Más de mil millones de portavoces - Alfa y Omega

Más de mil millones de portavoces

¿Qué diferencia al católico del protestante? ¿Por qué hay que confesarse con un hombre si sólo Dios puede perdonar los pecados? ¿No es cierto que la fe puede convertir a una persona en fanática e incluso violenta? Todo católico debería ser capaz de responder a estas preguntas, y de hacerlo, además, con dulzura y empatía hacia su interlocutor. Porque todo católico -la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales es buen momento para recordarlo- es portavoz de la Iglesia. Y usted, ¿está preparado?

Rosa Cuervas-Mons
En las fotografías, los chicos de Arguments, durante la preparación de guiones y la grabación de la serie Young Answers

En 2011, Miquel Urmeneta vio un cartel en la puerta de su parroquia. Convocaba a un casting para formar parte de Catholic Voices (Voces católicas) en Barcelona. Allí fue, y se encontró hablando sobre qué haría si, estando en misa, apareciera un grupo de chicas de FEMEN y se quitaran ropa. ¿Cómo las tratarías? ¿Les tirarías una manta encima? «Buscaban mi reacción sobre algo que podía molestarme, ver si yo saltaba», explica Urmeneta a Alfa y Omega. En realidad, buscaban el modelo que soñó el cardenal Newman: Un laicado que no sea arrogante, ni charlatán, ni polemizador, hombres que conocen su religión (…), que conocen su fe tan bien que pueden dar testimonio de ella (…) Quiero un laicado inteligente, bien instruido… Un laicado como los speakers que, junto a Urmeneta, conforman hoy Catholic Voices-Barcelona, o como los chicos de Arguments, que dieron el salto a la fama con sus Young answers (respuestas jóvenes) en la JMJ de 2011.

Teología del laicado

No tienen miedo a nada. Están orgullosos de su Iglesia, a la que, eso sí, saben conformada por hombres y, por tanto, pecadora. Por eso no rehúyen ninguna cuestión espinosa. Tampoco la de los casos de abusos. ¿Por qué hay tanto cura pedófilo? «Bueno, la pregunta no debería ser por qué hay tanto cura pedófilo, sino por qué hay un solo cura pedófilo». Lo dicen con la transparencia propia de quien se enfrenta a la verdad: «Que haya un solo sacerdote que abuse de un niño, es algo gravísimo. Pero la Iglesia está formada por hombres y hay sacerdotes que caen». Hablan de pedir perdón y de poner todos los medios para que algo así no vuelva a suceder, pero también sacan la cara por la gran mayoría de los sacerdotes. «La mayoría de los abusos sexuales sucede en entornos familiares, pero yo, cuando veo a un padre, no veo a un pedófilo, y la gente, cuando ve a un sacerdote, ve a un pedófilo y eso es muy triste, porque no es real». Una respuesta serena, sin más intención que la de aportar luz sobre uno de los aspectos más tristes que ha enfrentado la Iglesia.

Mientras, en Madrid, los chicos de Arguments trabajaban en éste y otros vídeos de pregunta-respuesta sobre cuestiones de la Iglesia, en Santiago de Chile se gestaba lo que hoy es una de las delegaciones más activas de Voces católicas. Su directora ejecutiva, Sofía Wulf, explica a Alfa y Omega que fue en 2011, y tras una visita del fundador de Catholic Voices en Reino Unido, Jack Valero, cuando decidieron importar la idea. «Vivíamos el destape de casos de abusos, muy dolorosos para la comunidad católica, y las comunicaciones y la forma de darlas no estaban siendo buenas». Así que se pusieron manos a la obra. No son portavoces oficiales de la Iglesia, pero son Iglesia. No necesitan más tarjeta de presentación: «La idea bebe de la teología del laicado. Cualquier bautizado es Iglesia y ojalá los laicos tomáramos más conciencia de nuestra pertenencia a la Iglesia», puntualiza Urmeneta.

