Lo primero, las víctimas - Alfa y Omega

Lo primero, las víctimas

Solo una Iglesia humilde, capaz de afrontar al daño que ha provocado, podrá recuperar la credibilidad

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Foto: EFE/Kiko Huesca

Con pocas horas de diferencia es difundían dos noticias sobre la Iglesia de muy distinto signo. Una era el asesinato del salesiano español Antonio César Fernández tras una vida de entrega en África. La segunda, la expulsión definitiva del sacerdocio del excardenal Theodore McCarrick por su historial de abusos sexuales. Y por si no hubiera suficientes historias truculentas en torno a los abusos cometidos por religiosos, la Fiscalía francesa anunciaba la apertura de una investigación contra el nuncio, el cardenal Luigi Ventura por la presunta agresión sexual a un funcionario parisino. El asunto, a priori, es de distinta naturaleza y mucho menos grave que el anterior, pero con la embarazosa circunstancia de que en 2015 la Santa Sede negó el plácet al candidato propuesto al frente de la embajada francesa por su condición de homosexual, poniendo ahora en bandeja la acusación de doble moral. Con todo, no es la incoherencia en materia de moral sexual de algún purpurado lo que más debería preocupar a la Iglesia. Los abusos no solo eclipsan testimonios de vida de entrega como las del misionero Antonio César Fernández, sino que suponen una enmienda a la totalidad. No tanto por los crímenes individuales de algunos, sino por la dimensión institucional que llevó a su ocultación. Porque si bien es cierto que la conciencia sobre la gravedad de los abusos es hoy –en toda la sociedad– incomparable a la de hace décadas, la compasión con la víctima pertenece a la esencia del mensaje cristiano.

Los protocolos que se establezcan como resultado de la cumbre que comienza en Roma supondrán un paso decisivo para desterrar ese encubrimiento, pero los organizadores advierten de que hace falta también una conversión del corazón, un cambio de mentalidad. Como el que simbolizó hace unos días el cara a cara del obispo auxiliar de Madrid José Cobo con Juan Cuatrecasas, padre de un joven abusado y presidente de Infancia Robada, primera asociación de victimas en España. Solo esa Iglesia humilde, capaz de enfrentarse al daño que ha provocado para ofrecer curación y resarcimiento, podrá recuperar la credibilidad. Y lo que es más importante, volver a poner el foco en el anuncio del Evangelio de Jesús de Nazaret, enviado para la salvación del mundo.