Unidos, mostrar a Dios-Amor - Alfa y Omega

Unidos, mostrar a Dios-Amor

Desde 1964, los cristianos de Tierra Santa se esfuerzan por trabajar y hablar unidos. No se trata sólo de defender sus intereses. «Si estamos peleándonos, ¿cómo podrán conocer a Cristo los musulmanes o los judíos?», pregunta el padre franciscano Artemio Vítores. En torno al lugar donde «tanto amó Dios al mundo», hay que mostrar que «Dios es amor»

María Martínez López
Una religiosa reza en el Santo Sepulcro, culmen de los Santos Lugares, donde «tanto amó Dios al mundo»

5 de enero de 1964. En Jerusalén, el Papa y el Patriarca de Constantinopla se abrazan, leen el Evangelio en latín y griego, se levantan la excomunión mutua, y Atenágoras coloca a Pablo VI el engolpion, colgante que simboliza su dignidad episcopal. Este momento histórico, que impulsó el diálogo ecuménico a nivel mundial, también fue clave en Tierra Santa, aunque de forma distinta: los dos encuentros del día anterior entre Pablo VI y el Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén, Benedictos I, marcaron «el comienzo de algo nuevo en las relaciones entre las Iglesias en Jerusalén». Lo explica desde Jerusalén el padre Frans Bouwen, Misionero de África, consultor del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y miembro del equipo que elaboró el borrador de la Exhortación post-sinodal Iglesia en Oriente Medio. Estos encuentros dieron frutos como la devolución a los ortodoxos de las reliquias de san Sabas, y la creación del Instituto Ecuménico Tantur, en Jerusalén, y de la Universidad de Belén, la primera en Cisjordania.

Hablando con una voz, a la fuerza

Desde entonces, las relaciones entre las distintas Iglesias han ido estrechándose. A veces a la fuerza, como respuesta a la presión que supone el conflicto palestino-israelí para la población cristiana, apenas un 2 % del total de la región, y mayoritariamente palestina. Durante la Primera Intifada, los cabezas de las Iglesias decidieron hablar con una sola voz, mediante una declaración conjunta que publicaron en enero de 1988. A ella se sumaron, en 1994 y 2006, sendos memoranda sobre el significado de Jerusalén para las comunidades cristianas y sobre sus derechos; además de mensajes anuales de Navidad y Pascua. A raíz de la Segunda Intifada (año 2000), en 2006 se creó el Centro Inter-Eclesial de Jerusalén (JIC), que coordina a las distintas Iglesias con el Consejo Mundial de las Iglesias y el Consejo de Iglesias de Oriente Medio.

Los responsables de las distintas Iglesias se reúnen cada dos meses, para debatir sobre sus problemas comunes. También lo hacen los clérigos, de forma más informal, en el Círculo ecuménico de amigos que coordina el padre Bouwen. El padre Artemio Vítores, hasta hace unos meses Vicario de la Custodia franciscana, lo define como ecumenismo de taza de café, o de amistad: «Cuando nos encontramos a alguien de otra Iglesia, nos saludamos y abrazamos. Eso ha sido una gran novedad».

Yusef Daher, Secretario Ejecutivo del JIC, cree que esta unidad permite a las Iglesias tener «una sola voz» para denunciar las injusticias, y «un solo cuerpo con el que atender a los necesitados». En la actual situación de Oriente Medio -añade el padre Bouwen-, «la unidad y colaboración entre los cristianos son más necesarias que nunca», para mantener su presencia y su testimonio en la región.

Las Iglesias no buscan únicamente una unión estratégica. «Jesús dice que en amarnos unos a otros conocerán que somos sus discípulos -subraya el padre Artemio-. Si estamos peleándonos, ¿cómo podrán conocer a Cristo los musulmanes o los judíos? Hay que hacer un esfuerzo para que los demás vean que Dios es amor. Aquí de forma especial, en torno al Santo Sepulcro, el lugar donde tanto amó Dios al mundo. Seremos examinados en el amor».

Este testimonio se enseña de forma práctica, por ejemplo, en los colegios de la Custodia. En ellos, se respeta la religión de los alumnos no católicos y no cristianos, pero también se les exige respeto a la identidad católica del centro. «Cuando aceptas al otro como lo que es, ya no podrán decirle que Todos los musulmanes… o Todos los cristianos…, porque ellos saben que en el colegio tenían un amigo así».

Después de haber vivido en Tierra Santa siete guerras y dos intifadas, ha llegado a la conclusión de que «éste es el único mensaje que podemos dar, porque es el mensaje de Cristo». En el conflicto entre Israel y Palestina, «se está utilizando la religión. Del mismo modo, puede ser parte de la solución», propone Yusef. El padre Bouwen espera que la visita del Papa Francisco sirva para renovar este espíritu ecuménico, que puede haber caído en «una cierta fatiga o rutina».

Familias ecuménicas

Hace unos años, el padre Artemio Vítores se dio cuenta de que muchas alumnas ortodoxas y armenias del Colegio Español iban a la Misa católica. Era más corta, en árabe, y sobre todo, «ahí estaban los chicos». El pequeño tamaño de las comunidades cristianas, y la restricción de movimientos entre los enclaves palestinos, hacen que, con frecuencia, los jóvenes se casen con miembros de otra Iglesia, sobre todo entre católicos y ortodoxos. Es el caso de Yusef Daher, casado con una ortodoxa, con quien tiene cinco hijos ecuménicos. Ocurre «casi en cada familia. Hace 50 años podía haber problemas», pero ahora está totalmente normalizado.

De hecho, en cierto sentido, los laicos llevan ventaja en el ecumenismo, aun sin ser conscientes de ello. «Por ejemplo -explica el padre Bouwen-, de forma espontánea se identifican primero como cristianos, antes de su Iglesia concreta». Y son muchos los ortodoxos que trabajan en colegios o entidades católicas -más abundantes- o de otra confesión.