En época de Adviento, la esperanza es el sentimiento que mejor simboliza la próxima llegada del Señor. El corazón de esa expectativa es María, elegida entre las mujeres para ser la Madre del Hijo de Dios. De ahí que en el año 656, los Padres del Décimo Concilio de Toledo instituyeran esta fiesta para que se celebrase antes del Nacimiento de Jesús.
Motivaron su decisión en el hecho de que no todos los años se puede celebrar convenientemente la Anunciación de la Santísima Virgen, al coincidir con el tiempo de Cuaresma. Por su especificidad, este tiempo no resulta el más idóneo para celebrar un misterio relacionado con el comienzo de la Salvación. De ahí que se estableciese que el día octavo antes de la Natividad se tuviese como preclaro en honor de su Santísima Madre.