En los zapatos del otro

Ya tenemos el porqué. Ahora expliquemos el cómo. Tanto Catholic Voices-Valencia, como las delegaciones de Barcelona o Santiago de Chile, han seguido la estela de la idea original de Reino Unido: ponerse en los zapatos del otro; empatizar; buscar el fondo positivo de toda argumentación contraria; tender puentes de diálogo y, muy importante, no pretender ganar ningún debate. «Aportar luz, no calor». Urmeneta y Wulf lo explican con ejemplos. «Cuando alguien critica la no ordenación de mujeres en la Iglesia, en el fondo está reivindicando la dignidad y la igualdad de la mujer, y eso es positivo. A partir de ese punto común -la Iglesia es la máxima defensora de la mujer- podemos establecer el debate y explicar la postura de la Iglesia». En fin, «se trata de comunicar como los primeros cristianos, sin dar por supuesto que los demás saben quién es Cristo y cuál es su Palabra».

Tras un proceso de selección y varias sesiones de formación, los miembros de Catholic Voices y Arguments están preparados para responder a la llamada del Papa Francisco a salir a las periferias -también las virtuales- y llevar el mensaje de Cristo a todos los rincones del mundo. En un plató de televisión, en un estudio de radio o en el muro de Facebook. También en la cafetería de la Facultad o en la oficina con sus compañeros de trabajo. «Comunicar a Cristo implica una responsabilidad. Si tú eres católico, debes ser coherente, tengas o no dimensión pública», subraya para Alfa y Omega Lucía Martínez Alcalde, la conocida como chica del pañuelo de los vídeos de Arguments. Ella es, como el resto de integrantes de estas nuevas voces no oficiales de la Iglesia, una católica comprometida, que ha aprendido a mantener el tono propio del cristiano dentro y fuera de los platós de televisión. «Al principio, sólo recibíamos insultos y mofas. Luego, la tendencia cambió y hasta nos pedían autógrafos». Y llegaron los frutos de su trabajo, como aquel sacerdote que les contó que su vídeo sobre el aborto en caso de violación había evitado que dos chicas violadas acabaran con su embarazo.

Helen Alvaré saluda al cardenal de Nueva York en la Universidad de la Santa Cruz

No defender lo indefendible

De triunfos provida sabe mucho la norteamericana Helen Alvaré, cara mediática del Comité Provida de los obispos, que lidera el cardenal Anthony Bevilacqua, y participante, junto a los miembros de Catholic Voices y otros comunicadores, en el Congreso Estrategias creativas para promover un cambio cultural, de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, del pasado mes de abril en Roma. Abogada, esposa y madre, esta dulce tertuliana es, para la prensa, una boxeadora con guantes de seda. Sus adversarios caen rendidos: «Es la interlocutora más formidable a la que me he enfrentado. Capaz, lista y agradable», decía la Presidenta de la Liga pro aborto, Kate Michelman. «Ojalá fuera de las nuestras».

Quizá porque, ni los medios, ni los espectadores esperaban una cara tan amable y honrada -«nunca voy a defender lo indefendible»- para hablar a favor de la Iglesia. Comparte la idea Sofía Wulf, que por experiencia sabe que hasta los periodistas se sorprenden cuando ven que la contertulia católica no es tan nerd [aburrida, pringada] como pensaban, sino una joven de pelo morado que conquista corazones. Lo que no saben, quizá, es que minutos antes de salir al plató a dar la cara por su Iglesia, Sofía se ha reservado unos minutos para retirarse, rezar y poner su trabajo en manos de Dios. «Para que Él se luzca».

Disponibilidad, paciencia y respeto

En su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa Francisco ha apelado, una vez más, al diálogo y la capacidad de escucha. «Dialogar -señala el Santo Padre- significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas. Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas».

Por eso, y retomando palabras de Benedicto XVI, pide a los católicos que no ofrezcan su testimonio «bombardeando con mensajes religiosos, sino con la voluntad de donarse a los demás a través de la disponibilidad para responder con paciencia y con respeto a sus preguntas y sus dudas en el camino de búsqueda de la verdad y del sentido de la existencia humana».

