Volver a Mosul - Alfa y Omega

Volver a Mosul

Frente a la tentación para las minorías de Irak de vivir en guetos, Mosul simboliza la voluntad de recuperar la convivencia en una sociedad plural

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Foto: EFE/EPA/Ammar Salih

Apenas una veintena de familias cristianas han regresado de forma permanente a Mosul. No es mucho comparado con los 35.000 seguidores de Jesús que, en 2003, hacían de esta localidad la principal cristiana de todo Irak. La comunidad cristiana de Nínive –como estos cristianos suelen referirse a sí mismos– vuelve poco a poco a la vida. Desde finales de 2018 hay un obispo al frente, un importante signo de normalidad después de que la invasión del Daesh interrumpiera de forma dramática en 2014 dos milenios de presencia ininterrumpida de la Iglesia. Las celebraciones de la Pascua han supuesto en cierto modo la salida de la clandestinidad, pero el ambiente es todavía de mucha tensión e incertidumbre, por lo que muchos siguen viviendo en pequeñas localidades cercanas. Mosul es una ciudad insegura donde los vecinos se miran unos a otros con suspicacia: los que se quedaron consideran traidores a quienes se marcharon en tiempos de dificultad; a la inversa, las personas que se animan ahora a volver tienen motivos para sospechar de la connivencia de los primeros con el Estado Islámico. Para terminar de complicar las cosas, no pocos vecinos añoran a los yihadistas. Las razones no son necesariamente de tipo ideológico, sino más bien tienen que ver con el ruinoso estado actual de la ciudad, que sienten abandonada por el estado y la cooperación internacional. En tiempos del Daesh –piensan– al menos imperaban la ley y el orden.

Volver a Mosul es un gesto heroico para cualquiera, pero más para las minorías religiosas. Frente a la tentación para cristianos y yazidíes de vivir en guetos aislados y seguros, Mosul simboliza la voluntad de recuperar la convivencia en una sociedad plural. Los cristianos, en particular, han rechazado mayoritariamente la propuesta –procedente de EE. UU.– de que se establezca para ellos una zona autónoma en la llanura de Nínive. Su apuesta es por un concepto de ciudadanía laica e integradora, donde se respete su libertad religiosa y su condición de ciudadanos de pleno derecho. Por ello es posible afirmar que Irak se juega buena parte de su futuro como nación en esta ciudad, la tercera mayor del país. Lo cual hace todo incomprensible que, casi dos años después de su liberación, siga sin haber un verdadero plan para su reconstrucción.