Tres días para la Historia - Alfa y Omega

Tres días para la Historia

Redacción
Unos 1.200 niños hicieron la Primera Comunión en el Estadio de Amán

Misa en el Estadio Internacional de Amán
«Todos tenemos un único Padre»

«Es necesario realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera».

«La paz no se puede comprar, no se vende. La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir artesanalmente mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza».

Encuentro con refugiados y discapacitados junto al Jordán
«¿Quién vende las armas?»

«Nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio. Pienso, en primer lugar, en la amada Siria, lacerada por una lucha fratricida que dura ya tres años y que ha cosechado innumerables víctimas, obligando a millones de personas a convertirse en refugiados y a exilarse en otros países. Todos queremos la paz. Pero, viendo este drama de la guerra, viendo estas heridas, viendo tanta gente que ha dejado su patria, que se ha visto obligada a marcharse, me pregunto: ¿quién vende armas a esta gente para hacer la guerra? He aquí la raíz del mal».

Misa en la Plaza del Pesebre (Belén)
«¡El llanto de estos niños es acallado!»

«El Niño Jesús, nacido en Belén, es el signo que Dios dio a los que esperaban la salvación. (…) También hoy los niños son un signo. Signo de esperanza, signo de vida, pero también signo diagnóstico para entender el estado de salud de una familia, de una sociedad, de todo el mundo. Cuando los niños son recibidos, amados, custodiados, tutelados, la familia está sana, la sociedad mejora, el mundo es más humano. (…) «Todavía hoy muchos niños son explotados, maltratados, esclavizados, objeto de violencia y de tráfico ilícito. Demasiados niños son hoy prófugos, refugiados, a veces ahogados en los mares, especialmente en las aguas del Mediterráneo. De todo esto nos avergonzamos hoy delante de Dios, el Dios que se ha hecho Niño. Y nos preguntamos: ¿quién somos nosotros ante Jesús Niño? ¿Quién somos ante los niños de hoy? ¿Somos como María y José, que reciben a Jesús y lo cuidan con amor materno y paterno? ¿O somos como Herodes, que desea eliminarlo? (…)

En un mundo que desecha cada día toneladas de alimento y de medicinas, hay niños que lloran en vano por el hambre y por enfermedades fácilmente curables. En una época que proclama la tutela de los menores, se venden armas que terminan en las manos de niños soldados; se comercian productos confeccionados por pequeños trabajadores esclavos. Su llanto es acallado. ¡El llanto de estos niños es acallado!».

4 Papas en Belén. En el mural: Benedicto XVI, Juan Pablo II y Pablo VI ante el Niño

Regina Coeli en la Plaza del Pesebre
«Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento»

«Señor Presidente Mahmoud Abbas, en este lugar donde nació el Príncipe de la paz, deseo invitarle a usted y al Señor Presidente Simon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano. Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber, especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y constructores de la paz, sobre todo con la oración. Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento. Los hombres y mujeres de esta tierra y del todo el mundo nos piden presentar a Dios sus anhelos de paz».

Ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Tel Aviv
«Que re redoblen los esfuerzos por la paz»

«Que se redoblen los esfuerzos y las energías para alcanzar una resolución justa y duradera de los conflictos que han causado tantos sufrimientos. Junto a todos los hombres de buena voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que no dejen nada por intentar en la búsqueda de soluciones justas a las complejas dificultades, de modo que israelíes y palestinos puedan vivir en paz. Es necesario retomar siempre con audacia y sin cansarse el camino del diálogo, de la reconciliación y de la paz. No hay otro camino. Así pues, renuevo el llamamiento que Benedicto XVI hizo en este lugar: que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas. Que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la solución de los dos Estados se convierta en una realidad y no se quede en un sueño». (A continuación, el Papa dirigió a Simon Peres las mismas palabras que había dirigido al Presidente Abbas durante el Regina Coeli).

Celebración ecuménica en el Santo Sepulcro
«Quienes matan cristianos no les preguntan si son ortodoxos o católicos»

«No podemos negar las divisiones que todavía hay entre nosotros, discípulos de Jesús: este lugar sagrado nos hace sentir con mayor dolor el drama. Y, sin embargo, cincuenta años después del abrazo de aquellos dos venerables Padres, hemos de reconocer con gratitud y renovado estupor que ha sido posible, por impulso del Espíritu Santo, dar pasos realmente importantes hacia la unidad. Somos conscientes de que todavía queda camino por delante para alcanzar aquella plenitud de comunión que pueda expresarse también compartiendo la misma Mesa eucarística, como ardientemente deseamos; pero las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino».

«Deseo renovar la voluntad, ya expresada por mis Predecesores, de mantener un diálogo con todos los hermanos en Cristo para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva y pueda ser, en el contexto actual, un servicio de amor y de comunión reconocido por todos».

