Las reliquias del Beato Luis Campos Górriz, en Madrid - Alfa y Omega

El martes 17 de junio fue un día emotivo y espiritualmente intenso para los miembros de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

Las reliquias de su primer Beato laico, Luis Campos Górriz, fueron recibidas en la capilla de la sede central de esta Asociación para, a continuación, celebrar una solemne Eucaristía presidida por nuestro Consiliario Nacional, monseñor Fidel Herráez Vegas, obispo auxiliar de Madrid.

Luis Campos Górriz había sido beatificado por san Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001, junto a otros miembros laicos formados por la Compañía de Jesús. Algunos de sus profesores fueron compañeros de martirio, el 28 de noviembre de 1936, en el Picadero de Paterna.

A pesar de su juventud -no había cumplido 32 años en el momento de su muerte-, Luis Campos Górriz fue un apóstol laico incansable que presidió la Congregación Mariana y la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos. Precursor y Presidente de los Jóvenes de Acción Católica, fue Secretario General de la Asociación Católica de Propagandistas y del CEU. Su lema fue la unión de todos los católicos.

Todo este trabajo de apostolado se fraguó ya desde su entrada en el colegio de San José, de los padres jesuitas. Un compañero de clase, Elías Reig, lo recordaba «de estatura regular, más bien bajo, color cetrino y mirada penetrante y comprensiva. Moralmente, fue, sobre todo, bueno y sufrido, además de inteligente y estudioso». En la Universidad de Valencia, fundada por Fernando el Católico y el Papa Alejandro VI, cursó los estudios de Filosofía y de Derecho.

Consciente de que la cultura es una mediación esencial para la transmisión del mensaje religioso, fue en la universidad donde se definió claramente su vocación por el apostolado juvenil, y en la Asociación Católica de Propagandistas donde su espíritu activo y organizador encontró el campo ideal para ese apostolado incansable que tan sólo quedó truncado por su martirio.

Según su biógrafo Roberto Moróder, la ingente actividad que llevó a cabo desde su incorporación, en 1921, a la Universidad, sólo puede entenderse con una receta eficaz: la oración. «Por ella, ni se debilitó, ni se cansó, ni pesó a los demás; por ello se mantuvo como flor lozana, cuna de virtud, ejemplo vivísimo de perenne vigor».

El martes 17, al ver entrar las reliquias de nuestro Beato Luis Campos Górriz en la capilla, tuve la impresión de que venían impregnadas de ese aura de oración que estuvo presente a lo largo de la Eucaristía.

El espléndido coro de la Universidad CEU San Pablo, de Madrid, propició el ambiente de emoción espiritual cuando entonó el Aleluya, de Haendel, al introducir el relicario del Beato Luis Campos Górriz en su nicho.

Emilio E. Navarro Torres
Vicepresidente de la ACdP