantear el quehacer diario como algo que forma parte del proyecto de Dios para la humanidad, reivindicó el trabajo digno y humano y señaló que «la persona del trabajador está siempre por encima del capital y de los egoístas intereses económicos».