«Cuando cristianos de diversas confesiones sufren juntos, unos al lado de los otros, y se prestan los unos a los otros ayuda con caridad fraterna, se realiza el ecumenismo del sufrimiento, se realiza el ecumenismo de sangre, que posee una particular eficacia, no sólo en los lugares donde esto se produce, sino, en virtud de la comunión de los santos, también para toda la Iglesia. Aquellos que matan, que persiguen a los cristianos por odio a la fe, no les preguntan si son ortodoxos o si son católicos: son cristianos. La sangre cristiana es la misma».

En la explanada de las mezquitas

Visita al Gran Muftí de Jerusalén
¡Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia!»

«Desde este lugar santo lanzo un vehemente llamamiento a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abrahán: respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz. ¡Salam!».

Visita de cortesía a los dos Grandes Rabinos de Israel
«Nuestra fe tiene raíces judías»

«Este camino de amistad [entre cristianos y judíos] representa uno de los frutos del Concilio Vaticano II, en particular de la Declaración Nostra aetate, que tanta importancia ha tenido y cuyo 50º aniversario recordaremos el próximo año. En realidad, estoy convencido de que, cuanto ha sucedido en los últimos decenios en las relaciones entre judíos y católicos, ha sido un auténtico don de Dios».

«No se trata solamente de establecer, en un plano humano, relaciones de respeto recíproco: estamos llamados, como cristianos y como judíos, a profundizar en el significado espiritual del vínculo que nos une. (…) Por parte católica, ciertamente tenemos la intención de valorar plenamente el sentido de las raíces judías de nuestra fe. Confío, con su ayuda, que también por parte judía se mantenga y, si es posible, aumente el interés por el conocimiento del cristianismo».

Visita de cortesía al Presidente de Israel, Simon Peres
«Los Lugares santos no son museos»

«Los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde las comunidades de creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad. Por eso, se deben salvaguardar para siempre en su sacralidad, tutelando así no sólo el legado del pasado, sino también a las personas que los visitan hoy y que los visitarán en el futuro. Que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la Humanidad. Qué bello que los peregrinos y los residentes puedan acudir libremente a los Lugares Santos y participar en las celebraciones».

Encuentro con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas en la iglesia de Getsemaní
«Cristianos de Jerusalén, vuestra presencia aquí es muy importante»

«Nos hará bien a todos nosotros, obispos, sacerdotes, personas consagradas, seminaristas, preguntarnos en este lugar: ¿quién soy yo ante mi Señor que sufre? ¿Soy de los que, invitados por Jesús a velar con Él, se duermen y, en lugar de rezar, tratan de evadirse cerrando los ojos a la realidad? ¿O me identifico con aquellos que huyeron por miedo? (…) ¿Descubro en mí la doblez, la falsedad de aquel que lo vendió por treinta monedas? (…) ¿Me identifico con los que fueron débiles y lo negaron, como Pedro? (…) ¿Me parezco a aquellos que ya estaban organizando su vida sin Él, como los dos discípulos de Emaús? (…) O bien, gracias a Dios, ¿me encuentro entre aquellos que fueron fieles hasta el final, como la Virgen María y el apóstol Juan? (…) ¿Me identifico con aquellos que han imitado a su Maestro hasta el martirio, dando testimonio de hasta qué punto Él lo era todo para ellos?».

«Vosotros, queridos hermanos y hermanas, estáis llamados a seguir al Señor con alegría en esta Tierra bendita. Es un don y también es una responsabilidad. Vuestra presencia aquí es muy importante; toda la Iglesia os lo agradece y os apoya con la oración. Desde este lugar santo, deseo dirigir un afectuoso saludo a todos los cristianos de Jerusalén: quisiera asegurarles que los recuerdo con afecto y que rezo por ellos, conociendo bien la dificultad de su vida en la ciudad. Los animo a ser testigos valientes de la Pasión del Señor, pero también de su resurrección, con alegría y esperanza».

Misa en el cenáculo

Misa con los obispos de Tierra Santa en el Cenáculo
«La santidad nace de la Eucaristía»

«Aquí, donde Jesús consumó la Última Cena con los apóstoles; donde, resucitado, se apareció en medio de ellos; donde el Espíritu Santo descendió abundantemente sobre María y los discípulos. Aquí nació la Iglesia, y nació en salida. Desde aquí salió, con el Pan partido entre las manos, las llagas de Jesús en los ojos, y el Espíritu de amor en el corazón. En el Cenáculo, Jesús resucitado, enviado por el Padre, comunicó su mismo Espíritu a los apóstoles, y con su fuerza los envió a renovar la faz de la tierra. (…)

El Cenáculo nos recuerda la comunión, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo! ¡Cuánta caridad ha salido de aquí, como un río de su fuente, que al principio es un arroyo y después crece y se hace grande… Todos los santos han bebido de aquí; el gran río de la santidad de la Iglesia siempre encuentra su origen aquí, siempre de nuevo, del Corazón de Cristo, de la Eucaristía, de su Espíritu Santo».