Los otros pasos - Alfa y Omega

Por las calles de nuestros pueblos y ciudades comienzan a desfilar los pasos de Semana Santa. Contemplamos a Jesús en las escenas de su pasión: atado a la columna, cargando con la cruz, crucificado. Son los pasos, decimos, del Nazareno, del Mayor Dolor, del Desamparo, de la Amargura, de la Soledad. Títulos todos ellos con los que queremos resumir la pasión con la que fuimos salvados.

La música de tambores, las velas, la flores, las túnicas, los mantos, las mantillas y, sobre todo, las imágenes, a veces de un realismo espeluznante, hacen que el corazón se conmueva, ante el sentido de pertenencia a una fe, pero también a una cultura muy arraigada en nuestro país. Contra todo pronóstico la llamada religiosidad popular va creciendo cada vez más y se va transmitiendo con fervor de hijos a nietos.

Al lado de esos pasos están los otros, los que no llevan ni velas ni flores ni mantos. Está el pobre que ha pasado la noche mal durmiendo sobre unos cartones y que no sabe qué le deparará el nuevo día; está el inmigrante que viene huyendo del hambre y de la guerra y busca un lugar en el mundo, al que parece no tener ningún derecho; está la madre dolorosa que lleva en su corazón la espada clavada de tener un hijo toxicómano; está el padre de familia que lo han despedido del trabajo y carga con esa cruz pesada, sin saber qué va a ser de los suyos; está el enfermo atado a una silla de ruedas por una enfermedad degenerativa; está la viva estampa de la soledad en tantos ancianos que sienten que son un estorbo y esperan que algún día alguien les visite; está el preso que siente la amargura de un horizonte cerrado…

Son los otros pasos, los que no van en andas ni encuentran costaleros que arrimen el hombro. No tienen lágrimas de cera, las tienen de verdad. Pasan por nuestras calles todos los días del año, tan desapercibidos, que a veces ni los miramos. Es ya tanta la frecuencia que apenas se conmueve el corazón. Sigue pasando Jesús Nazareno y se sigue identificando con esos otros pasos de todas las Semanas Santas del año. Nos sigue diciendo: «Lo que hicisteis con uno de estos mis pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,31).