Libros - Alfa y Omega

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Ricardo Benjumea

Sólo Paloma Gómez Borrero podía haber sido capaz de trazar un completo cuadro de un pontificado de casi 30 años a través de anécdotas y recuerdos personales, plasmados en una selección de descripciones llenas de colorido. Haciendo honor a su fama de gran contadora de pequeñas historias, ricas siempre en enternecedores detalles, la antigua corresponsal en Roma de TVE y COPE publica, en Plaza & Janés, Juan Pablo II. Recuerdos de la vida de un santo, que merece una mención especial dentro de la vasta oferta editorial al hilo de la canonización del Papa polaco. Son 200 páginas llenas de entrañables relatos. Está la boda en el Vaticano de la hija de un barrendero romano, o el abrazo de Juan Pablo II a un niño consumido por el sida en San Francisco (EE. UU.), mientras grupos radicales gritaban desde el exterior de la Misión Dolores contra la visita del Pontífice. Se trata de narraciones muy personales, en las que no pocas veces la propia periodista es coprotagonista de historias que, por lo demás, le resultarán familiares a muchos lectores. Pero a Gómez Borrero no se le puede negar la habilidad de unir esas historias en un relato coherente sobre el pontificado, y plasmarlas en un estimulante libro escrito desde el más sincero cariño al nuevo santo.

Para quien desee profundizar en el trasfondo y precedentes teológicos de aquellos años, una buena recomendación es esta completa biografía (480 páginas) de santa Faustina Kowalska, a cargo de la periodista e historiadora Ewa K. Czaczkowska, publicado por Palabra: La mensajera de la Divina Misericordia. De entrada, el libro aporta una interesante panorámica sobre la cultura y la espiritualidad en la Polonia rural de las primeras décadas del siglo XX. El pueblo polaco padeció todo tipo de penurias, y había aún de sufrir las invasiones nazi y soviética. Sor Faustina, religiosa de humildes orígenes, fallecida a los 33 años en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, profetizó lo que había de ocurrir en Europa, con el mensaje de que la Misericordia de Cristo es más fuerte que todo el mal de este mundo. Sus 82 revelaciones descritas le provocaron no pocas dificultades, mofas e incomprensiones. Pero la devoción a la Divina Misericordia fue extendiéndose por Polonia, hasta que un documento del Santo Oficio la puso en cuarentena en 1959. La Santa Sede revirtió la decisión en abril de 1978, gracias a los oficios del cardenal Karol Wojtyla, convencido de que, de las revelaciones a santa Faustina, «saldrá la chispa que preparará al mundo para Su última venida». Atendiendo a esas revelaciones, Juan Pablo II instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia en el segundo Domingo de Pascua. Fue ése el día elegido tanto por Benedicto XVI como por Francisco para la beatificación y canonización de san Karol, el Papa de la Divina Misericordia.