Francisco, año VII: el pontificado en un punto de inflexión - Alfa y Omega

Francisco, año VII: el pontificado en un punto de inflexión

Francisco ingresa en su séptimo año de pontificado ante un punto de inflexión. Y lo hace rezando. El sexto aniversario de aquella fumata blanca en 2013, cumplido este 13 de marzo, lo pasó en sus ejercicios espirituales de Cuaresma. No hubo especiales celebraciones, pero sí un creciente puñado de desafíos: de una golpeada reforma de la Curia romana al recurrente escándalo por los abusos sexuales contra menores; de la crisis humanitaria por migrantes y refugiados a las críticas cotidianas, que recibe dentro y fuera de la Iglesia. Pero quienes lo han visto en estos días lo notan especialmente lúcido, con extraordinaria fortaleza y voluntad de conducir, con mano firme, la barca de Pedro en tiempos borrascosos

Andrés Beltramo Álvarez
El Papa Francisco, en oración, durante los ejercicios espirituales, en la Casa Divino Maestro de Areccia (Italia), el 10 de marzo. Foto: EFE/EPA/Vatican Media

La imagen se repite. El Papa, con su sotana blanca y su maletín negro, abordando –como todos los demás– el autocar que conduce a cardenales y obispos al retiro de Cuaresma. Como desde su primer año en Roma, los colaboradores de la Curia vaticana dejan sus actividades para trasladarse a la Casa Divino Maestro de la localidad de Ariccia, a las afueras de la Ciudad Eterna.

Esta vez Francisco eligió al sacerdote benedictino olivetano Bernardo Francesco Maria Gianni, abad de la abadía de San Miniato al Monte, para conducir las reflexiones construidas en torno al tema La ciudad de los deseos ardientes. Miradas y gestos pascuales en la vida del mundo. Él mismo las siguió, sentado en medio de los bancos del gran salón de la casa. Su fotografía, mezclado entre tantas vestiduras negras, ya no sorprende.

«Francisco está excelente, lo vi muy bien. Lúcido y con gran fuerza», constató un viejo amigo del Papa, quien lo conoce desde hace años y lo visitó días atrás en la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano. Fortaleza que destaca tras una serie de semanas difíciles, en un pontificado que se resiste a ocupar el rol de asediado.

La reciente cumbre mundial de presidentes de conferencias episcopales para responder a los abusos sexuales contra menores en la Iglesia puso la atención internacional en Roma. Y multiplicó las presiones, incluso sobre el Pontífice. Según los organizadores «fue un gran paso adelante», pero las asociaciones de víctimas la consideraron tardía e insuficiente.

«El compromiso es ayudar a los obispos para que puedan proceder cuando, en cierto momento, les podrían temblar las manos», explicó, en declaraciones a Alfa y Omega, el vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Carlos Garfias Merlos.

Tras reunirse con el Papa junto a los otros directivos de la CEM, a inicios de marzo, el también arzobispo de Morelia reconoció que -en más de una ocasión– a los obispos «les entran las dudas» y, por eso, «les tiembla la mano». Pero Francisco le pidió expresamente a los prelados mexicanos avanzar con diligencia, y conducir procesos eclesiásticos «impecables» contra los depredadores. Un síntoma de que, más allá de la cumbre, el problema de los abusos continuará en lo más alto de la agenda pública mundial y entre las principales preocupaciones del Obispo de Roma.

Él mismo plasmó su angustia en palabras, al reunirse con el clero romano: «Siento deber compartir con ustedes el dolor y la pena insoportable que causa en todo el cuerpo eclesial la ola de los escándalos de los que los periódicos del mundo entero están llenos», exclamó. Pero instó a no desanimarse, porque «el Señor está purificando a su esposa» y «está salvando de la hipocresía».

Un dramatismo que se manifestó en toda su magnitud en el arco de pocos días, con la condena contra dos cardenales por asuntos relacionados con los abusos. Primero fue George Pell, exsecretario de Economía del Vaticano, quien fue hallado culpable de haber agredido sexualmente a dos muchachos en la década de los 90 por un tribunal australiano. Luego llegó el turno de Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, condenado por encubrimiento a los abusos cometidos por el padre Bernard Preynat contra algunos jóvenes scout durante los años 70 y 80, el pasado 7 de marzo por un tribunal francés. Una sentencia que sorprendió a todos, ya que el fiscal no había solicitado sanción alguna contra el purpurado por considerar que no hubo dolo en su actuar. El arzobispo fue sentenciado a seis meses de prisión en suspenso. No pisará la cárcel, y apelará la decisión del tribunal que, mientras tanto, precipitó su renuncia. Él mismo anunció que viajará a Roma en breve y entregará personalmente su dimisión al Papa.

