Misericordia para el siglo XX - Alfa y Omega

Misericordia para el siglo XX

Una gran contribución de Juan Pablo II a la Iglesia fue la comprensión, a la luz de la Divina Misericordia, cuya fiesta celebramos el domingo, del mal provocado por el hombre. El pintor polaco Jerzy Duda Gracz, en su Vía Crucis (aquí damos una selección) plasmó cómo el sufrimiento de un pueblo se puede transformar en esperanza gracias al amor misericordioso de Dios

Cristina Sánchez Aguilar
Estación XII: 'Cristo muere en la Cruz'. Y junto a él, la Madre de Dios de Jasna Góra y su discípulo fiel, Juan Pablo II. Alrededor, el pintor recrea a los santos polacos, como san Estanislao de Kostka, san Maximiliano Kolbe, santa Faustina Kowalska, santa Eduviges y san Casimiro, entre otros
Estación XII: Cristo muere en la Cruz (detalle). Y junto a él, la Madre de Dios de Jasna Góra y su discípulo fiel, Juan Pablo II. Alrededor, el pintor recrea a los santos polacos, como san Estanislao de Kostka, san Maximiliano Kolbe, santa Faustina Kowalska, santa Eduviges y san Casimiro, entre otros.

Hay que correr, porque van a dar las tres de la tarde. Desde el autobús que deja a los peregrinos en el parking del santuario de la Divina Misericordia, muy cerca de Cracovia, hay alrededor de 10 minutos a pie hasta llegar a la pequeña capilla donde reposan los restos de santa Faustina Kowalska y el mundialmente conocido cuadro de Jesús Misericordioso, pintado por Eugenio Kazimirowski bajo las indicaciones de la santa. Llegan los peregrinos a tiempo, pero un segundo después, alguien cierra el portón a sus espaldas, y cientos de personas se arrodillan —poblados los pasillos, hasta las escaleras del templo— para rezar la conocida como Coronilla de la Divina Misericordia, oración que, según el Diario de santa Faustina, escrito entre 1934 y 1938, «otorga gran misericordia a la hora de la muerte» a quien la recite.

En la capilla no entra ni un alfiler, pero no hay ninguna celebración especial. Es un martes cualquiera. Pero los fieles, sacerdotes, religiosas, religiosos y peregrinos que atestan el pequeño santuario de la congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia saben que, quien se acerca hasta ese lugar, en la colina de Lagiewniki, «percibe de modo particular el mensaje que Cristo mismo quiso transmitir a nuestra generación por medio de sor Faustina: No tengas miedo de nada. Yo estoy siempre contigo», como señaló Juan Pablo II en la visita que realizó al santuario en 1997.

Años después, en 2002, el Papa polaco retornaría a la colina, para consagrar el nuevo templo que construyó la congregación, al lado del antiguo, ante la avalancha de fieles devotos de Jesús Misericordioso. «Aquí, en el fuego del Amor Divino, los corazones arderán anhelando la conversión, y todo el que busque la esperanza, encontrará alivio» dijo durante la homilía.

La misericordia para el siglo XX

Quien se preguntó, desde su niñez, por esta incidencia de Jesús en la Historia, tanto durante la Segunda Guerra Mundial como en los acontecimientos sociopolíticos de su Polonia natal, fue el pintor Jerzy Duda Gracz, un joven nacido en la localidad de Czestochowa en 1941, a la sombra de su amada Virgen de Jasna Góra. Gracz vivió siempre inquieto y lleno de confusión en un mundo, el suyo, cargado de contrastes: las revoluciones del pueblo polaco, las deportaciones de judíos y la masacre de tantos vecinos, y también la resistencia y el perdón a los enemigos de tantos otros, influenciados por la devoción a la Divina Misericordia que recorría las venas de Polonia durante aquellos duros años.