De este modo, y teniendo siempre presente que la comunicación de un católico debe ser «aceite perfumado para el dolor y vino bueno para la alegría», Internet ofrece, dice el Papa, «mayores posibilidades de encuentro y solidaridad entre todos». Porque «necesitamos amar y ser amados; necesitamos ternura. Sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia. El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador», señala el Papa que, de nuevo, pide a la Iglesia que salga a la calles. «Prefiero una Iglesia accidentada por salir a la calle que una Iglesia enferma de autorreferencialidad».

De la red de redes, del mundo virtual, hay que aprovechar, según el Santo Padre, esa oportunidad que brinda de «abrir las puertas de las iglesias». «Tanto para que la gente entre, en cualquier condición de vida en la que se encuentre, como para que el Evangelio pueda cruzar el umbral del templo y salir al encuentro de todos». «Una Iglesia que sea la casa de todos, también en el contexto de la comunicación. Una Iglesia que logre llevar calor y encender los corazones». ¿Cómo? Tomando como referencia la parábola del Buen samaritano: «El buen samaritano no sólo se acerca, sino que se hace cargo del hombre medio muerto que encuentra al borde del camino. (…) Comunicar significa tomar conciencia de que somos humanos, hijos de Dios».

Y, con este ejemplo del buen samaritano, el Papa pide una proximidad real: «Que nuestra luminosidad no provenga de trucos o efectos especiales, sino de acercarnos, con amor y ternura, a quien encontramos en el camino. No tengáis miedo de haceros ciudadanos del mundo digital».

«El mensaje es Jesucristo»

Convencido de que la Iglesia tiene 1.200 millones de portavoces y de que lo que un católico hace, dice, piensa o calla refleja, en realidad, qué es la Iglesia, cómo es esa Iglesia y en qué cree esa Iglesia, el director del Secretariado de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal, don José Gabriel Vera, anima a los católicos a tomar conciencia de su responsabilidad.

¿Responsabilidad compartida?
Es de todos, no sólo de los sacerdotes y obispos. En cómo trato a mi familia, cómo cumplo mis obligaciones laborales… A veces, con nuestro mal ejemplo, propiciamos que se hable mal de la Iglesia, y otras, con nuestra cercanía y afecto dejamos una buena imagen.

¿Y qué se puede hacer para no meter la pata en esa misión?
Ser Iglesia católica, conocer cada vez más la Verdad, tratándola, recibiéndola y comunicándola. Y, cuando metemos la pata, pidiendo perdón porque no estamos siendo lo que se espera de nosotros.

¿Qué responde a quien reclama un cambio de mensaje en la Iglesia?
Nuestro mensaje no es un qué, es un Quién. Nosotros hablamos de Jesucristo y, en esto, no cambiamos. Cuando nos alejamos de Él nos estamos equivocando.

Insultos antisemitas, chistes tras el asesinato de una dirigente política… Las redes sociales se convierten, en ocasiones, en cloacas de la comunicación. ¿Por qué debe estar presente en ellas la Iglesia?
Las redes sociales son un mundo real, necesitado del anuncio de la Salvación, y por tanto de la presencia de la Iglesia. Algunos creen que las redes sociales no tienen límites y, para las personas bien formadas, los límites de las redes son los mismos que los de la vida real: la libertad de expresión tiene como límites la verdad, la dignidad de las personas y su fama. No hay libertad de expresión pra mentir, difamar o calumniar.

Entonces, ¿la relación de la Iglesia con las redes sociales debe ser…?
La Iglesia lleva dos mil años creando comunidad, siendo comunidad. Las redes sociales pueden aprender mucho de cómo la Iglesia crea comunidades cristianas para compartir, ayudar, entregarse. Conviene que las redes miren a la Iglesia para colaborar en esa cultura del encuentro a la que invita el Papa y, al mismo tiempo, conviene que la Iglesia entre en las redes para encontrarse con ese mundo real que es el mundo digital.