El proceso de reforma de la Curia romana, comenzado con gran vigor al inicio del pontificado, se ha convertido en una especie de daño colateral de los abusos. Dos integrantes del C9, el consejo de cardenales designado por Francisco en 2013 como su grupo compacto, perdió a dos integrantes por esa crisis: el propio Pell y Francisco Javier Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago, investigado por presunto encubrimiento de abusos en su Chile natal.

Inminente documento

Estas dificultades no han detenido el trabajo del consejo ni la propia reforma. Como confirmó hace unos días en Madrid el cardenal hondureño y coordinador del C9, Óscar Rodríguez Maradiaga, la constitución apostólica que sellará el nuevo rostro de la Curia ya ha sido terminada y se encuentra en fase de traducción. Hasta ahora lleva el nombre provisional de Predicad el Evangelio, pero aún carece de fecha de publicación.

Pero el documento no aportará grandes novedades, porque las principales decisiones de reforma en la Curia ya fueron puestas en práctica en estos años. Entre ellas la creación de los dicasterios de Laicos, Vida y Familia; de Desarrollo Humano Integral, y de la Comunicación, estructuras nuevas que absorbieron a otras tantas oficinas. Además de la creación de la Secretaría para la Economía.

Estas son apenas unas cuantas acciones de una larga lista, que corre el riesgo de quedar eclipsada por los escándalos. Seis años después, el Vaticano ya no es el mismo. En parte gracias a los 27 decretos en forma de motu proprio (por propia voluntad) emanados por Francisco. Un número altísimo para tan poco tiempo de pontificado. Y de muy variados temas: nuevas reglas para la gestión de bienes, para las causas de nulidad matrimonial, para los procesos de canonización, para las renuncias de los clérigos y para el revisor de las cuentas vaticanas, entre otros. Esas forman parte de las 54 cartas apostólicas firmadas por Bergoglio.

El Papa Francisco se dirige a los obispos, durante la cumbre sobre la protección de menores, en el Vaticano, el 21 de febrero. Foto: EFE/Vatican Media

De viajero reticente… a incansable

El Papa argentino, que asumió la sede de Pedro a los 76 años y, en un principio, confesó su alergia a viajar demasiado, ya cumplió 26 giras internacionales en cuatro continentes, durante las cuales pisó 37 países. Para los próximos meses ya tiene programadas giras por Marruecos, Macedonia, Bulgaria y Rumania. En lista de espera aparecen Mozambique, Madagascar y Japón. Incansable también se mostró dentro de Italia, con 19 recorridos internos.

El próximo 25 de marzo sumará a ese elenco a Loreto, donde entregará formalmente la exhortación apostólica redactada como conclusión del Sínodo de los Obispos dedicado al tema de los jóvenes y realizado en octubre de 2018. Será el cuarto texto de este tipo en el actual papado, después de Evangelii gaudium (2013), Amoris laetitiae (2016) y Gaudete et exsultate (2018). A estos deben sumarse dos encíclicas: Lumen fidei (2013) y Laudato si (2015).

Tras reformar la estructura misma de las asambleas del Sínodo y haber convocado dos reuniones sobre la familia, sumadas a aquella de los jóvenes, en octubre próximo presidirá un Sínodo sobre la Amazonía. Una cumbre episcopal que promete no pasar desapercibida, con un Brasil conducido por Jair Bolsonaro.

Un pontificado basto, lleno de sorpresas. Con destacada presencia geopolítica, con discursos históricos en los principales foros mundiales: de las Naciones Unidas a los organismos europeos. Con intervención pacificadora en difíciles conflictos mundiales, incluso pese a las críticas. Con un mensaje incisivo a favor de los migrantes, los refugiados, los desposeídos y los desheredados. Encuentros con los líderes de prácticamente todas las naciones del mundo. Acuerdos inéditos como aquel logrado con China para el nombramiento de obispos. O la reciente declaración por la fraternidad firmada con el imán de Al-Azhar.

Mientras el balance resulta inevitable, Francisco afronta su séptimo año de ministerio papal en oración. Ejercicios espirituales para prepararse para los desafíos que vienen.