Un signo de unidad - Alfa y Omega

Un signo de unidad

No había mejor fecha para reabrir una catedral que el domingo de Pentecostés. Tras 20 años cerrada por la amenaza que suponía el estado del templo, la diócesis alavesa reabrió al culto, el pasado domingo, su primera iglesia, la catedral de Santa María, la catedral vieja, que data del siglo XIII

Fernando de Navascués
Tradicional estampa de la torre de campanario de la catedral, del siglo XVI

«La catedral Santa María es una imagen de los efectos del Espíritu Santo en la Iglesia», dijo el obispo de Vitoria, monseñor Miguel Asurmendi, en la Misa de Pentecostés. «El Espíritu Santo es principio de unidad de la Iglesia», y, durante 150 años, la catedral ha sido «icono y promotora de cohesión y unidad de las comunidades cristianas: unidad con Cristo y unidad entre los fieles de los territorios de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava; fuente de difusión del Evangelio, de centenares de misioneros sacerdotes, consagrados y laicos», añadió.

Ecce Homo, conocido como Cristo sentado en la piedra negra (siglo XV)

Citando a Pablo VI, el obispo gazteiztarra recordó que la cátedra del obispo «es signo de unidad, de orden, de potestad y de auténtico magisterio en unión con el Papa, sucesor de Pedro. Además, la iglesia-catedral, por la majestad de su construcción, es signo de aquel templo espiritual, que se edifica en las almas y que resplandece por la magnificencia de la gracia divina». En ella, por tanto, los fieles encuentran su unidad como Iglesia local, centro de la vida litúrgica, de evangelización y de humanización, porque en ella se encuentra la cátedra del obispo, «presencia de la Sucesión Apostólica que asegura el testimonio del Evangelio con la autoridad de su interpretación auténtica».

Una unidad que ya daba los primeros pasos en el siglo XIII, aunque no fue hasta el 8 de septiembre de 1861, con la erección de la diócesis de Vitoria por parte del Papa Pío IX, cuando este templo se convertía en sede catedralicia. Por cierto, hasta 1950, esta diócesis englobaba a las tres provincias vascas: Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.

La catedral alavesa fue restaurada en los años sesenta del siglo pasado, pero ante la aparición de grietas en bóvedas y paredes, tuvo que cerrarse al culto en 1994.

Las joyas de la catedral

La apertura de la catedral de Santa María ofrece a la contemplación un templo del siglo XIII. Su planta es de cruz latina, y posee tres naves y un amplio crucero, con su cabecera y su girola, además de triforio en todo su perímetro. Una de las joyas de la corona es la triple portada gótica del XIV, dentro de un pórtico y bajo una torre campanario, algo más tardía, de entorno al siglo XVI, y que es el rasgo característico en cualquier panorámica de la ciudad de Vitoria.

El interior ha recuperado sus obras, algunas de ellas restauradas, y ha sumado alguna procedente de templos alaveses ya sin culto. En el presbiterio, encontramos una sillería del siglo XIX, una imagen de la Asunción, de Mauricio Valdivieso, del XVII, y un Crucifijo del XVI.

Respecto a los cruceros y girolas, podemos señalar el sagrario de piedra que se encuentra en la Capilla del Santísimo, de finales del siglo XV, y que procede de una iglesia abandonada. No se puede olvidar la Andra Mari de Vitoria, del siglo XIII, también conocida como Santa María de Vitoria, y como Nuestra Señora de la Esclavitud, imagen que estuvo recubierta de plata y restaurada en 1962. También se encuentran santos y Beatos alaveses, como san Prudencio, santa Josefa, o el Beato Tomás de Zumárraga, además de Beatos mártires durante la persecución religiosa en España del siglo pasado.

Monseñor Asurmendi, obispo de Vitoria, preside la Misa de Pentecostés, el pasado domingo, en el presbiterio de la recién restaurada catedral, con el Crucifijo del siglo XVI y el altar nuevo que consagró

Fuente de difusión del Evangelio

En las naves encontramos numerosos lienzos, como el barroco de santa Ana, o el de santa Victoria, del XVII; o el Santo Entierro, copia de Caravaggio, de 1595. Retablos como el de san Prudencio, el de san Marcos o el de san Bartolomé. En este lugar, se encuentra un Ecce Homo, escultura sedente de madera policromada, imagen muy popular en el centro de Europa y Países Bajos desde finales del siglo XV; se le conoce como Cristo sentado en la piedra negra. Y de la sacristía destaca la cajonería barroca del siglo XVIII y el Relicario, del mismo siglo.

La catedral de Vitoria, una nueva visita obligada, que en palabras de su obispo, recordémoslo, ha sido «fuente de difusión del Evangelio, de centenares de misioneros sacerdotes, consagrados y laicos».