Rémi Brague: «La ideología de género es pura ensoñación»
El sábado se presenta en París el manifiesto Por una Europa de la dignidad humana, impulsada por la plataforma One of Us, cuyo objetivo es estimular los resortes espirituales y morales de un Viejo Continente corroído por las dudas acerca de su identidad y misión. Uno de sus promotores, el profesor de Filosofía Medieval en la Sorbona Rémi Brague, explica los entresijos del documento. «De no publicarlo –afirma–, estaríamos ante un caso de omisión del deber de socorro»
Cuando One of Us se fundó hace cinco años no estaba destinada a tener consecuencias inmediatas: era una mera petición a las autoridades europeas para que tomasen las medidas necesarias de cara a la protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Se trataba, de modo específico, de evitar que se subvencionase la investigación con embriones humanos, a los que se trataría como a cobayas. Posteriormente, surgió la idea de completar y ampliar la iniciativa a través de encuentros entre intelectuales, médicos, juristas y filósofos a escala europea para defender y profundizar en la misma concepción del hombre. «Es, por lo tanto, una ampliación de la perspectiva hacia una antropología, aunque la palabra suene algo pretenciosa».
Lo que pretende el manifiesto del sábado es un despertar de la conciencia europea. ¿No llega un poco tarde?
Es muy posible, pero no es la primera vez que se hacen saltar las alarmas. Hace cinco años, el objetivo fue posicionarse sobre un punto preciso y no fuimos escuchados. Las instituciones europeas ni siquiera consideraron esta iniciativa legislativa que recogió 1.700.000 firmas [contra la financiación pública en la UE de investigación que requiera la destrucción de embriones humanos y la prohibición de fondos europeos para apoyar el aborto]. Fue tratada con desprecio.
Más si se tiene en cuenta que desde hace más de 15 años ninguna ley de ingeniería social, ya sea el matrimonio homosexual, la liberalización del aborto a pasos agigantados o la procreación asistida, ha sido frenada en los países de Europa occidental.
Nunca hay que darse por vencido antes de estarlo verdaderamente, pero es verdad que las instituciones europeas van en esa dirección. Lo que se llama liberalización consiste en realidad en poner la libertad de los ciudadanos, sobre todo la de las mujeres, bajo el control de la técnica, ya sea ésta médica o jurídica. Llamar a eso liberalización es una broma de mal gusto.
¿Se podía haber hecho algo antes?
Si otros lo hubieran hecho hace 20 años, dudo que hubieran tenido más audiencia. Hoy, sin poder volver atrás en el tiempo y sin hacernos la más mínima ilusión sobre el eco que podamos encontrar en medios controlados por poderes que no son los nuestros, lo hacemos.
Dicho esto…
…y sin querer comprometer al resto, me permito recordar la parábola del centinela del libro de Ezequiel: el profeta cuenta que Dios le dice que es como un centinela. Si este advierte a sus conciudadanos de la llegada del enemigo y que estos no le escuchaban, no sería su culpa en caso de que se produjera una masacre en la ciudad. También podemos alegar la noción penal de omisión de socorro. En este caso sería omisión de socorro a civilización en peligro. Nosotros avisamos, ya veremos lo que ocurre.
¿Corre peligro la civilización europea?
Seguramente lo corra, pero no por factores externos. Además, la naturaleza peligrosa de los factores externos que podríamos evocar sería, a su vez, consecuencia del desmoronamiento interno, de dudas sobre nosotros mismos, de culpabilidad aplastante y de negarse a escuchar a los que recomiendan la prudencia. Tenemos que abordar un problema intelectual, moral y espiritual, y proponer una reforma en ese sentido, como hizo Ernest Renan hace 150 años. Y no para hacer política, pues somos muy escépticos acerca de la capacidad de los políticos y de la política para traer el cambio.
Por lo tanto, el manifiesto es el punto de partida de una acción a largo plazo.
Eso esperamos. Por supuesto, nos daremos por satisfechos si logramos resultados tangibles a corto plazo. Pero somos perfectamente conscientes de que nuestra empresa es de largo recorrido. El desmoronamiento no se produjo hace pocos días, llevamos ya varios años en que nuestra cultura, si es que se la puede seguir llamando así, ha tomado decisiones que la llevan hacia la autodestrucción. De ahí que sepamos que la mejoría, en caso de que acaeciera, tardará años, por no decir décadas, en ser palpable.
Hay que armarse de paciencia.
Sí.
La ideología de género es uno de los aspectos en los que esa paciencia es más que necesaria. ¿Se puede detener sus efectos a largo plazo?
Se impone la prudencia. Mi primer comentario sería recordar que es una teoría, o supuestamente tal, que partió casi de la nada, de un puñado de personas entre las cuales se encontraba el tristemente famoso médico John Money, con el apellido oportuno. Sus trabajos, supuestamente experimentales, sirvieron de base a la ideología de género. A continuación, fueron retomados por otros pocos. Ahora vemos sus consecuencias.
Diga una de ellas.
Esta teoría ha desviado, al igual que se desvía y secuestra a un avión, los fines primigenios del movimiento feminista, que tiene muchas vertientes positivas, muchas de las cuales comparto sin reservas.
¿Qué se puede hacer para invertir la tendencia?
En primer lugar, demostrar la ausencia de bases científicas de esa teoría, que no descansa sobre nada, es una ensoñación en estado puro, por no decir una pesadilla. Corresponde a las feministas hacer las aclaraciones conceptuales en su propia teoría. Gracias a Dios, algunas ya han empezado la tarea, tal y como se desprende, por lo menos en Francia, de algunos libros de reciente aparición y que advierten de las derivas.
Una de las derivas más dañinas es la que opone la identidad sexual natural a la sentida.
Hay que decir que los roles sociales de los sexos no están directamente preconfigurados por las diferencias fisiológicas que existen entre varones y hembras de la especie humana. Hay un núcleo de verdad en ello. Toda teoría se plasma de forma perversa en torno a un núcleo de verdades; de lo contrario no se la tomaría en serio. De igual forma, la ideología nazi parasitaba la teoría de la evolución y la marxista leninista parasitaba la economía política.
Según recalca el manifiesto, otro antídoto puede ser la recuperación de los valores cristianos. ¿No es una quimera a estas alturas?
Es un error filosófico. No me gusta el término de valores de modo general y menos aún en su vertiente. No deja de ser irónico constatar cómo ese término se ha apoderado del discurso cristiano si se tiene en cuenta que es un término filosófico de Nietzsche, que no era precisamente cristiano. Desconfío, pues, de su uso, que fomenta el subjetivismo: el valor es lo que doy a algo, es algo distinto al bien.
Así las cosas…
…hablar de valores cristianos es negar el hecho de que lo que llamamos valores también puede ser compartido por paganos. Prefiero que se hable de Cristo, que era típicamente cristiano, aunque viniera para todos los hombres. Mejor que se mencionen la virtud y el bien.