¡Ya es tiempo de caminar! - Alfa y Omega

Tenemos que aprender de santa Teresa a ser evangelizadores. Hay cuatro aspectos que quiero destacar de santa Teresa para la misión:

–Para evangelizar es imprescindible que Cristo sea el centro de nuestras miradas. Debemos establecer con Él, como santa Teresa, una relación de amistad tan intensa que pueda llegar a ser descrita incluso como desposorio espiritual.

–La importancia de la vida fraterna: la Santa tuvo siempre un intenso amor a la Iglesia, de la cual se sabía hija y en la cual quería vivir y morir. Asimismo, deseó convertir los monasterios en auténticas comunidades, verdaderas familias donde la fraternidad pudiera hacerse visible en la convivencia de las Hermanas. Sólo desde el amor a la Iglesia se puede evangelizar, y sólo formando grupos en los que se reproduzca el ideal de los Hechos de los Apóstoles es posible descubrir qué significa compartir con Cristo, por obra del Espíritu, la condición de hijos de Dios y la experiencia de ser hermanos.

–El amor a la pobreza: no se puede seguir a Cristo sin acoger su invitación a dejarlo todo para que Él sea el único tesoro de nuestra vida. No se puede amarlo despreciando a los hermanos que pasan necesidad. Estas afirmaciones tienen consecuencias muy concretas: para ser cristiano hay que vivir una cierta austeridad y hay que compartir nuestros bienes con los necesitados, dándoles no sólo de lo que nos sobra, sino incluso de aquello que necesitamos para vivir. No todos tenemos que vivir como monjas de clausura; pero sí debemos esforzarnos por ser lo más austeros y generosos que nos permita nuestro estado de vida.

–El afán evangelizador: todo amigo de Cristo, como lo fue la Santa, desea que todos descubran la alegría de esta amistad. Siempre es útil releer unas atinadas frases del Libro de las Fundaciones: «Me acaece que, cuando en las vidas de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace y más ternura y más envidia, que todos los martirios que padecen, pareciéndome que Nuestro Señor precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podamos hacer».

De la Carta ¡Ya es tiempo de caminar!