El Papa a los migrantes atrapados en Marruecos: «La Iglesia quiere estar a vuestro lado» - Alfa y Omega

El Papa a los migrantes atrapados en Marruecos: «La Iglesia quiere estar a vuestro lado»

En pleno período preelectoral en Europa, Francisco deja en su visita a la sede de Cáritas Rabat un mensaje con profundas implicaciones políticas en el Viejo Continente. Pide construir «ciudades acogedoras, plurales y atentas a los procesos interculturales»

Ricardo Benjumea

Denunciar la penosa situación de miles de migrantes que tratan de llegar a través de Marruecos a Europa ha sido uno de los de la primera jornada del Papa en Marruecos. En su visita a la sede de la Cáritas de Rabat, Francisco clamó que «nadie puede ser indiferente ante este dolor».

No puede hablarse de progreso en una sociedad que no se deja «conmover por quien llama a la puerta y que con su mirada estigmatiza» a estas personas. «¡Qué desierta e inhóspita se vuelve una ciudad cuando pierde la capacidad de compasión!», añadió. «Una sociedad sin corazón… una madre estéril».

Palabras de alto voltaje en plena precampaña electoral europea, cuando la UE se ha visto obligada a poner fin en la práctica la operación naval en el Mediterráneo, por la negativa del gobierno italiano a permitir que los migrantes rescatados en el mar puedan acabar en sus puertos, pese a que el principal objetivo de este operativo no era el rescate, sino la lucha contra las mafias.

También Francisco cargó contra «los mercaderes de carne humana que especulan con los sueños y las necesidades de los migrantes». No obstante, advirtió de que, si esas mafias proliferan, se debe a la falta de vías de migración legal y segura.

El Papa abogó por nuevas políticas migratorias respetuosas con los derechos humanos. «Y hasta que ese compromiso no se realice plenamente», pidió al menos afrontar estas situaciones «con justicia, solidaridad y misericordia», poniendo de entrada fin a practicas como «las formas de expulsión colectiva», inaceptables porque «no permiten un manejo correcto de los casos particulares», especialmente en casos de mayor vulnerabilidad, como los «numerosos menores no acompañados» y las mujeres.

Recordando que «las rutas migratorias son a menudo escenarios de violencia, explotación y abusos de todo tipo», el Pontífice resaltó la obligación de un reconocimiento efectivo de los derechos fundamentales de los migrantes. Eso incluye de manera particular a las sociedades de acogida. «Nadie es un desecho humano, sino que es portador de una riqueza personal, cultural y profesional que puede aportar mucho ahí donde se encuentra».

En presencia de 60 inmigrantes seleccionados para ofrecer un cuadro representativo de los 8.000 que atiende cada año Cáritas, incluyendo a madres con niños, el Papa hizo una encendida defensa de «una sociedad intercultural y abierta», un camino que las dos partes deben recorrer juntos, con el objetivo de construir «ciudades acogedoras, plurales y atentas a los procesos interculturales, ciudades capaces de valorizar la riqueza de las diferencias en el encuentro con el otro».

Hannes Stegemann, poco antes de la llegada del Papa a la sede de Cártias

Marruecos, destino final de muchos migrantes

Palabras, nuevamente, de altísimo voltaje político en los tiempos que corren, con una agenda marcada por el populismo, más allá incluso de los nuevos partidos de extrema derecha, puesto que el discurso se ha extendido a «las principales formaciones políticas». Así lo aseguraba poco antes de la llegada de Francisco el director nacional de Cáritas, el alemán Hannes Stegemann, al recibir a un pequeño grupo de medios extranjeros, entre ellos Alfa y Omega.

A los 50.000 migrantes legales que residen en Marruecos (la mayoría estudiantes subsaharianos que se benefician de la generosa política de becas del país), se suman –estima Stegemann– otros 50.000 ilegales.

El número ha aumentado en los últimos años debido al cierre de la ruta entre Libia e Italia. Ahora España es la vía de entrada hacia el resto de Europa, pero «por miedo a resultar heridos en las vallas» de Ceuta y Melilla muchos terminan desistiendo, y hacen de Marruecos –que ha experimentado un notable crecimiento económico en las últimas décadas– su residencia permanente.

Con sus tres centros en Tanger, Casablanca y Rabat, Cáritas atiende en Marruecos cada año a 8.000 personas, la mayoría de origen migrante. Se trata de un número pequeño en comparación con el tamaño del país, y sobre todo de las necesidades reales. Stegemann destaca, sin embargo, que ninguna otra organización similar proporciona hoy un servicio comparable en Marruecos. Acuden desde «inmigrantes que duermen al raso en invierno», a «personas que llegan enfermas y necesitan un doctor o medicamentos que no pueden pagarse». También «mujeres embarazadas que no saben cómo funciona el sistema de salud», y reciben acompañamiento tanto durante el tiempo previo al parto, como durante los complicados trámites para conseguir un certificado de nacimiento para sus hijos. Llegan igualmente «muchas personas heridas tras cruzar la frontera desde Argelia», y sobre todo con Ceuta y Melilla, debido a las concertinas.

Para esta labor, Cáritas cuenta con un personal de unas 90 personas, «un tercio de origen subsahariano [tanto religiosos y religiosas de estos países, como antiguos migrantes asistidos], un tercio marroquíes [de religión musulmana] y un tercio, voluntarios de Europa, sobre todo de Francia».

A la primera categoría pertenece Abena Banyomo Jackson, el joven camerunés encargado de ofrecer su testimonio ante el Papa.Emigró en 2013 para poder ayudar a su familia, pero nunca consiguió llegar a España. Terminó malviviendo en el monte Gurugú, donde se refugian los migrantes en espera de una oportunidad para cruzar la frontera que nunca llegó.

Encontró ayuda en un sacerdote. Y en 2016 se benefició del proceso de regulación que promovió el rey de Marruecos. Ahora trabaja en Cáritas, que le da no solo la posibilidad de ayudar a su familia, sino de «contribuir a crear un mundo mejor» y de «ayudar a los migrantes a vivir dignamente».

Migrantes subsaharianos en el monte Gurugú, próximo a Melilla

Agradecimiento del Papa a la Iglesia

Francisco destacó la importancia de que los migrantes se ayuden entre sí. «Me gusta pensar que el primer voluntario, asistente, socorrista y amigo de un migrante es otro migrante que conoce en primera persona el sufrimiento del camino», dijo.

Al mismo tiempo, el Papa agradeció y animó a la Iglesia en Marruecos a continuar con una labor de asistencia que no solamente proporciona cubre necesidades materiales básicas, sino que contribuye a «dar esperanza» en estas situaciones de dificultad.

«Vosotros –dijo, dirigiéndose a los migrantes– no estáis marginados, estáis en el centro del corazón de la Iglesia». «La Iglesia reconoce los sufrimientos que afligen vuestro camino y padece con vosotros», prosiguió. «También quiere estar a vuestro lado para construir con vosotros lo que sea mejor para vuestra vida. Porque todo hombre tiene derecho a la vida, todo hombre tiene derecho a soñar y a poder encontrar el lugar que le corresponde en nuestra “casa común”. Toda persona tiene derecho al futuro».