Un nuevo inicio - Alfa y Omega

La abdicación de don Juan Carlos sorprendió a la Conferencia Episcopal Española en plena presentación del Mensaje para el Día de la Caridad. El Secretario General, don José María Gil Tamayo, veterano en lides periodísticas, comenzó la rueda de prensa agradeciendo al Rey «su servicio y entrega generosa a nuestro país», y expresando su «confianza en su sucesor, el Príncipe de Asturias».

No eran palabras hechas ni meramente protocolarias. ¡Gracias, muchísimas gracias!, titulaba su artículo el cardenal Antonio Cañizares en La Razón, que como todos los grandes diarios publicó el lunes por la tarde una edición especial. El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino calificaba al monarca de «un gran Rey, al que siempre han animado y animan sus profundas convicciones cristianas, que nunca ocultó». Más aún -resalta-, Don Juan Carlos se sentía en la responsabilidad de «custodiar el rico patrimonio de fe cristiana y de cultura que ha impregnado notablemente nuestra historia», según sus propias palabras al visitar, en 2001, la sede de la Conferencia Episcopal.

Con mayor o menor adhesión sentimental, los editoriales de los grandes diarios coincidían el lunes en su alta valoración del reinado de Juan Carlos I, que, con sus luces y sombras, ha dado a España 39 insólitos años de paz y prosperidad. Pero los comentarios de opinión reflejaban también los nubarrones del momento presente. «El Príncipe de Asturias está llamado a reinar e un momento en que se ha producido una clara muestra de desencanto de los españoles con su clase dirigente», escribía Ramón Pérez Maura en ABC. «Desde la legitimidad histórica de la Corona, refrendada por la legitimidad constitucional que a todos concierne, el nuevo Rey tendrá la responsabilidad de ayudar a integrar a aquellos -en general jóvenes- que no se sientan identificados con la España en la que han nacido y crecido».

«La Transición española se ha cerrado definitivamente esta mañana con el anuncio de la abdicación del Rey que la hizo posible», afirmaba en este mismo diario Ignacio Camacho. «No es un cambio de régimen, pero sí un fin de ciclo», en el que «el statu quo constitucional ha hecho crisis en medio de una oleada de desapego que reclama medidas de regeneración urgente». La corrupción o el separatismo -dice Herman Tertsch– son algunos de los grandes males que toca hoy afrontar, mientras -añade Juan Manuel de Prada– un porcentaje considerable de la opinión, «no ya sólo entre la izquierda más rampante, sino también en ciertos sectores desnortados de la derecha», es incapaz de entender «que la institución monárquica es -permítasenos el empleo del término paulino- un katéjon, un obstáculo que impide la emergencia de nuestros peores demonios atávicos».

JM Nieto, en ABC

Afirma un comunicado del movimiento Comunión y Liberación, publicado el martes en Páginas Digital: «Hace treinta y nueve años una generación asumió su responsabilidad dejando atrás viejas divisiones y construyendo una convivencia basada en la consideración de que el otro no es un enemigo a eliminar. Del mismo modo, esta nueva generación está llamada a expresar una voluntad de convivencia real que excluya la dialéctica agresiva y estéril que ha erosionado nuestra democracia en los últimos años. Ésta es una decisión que hoy debemos renovar todos… Los españoles estamos ante un nuevo inicio. Pedimos al Señor de la Historia que conceda a don Felipe de Borbón y a doña Letizia la inteligencia, la capacidad de afecto y la responsabilidad necesarias para favorecer una convivencia real entre los españoles. Y que suscite en todos nosotros un deseo de afirmar radicalmente a la otra persona como un bien».

Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal

El Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, en nombre de todos los obispos españoles, reconoce y agradece la trayectoria de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I, su entrega generosa y su contribución a la historia reciente de España, en particular a la instauración y a la consolidación de la vida democrática, con especial relevancia durante el período de la Transición Política.

Su servicio a España ha sido de un extraordinario valor. Estamos seguros de que ahora tendrá continuidad en la persona del Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia, quien ha acreditado ya su cualificación y competencia, como hemos podido constatar en sus diferentes presencias en la vida pública.

Rogamos a Dios que siga sosteniendo a Sus Majestades los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, en esta nueva etapa de sus vidas, y que asista a la Corona de España en el servicio constitucional que tiene encomendado.