Preguntas y respuestas para los cristianos del mañana - Alfa y Omega

Preguntas y respuestas para los cristianos del mañana

Después del Sínodo de los obispos dedicado a los jóvenes, y tras la demanda del Papa a la Iglesia en la exhortación Christus vivit a que adopte una actitud de escucha, la diócesis de Madrid pone en marcha de nuevo los Parlamentos de la Juventud. El objetivo: que los jóvenes pasen de ser objeto de la pastoral a agentes activos de la misma

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Un grupo de jóvenes debaten en un encuentro de un parlamento el pasado domingo. Foto: Archimadrid/José Luis Bonaño

Durante las dos últimas semanas han tenido lugar en Madrid los diferentes parlamentos de jóvenes por vicarías, que preparan el Parlamento de la Juventud que tendrá lugar el 18 de mayo, una nueva edición de una iniciativa que nació para preparar el Sínodo de los obispos sobre los jóvenes que tuvo lugar en Roma en octubre, y que ahora se retoma para dar continuidad al trabajo realizado a la luz de la experiencia sinodal. De hecho, en el documento final del Papa «hay varias cosas que los jóvenes de Madrid tratamos en el anterior Parlamento de la Juventud» y que ahora han visto la luz en el magisterio del Papa Francisco, afirma Carlos Padilla, joven presidente del Parlamento diocesano.

Durante estos días, han tratado con libertad asuntos que a los jóvenes les interesan mucho: los estudios y el mundo laboral; el compromiso social y político; el voluntariado y la caridad; la ecología; la afectividad y la sexualidad; la amistad, el ocio y el tiempo libre; los medios de comunicación y las redes sociales… Y este diálogo lo han realizado ante la atenta mirada de vicarios y sacerdotes dedicados a la pastoral juvenil, que han podido escuchar de primera mano sus impresiones y que han recibido demandas concretas en materias de especial sensibilidad.

Sexualidad y redes sociales

Juan Moreno, un joven de 19 años que estudia Lenguas Semíticas en la Universidad Complutense y que ha participado en el Parlamento de la Juventud organizado por la Vicaría V, afirma que hay tres temas principales de especial interés para los jóvenes y que les llevan a pedir respuestas a la Iglesia. El primero es la sexualidad, «porque está cambiando mucho en nuestra sociedad. Somos los nietos de la revolución sexual y tenemos que movernos en un mundo distinto. A veces tenemos la impresión de que la Iglesia no es clara, y nosotros queremos saber claramente qué opina la Iglesia sobre asuntos como la homosexualidad, o que nos expliquen por qué las relaciones fuera del matrimonio están mal. Nosotros estamos abiertos a escuchar, pero necesitamos razones y argumentos, y queremos que no los transmitan bien».

El segundo ámbito que más les preocupa es el de la política: «por ejemplo, nuestra vicaría está en un barrio obrero, con zonas desfavorecidas, y queremos saber qué dice y qué hace la Iglesia ante eso, qué tiene que decir ante los pobres que hay en nuestras calles».

Por último, la identidad del joven con fe en medio de una sociedad indiferente: «Hoy parece que ser cristiano y al mismo tiempo joven es un problema. Parece que el cristianismo es una cosa de abuelas, que está pasado de moda… Lo que necesitamos es una cultura nueva y renovada, joven como nosotros, un cristianismo que no olvide lo que fue pero que aterrice el reino de Dios en los tiempos que corren», señala Juan.

Escucha y diálogo

Para este joven, la experiencia de los parlamentos ha sido «muy gratificante», porque «me ha sorprendido la actitud del vicario y de los sacerdotes hacia nosotros. Han tenido una actitud de escucha muy abierta, no de confrontación y sí de diálogo, algo que faltaba, porque parecía que los jóvenes católicos no teníamos peso» en la Iglesia.

A este respecto, Juan conjetura que «cada vez somos menos jóvenes en las parroquias, yo creo que porque la generación anterior se encontró con una Iglesia cerrada y muchos la dejaron. Por eso me alegro ahora de poder comprobar que hay algunos signos de apertura».

Para que no se quede todo en palabras, Juan comparte las sugerencias que han salido de su mesa de trabajo, como una oración de jóvenes para toda la diócesis «en la que poder sentirnos a gusto todos juntos, animar a los jóvenes a apuntarnos como voluntarios a Cáritas en el Hospital 12 de Octubre, o realizar algún curso para trabajar como monitores».

En general, sale contento de esta iniciativa porque percibe que «la Iglesia se está abriendo a escuchar y a hacernos un hueco a los cristianos del mañana, y para eso nos tiene que cuidar y preparar».

