Francisco visita la escuela internacional de los imanes moderados - Alfa y Omega

Francisco visita la escuela internacional de los imanes moderados

En el Instituto Mohamed VI de Rabat se forma la élite religiosa marroquí, junto a imanes y predicadoras procedentes de diversos países de África y Europa

Ricardo Benjumea

Hindu Usman es originaria del nordeste de Nigeria, la zona del país más castigada por Boko Haram. El terrorismo encuentra el caldo de cultivo en «el aferramiento de la gente a la religión, basado más en la emoción que en el conocimiento y la razón», lo que «hace que estos musulmanes sean vulnerables y fáciles de manipular por los grupos que predican la ideología del odio y de la violencia. Por consiguiente, muchos jóvenes cogen las armas y ponen bombas en mezquitas, iglesias y mercados, matando a mujeres y niños y a comunidades pacificas e inocentes».

Alarmada por esta situación, Usman llegó a la conclusión de que «hay que instruir a la gente», por lo que se trasladó a África del Sur para preparar un diploma de Estudios Islámicos. Cuando en Marruecos se puso en marcha en 2015 el Instituto Mohamed VI de Formación de Imanes y Predicadores y Predicadoras, cursó una solicitud que fue aceptada.

Cuando acabe sus estudios, esta joven microbióloga volverá a Nigeria para dedicar sus esfuerzos a «que haya una toma de conciencia y la vigilancia necesaria al servicio de la paz y contra la violencia ejercida en nombre de la religión». También anuncia que militará «a favor de una convivencia pacífica y para que haya cooperación y amor entre musulmanes, cristianos y otras comunidades religiosas».

Similar, aunque mucho menos dramática, es la motivación del francés Aboubakr Hmaidouch, licenciado en diseño industrial de 25 años quien, tras los atentados islamistas en París de 2015, llegó a la conclusión de que «la comunidad musulmana de Francia tiene gran necesidad de imanes y predicadoras que aseguren que los valores de la religión contribuyen a la convivencia y el bienestar espiritual de la sociedad».

Estos dos testimonios protagonizaron el momento más intenso de la visita del Papa y el rey de Marruecos al centro de formación abierto por el monarca, en el que se forma la élite de los líderes musulmanes del país. Ambos guardaron silencio, con el argumento de reservar el protagonismo a los estudiantes del Instituto.

El cuerpo de élite de los imanes de Marruecos

La creación del instituto culmina las iniciátivas lanzadas por el monarca alauita en 2004 por promover un imán abierto e ilustrado, en un país donde cerca del 30 % de la población (especialmente las mujeres adultas) es analfabeta.

Los imanes y predicadores varones que se forman en este lugar pasan a engrosar una suerte de cuerpo de supervisores del Ministerio de Asuntos Islámicos, que depende directamente del rey. Su principal función es asistir a los 52.000 imanes que hay en el país, los cuales, desde hace unos años, están obligados a superar un examen para ejercer y asisten a dos sesiones de formación al mes.

También las predicadoras que se forman en el Instituto se convierten en funcionarias y, además de un sueldo, tienen aseguradas prestaciones como la cobertura sanitaria. Al igual que a los varones, se les exige para entrar en este centro estudios universitarios, pero a diferencia de los hombres, no deben memorizar el Corán (requisito para ser imán, oficio reservado a los varones), sino únicamente «lo que buenamente puedan aprender del libro sagrado». Tras completar su formación, que incluye también asignaturas científica y en humanidades, las predicadoras deben «servir de guía, sobre todo para las mujeres».

Imanes… y fontaneros

Hasta ahora, se han licenciado en el Instituto Mohamed VI 2.100 imanes y 900 predicadoras. Pero el centro acoge a su vez, en aulas diferenciadas, a estudiantes de países con los que ha suscrito acuerdos, provenientes de Senegal, Malí, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Nigeria, Gabón, Chad y Francia, lista a la que se añadirán próximamente Níger y Tailandia.

El de estancia de estos estudiantes, la mayoría muy jóvenes, extranjeros oscila entre los seis meses y los tres años, período durante el que reciben una beca.

Para facilitarles que puedan ganarse después la vida en sus países de origen, a estos estudiantes extranjeros se les proporciona simultáneamente una formación profesional, en áreas que van de la informática la costura, pasando por la fontanería.