Jorge Carlos Patón Wong: «El joven en Europa no responde a las llamadas, está estancado» - Alfa y Omega

Jorge Carlos Patón Wong: «El joven en Europa no responde a las llamadas, está estancado»

Este obispo mexicano ha tenido mucho que ver en la elaboración del nuevo plan de formación —la Ratio fundamentalis— que el Vaticano aprobó a finales de 2016. Una renovación que apuesta por el crecimiento del candidato al sacerdocio en todas sus dimensiones, y no solo en la intelectual. Acaba de visitar España para explicar los cambios

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Foto: CNS

Hoy los seminaristas en Europa sienten la llamada de Dios más tarde, lo que antes se llamaban vocaciones tardías. Da la sensación de que Dios llame irrumpiendo en las vidas más o menos asentadas de los candidatos. ¿Qué está cambiando entre el candidato a sacerdote de los albores del milenio y quién dos décadas después aterriza en el seminario?

La realidad es que Dios llama en todas las edades. La pregunta hoy, especialmente hablando al continente europeo, es si se está respondiendo a la edad adecuada. Porque en Europa occidental nos encontramos con una situación, educativa y social, donde prácticamente el joven no responde a las llamadas, sino que se dan situaciones como de estacionamiento.

O sea, que hay como una especie de retraso en esa respuesta. Igual que hay un retraso a la hora de tomar la decisión de casarse o de otras realidades…
En Europa es visible que, en la toma de decisiones, falta dar una respuesta concreta. Evidentemente en la vida, y no estamos hablando únicamente de decisiones vocacionales abiertamente, sino que en las decisiones que uno va haciendo cada día, te permiten que cuando tú recibas una llamada, responder. Pero cuando, por temor, miedo, inseguridad, no se responde todos los días… evidentemente, se pospone. Porque los procesos de no respuesta de hoy alargan el proceso, y las respuestas, cuando se dan, producen una maduración en la persona, porque te coloca en una situación de reto. Si a un joven, un niño, se le educa para que a cada reto que se le presente, responda, con todo lo que pueda ese día… evidentemente el siguiente día el reto va a ser mayor. Es como aprender a leer o escribir: cada día el joven tiene que responder no a aprender todo, sino eso que debe aprender hoy. Pero si, por temor o miedo, lo que hoy debía aprender lo pospone para mañana… entonces, mañana va a ser menor la respuesta. Esto que estoy hablando, en la dinámica educativa general de Europa, porque en otros continentes estas realidades no se ven tan claramente. Los jóvenes están respondiendo a la edad que corresponde.

Entonces se amalgama una serie de preguntas que, si no se han respondido en su tiempo, es muy difícil responder. Como si en un embudo intenta entrar mucha cantidad, que no termina de pasar…
Aquí lo importante es que el joven debe preguntarse: ¿respondo a las llamadas que Dios me hace? O, ¿respondo a los retos cotidianos de cada día? Porque no vale simplemente con seguir pensando, seguir reflexionando, seguir hipotetizando, seguir viendo pros y contras… sino que hay que decidir. Son decisiones que hay hacer todos los días, y que son posibles. Es muy interesante que los procesos educativos enseñen a los jóvenes a decidir. El Papa Francisco lo dice claramente: se trata, no de arriesgar, sino de amar. Tomamos decisiones porque amamos.

El último Sínodo de los obispos ha tenido como tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. ¿Cómo acompañar a los jóvenes en ese discernimiento necesario, para que su respuesta vocacional sea el comienzo de un proceso?
Estamos en un momento en que podríamos repensar, en Europa, la posibilidad de apoyar, sostener, acompañar a los jóvenes a escuchar la llamada, las diferentes llamadas y los retos de la vida, y responder con confianza. Es por esto que el Sínodo de los obispos sobre la juventud coloca en el centro el acompañamiento. Pero el Papa Francisco ha dicho que los jóvenes son el hoy, no el mañana. Y se decide hoy, y se vive hoy, y se ama hoy… no hay que posponer para mañana.

Muchas familias, que ven hoy en día cómo su hijo, ya adulto, toma la decisión de entrar en el seminario, pueden plantearse dudas, porque la figura del sacerdote parece que no está pasando socialmente por sus mejores momentos. ¿Cómo cree que pueden resolverse estas dudas para descubrir lo que dice la nueva ratio que la vocación es una bendición, o tomando el mismo título del documento, un don?
Los jóvenes que hoy están en los seminarios, muchos pertenecen activamente a diferentes grupos apostólicos, ven la vocación como un don porque tienen la experiencia directa, personal y familiar de muy buenos sacerdotes. La experiencia de tener buenos sacerdotes que son amigos, hermanos, compañeros… que han ayudado a la familia y al joven, presenta a nivel existencial-real que el sacerdocio es un don. Tanto es así que los jóvenes y las familias que tienen ese don de tener un sacerdote integro, auténtico, feliz, que es un gran servidor… lo experimentan así. No estamos hablando de una teoría, ni tampoco de una imagen mediática. Es una realidad.

De este modo, propone esa cercanía, ¿no? Si el sacerdote es cercano a las familias, es más fácil que se pueda percibir que la vocación es un don.
Efectivamente. Si uno hace una encuesta entre los actuales seminaristas, y también entre los sacerdotes, siempre la llamada vocacional florece porque el testimonio, la cercanía y el acompañamiento de un sacerdote me hace ver la posibilidad de que Dios me llame a ser sacerdote. La llamada no la crea el sacerdote. Es un don de Dios, es una semilla que Dios ya colocó. Pero el testimonio de un sacerdote, la vida de un sacerdote y de un buen seminarista, efectivamente hace que un adolescente, un joven, piense en esa posibilidad.

Antonio Arribas Lastra