No solo ser consultados

Carlos Padilla, presidente del Parlamento diocesano, participó junto a 80 o 90 jóvenes en el parlamento que organizó el domingo la Vicaría VII, y destaca que esta iniciativa «responde al llamamiento del Papa Francisco a hacer una Iglesia para jóvenes, en la que se nos escuche. Es un foro para que le podamos decir a nuestros sacerdotes, los que más se ocupan de nosotros en las parroquias, nuestro sentir acerca de los temas que más nos interesan. Y aquí los sacerdotes son invitados a escuchar, más que a hablar o dar una conferencia. La verdad es que no pueden intervenir demasiado», dice con humor.

Para Carlos, una de las principales inquietudes de los jóvenes en la Iglesia es «simplemente la necesidad de que seamos escuchados, sentir que nuestra palabra cuenta, quizá porque a veces nos hemos sentido poco valorados». Y también «que en las decisiones a cualquier nivel, tanto en la parroquia como en otros ámbitos de Iglesia, podamos participar los jóvenes».

El presidente del Parlamento diocesano va incluso más allá, al solicitar un protagonismo más ejecutivo: «El Sínodo pide que se cree un foro, un organismo en el que los jóvenes tengamos nuestro protagonismo, en el que no solamente nos sintamos escuchados sino que además podamos actuar de manera efectiva. Para mí es una especie de ONU de los jóvenes católicos, en la que podamos hacer cosas y elaborar proyectos, no solo ser consultados», explica.

El cardenal Osoro visita el domingo una mesa de trabajo de jóvenes. Foto: Archimadrid/José Luis Bonaño

Un cambio en la pastoral

¿Supone esto una transición en la pastoral juvenil de las diócesis, para pasar de ser objeto de la pastoral a agentes de la pastoral? Carlos responde que «sí, se puede decir así», aunque es consciente de que el Parlamento de la Juventud «no está ahora mismo para tomar decisiones. Solo está para sacar a la luz el sentir de los jóvenes o algunas propuestas». A la espera de la evolución de esta institución, Carlos sueña con que «el Parlamento tome más cuerpo y tenga una mayor regularidad, para que los jóvenes veamos que los temas que proponemos tienen repercusión y para que se pueda hacer un seguimiento».

Esto en Madrid pasa por que el Plan de Evangelización actualmente en marcha asuma los trabajos del Parlamento de la Juventud, cuyo fruto constituye «un grito de las demandas de los jóvenes» a la pastoral ordinaria de la diócesis, un grito «que debe ser escuchado, y que la Iglesia también quiere escuchar», concluye.

Christus vivit aterriza en las diócesis

Varias diócesis se han puesto a trabajar ya en la recepción en su territorio de la exhortación Chistus vivit. En Burgos, la facultad de Teología acogió un acto en el que intervinieron Carlos Izquierdo, delegado de Pastoral Universitaria y de la Cultura, Cristina Ibáñez, orientadora del colegio San Pedro y San Felices y miembro del Grupo Parteluz, y Oscar Moriana, delegado de Infancia y Juventud. Los ponentes destacaron cómo la exhortación recupera la frescura del Papa Francisco, «un tanto desdibujada en el documento final del Sínodo», según destaca archiburgos.es. Se trata de un documento en el que el Papa, de 83 años, «se dirige a los jóvenes de tú a tú, invitándoles descubrir la misión a la que Dios les invita. Sin miedos, sin quejas, anima a mirar el momento presente con esperanza porque Dios siempre va delante y sale al encuentro». Y pidieron a los agentes pastorales «deban estar a la altura para ofrecer la formación adecuada, huyendo de todo clericalismo y superando la estrechez de estructuras o trincheras».

En Málaga, el delegado de Infancia y Juventud de la Diócesis de Málaga, Salvador Gil, ha definido el documento como «un momento de gracia que hay que acoger con ilusión y alegría en este hoy de nuestra Iglesia diocesana», y para trabajar con él «lo primero es tener una actitud de acogida y de empatía» que lleve a «a sacerdotes, religiosos y a todo el pueblo santo de Dios, entre ellos a los responsables de jóvenes y a los propios jóvenes, a leerla con detenimiento, reflexionarla y estudiarla, para poder extraer los grandes núcleos teológico-pastorales que el Papa expone en este texto».

En Salamanca, la web de la diócesis ha difundido un texto del sacerdote Tomás Durán, en el que destaca «el análisis que hace el Papa de la situación actual de los jóvenes, que a una mirada sociológica añade otras miradas complementarias muy interesantes: teologal, compasiva y pascual: ¿Cómo son los jóvenes de hoy y qué les pasa? ¿Quién no se hace estas preguntas? ¿Quién no quiere conocer las respuestas?».