Europa me visita desde la duda - Alfa y Omega

Europa me visita desde la duda

Jaime Noguera Tejedor

Me gusta la vida, la reflexión abierta, la comunicación de los sentidos, el exabrupto de los sentimientos y, sobre todo, el saber que el hombre es el verdadero destinatario del esfuerzo del hombre que busca a Dios.

Por eso estoy confundido. Jaime Mayor Oreja, al recibir el Premio AIN a la defensa de la libertad religiosa, el 10 de mayo, nos recordaba que los cristianos somos minoría en Europa y apelaba a que trabajásemos como tales. Somos la conciencia de Europa. Y tenemos que hacer que se nos note. Pero estamos en desventaja.

Los cristianos moramos en el lugar adonde peregrinan todas las gentes que buscan de verdad el descanso de la paz. En esos lugares hay luz: es una luz espaciosa, limpia, franca, generosa; es una luz comunal, porque pertenece a todos, porque nadie quiere apropiársela y porque… no se puede envasar, ni homologar, ni etiquetar, ni vender. Pero los cristianos estamos, de hecho, perseguidos en Europa: no se nos permite manifestarnos como tales.

Me sorprende la capacidad que tiene Europa de mirar hacia afuera y pontificar acerca de lo que deberían hacer los demás. Conoce bien su cabeza; pero no conoce su corazón. A día de hoy no se puede proponer dentro de casa lo que sí se puede decir, bajito, en el exterior. Todo lo que lleve el apellido de cristiano se estigmatiza y se reprueba o rechaza en Europa.

Los planteamientos contemporáneos ponen los valores al final de las acciones: no están, se van haciendo y dependen de las circunstancias o de los intereses. El cristianismo, en cambio, nos habla de la justicia, del bien, de los caminos del bien, de la sabiduría que es el amor. El imperio de la razón utilitarista está a punto de cargarse lo que tantos siglos lleva en construcción: la idea de Europa. El relativismo cultural y social, impregnándolo todo, nos aboca al abandono de los referentes, porque nos da miedo que nos tachen de tales o cuáles. ¿Por qué nos estamos volviendo tan cobardes?

El hombre no es una mera herramienta. El hombre es el fin de la Creación, el destinatario del esfuerzo del hombre. El hombre es la nación y la patria de Europa y no al revés. Ése es fundamentalmente el problema. Porque se está construyendo un algo al margen del hombre; porque se está construyendo sobre falsos mitos y no sobre verdaderos principios; porque se está forzando al hombre en beneficio de algunos hombres.

Me siento estafado. Cuando ya no tienen argumentos, te preguntan dónde está ese Dios tuyo que permite la guerra y las crucifixiones en Siria o el secuestro de doscientas niñas en Nigeria. Yo he aprendido de Mireille Al Farah, que estudia su doctorado en Barcelona, donde vive exiliada, que es siria y cristiana, que hay que recordar lo que dice el Evangelio, «porque no seréis vosotros lo que hablaréis, sino que el Espíritu del Padre hablará en vosotros» (Mt 10, 20)…, y confiar en que el Espíritu Santo responda a lo que nosotros no sabemos responder. De momento, rezo para pedir perdón e implorar ayuda.