Estos contrastes los plasmó, tanto en sus obras como en sus enseñanzas durante la etapa como profesor universitario. Gracz pintó el mundo que veía, haciendo hincapié en la virtud y el vicio, en lo armónico y lo extravagante. Hasta que, a los 58 años, cayó gravemente enfermo, debatiéndose entre la vida y la muerte. En su lucha por sobrevivir, se encontró con Jesús como Salvador de cada persona, pero también de la Historia y de los pueblos. Así, encontró la respuesta a la inquietud que le atormentó toda la vida.

Fue tras este encuentro con Dios cuando decidió, a través de sus obras, mostrar la Buena Noticia del Evangelio a través del Camino de la Cruz, a través del vía crucis. «Gracz mostró, en esta ingente obra, el sufrimiento humano de Jesús: le muestra humillado y, al mismo tiempo, victorioso», señala el padre Jan Golonka Osppe, uno de los monjes paulinos que viven en el santuario de Czestochowa. «También retrató al pueblo polaco, al real, con sus tristezas, con su amargura», añade. Porque el arte del polaco estuvo profundamente arraigado al contexto de sus vecinos. No quiso mostrar un placer estético, sino «un Gólgota presente hoy en la católica Polonia», como el propio Gracz señaló.

El pintor dejó, en el santuario de Jasna Góra, las estaciones del vía crucis actualizadas al inicio del tercer milenio. Cuando el peregrino visita la primera planta de la capilla, se encuentra ante una serie de 18 pinturas oscuras, de inmenso tamaño -casi dos metros de alto- que reflejan la visión del polaco sobre su pueblo, con el yugo del nazismo y el comunismo sobre las espaldas.

El camino al Gólgota muestra las 14 estaciones tradicionales, y cuatro más, añadidas por el autor, que muestran que el amor de Dios y su Divina Misericordia triunfan sobre el miedo, el dolor y el mal del hombre: La Resurrección, La duda de Tomás, La aparición en Galilea y la Ascensión. Esta obra fue su granito de arena para la nueva evangelización de los pueblos, tantas veces mencionada por Juan Pablo II. Para despertar en el pueblo cansado la esperanza de Cristo resucitado tras catorce episodios de dolor. Como la propia Polonia: resucitada tras tantos años de represión.

El vía crucis del siglo XX

En la primera Estación, Cristo es condenado a muerte. El pintor representa a Cristo atado, pero no aparece Poncio Pilato, sino quienes, en la actualidad, condenan a Jesús. En la obra se ve a un juez con los ojos tapados, y junto a él, una mujer con una palangana para lavarse las manos de la sangre del Cordero. También se ven varios micrófonos, que representan a los medios de comunicación de masas: «Muchos emplean estos medios para transmitir falsas ideologías que manipulan a la gente y condenan a Cristo en la actualidad», afirma la Hermana Francisca Paluch, religiosa ursulina y una de las guías del santuario.

En la segunda Estación, vemos a Cristo cargando con la Cruz. Con esta expresión máxima de amor, Jesús se convierte en la esperanza de todos los enfermos de cuerpo y alma, representados en el cuadro a través de decenas de muletas. Gracz pinta a los dolientes como tullidos, en silla de ruedas, pero también con el atuendo de los campos de concentración o con uniforme militar. «Es el dolor que le rodeó toda su vida, que tanto le hizo sufrir y que aprendió a perdonar gracias a la misericordia de Dios», señala la religiosa.

La Estación quinta es una de las más conmovedoras. El pintor se representa a sí mismo como el Cireneo: «Él me sacó de mi vida de sufrimiento, me mostró el camino de la verdad», escribiría al describir esta escena. Entre la multitud, la Polonia aún doliente observa desde la barrera, sin decidirse a tomar el camino de la Salvación.

Después, Jesús cae al suelo. En la obra del polaco, todos miran al frente, sin ver lo que pasa a su alrededor. Según el pintor, este cuadro representa el Domingo de Ramos y a la población inmersa en la preparación de las fiestas, tan importante para ellos, que olvidan que Jesucristo carga la Cruz en la soledad del camino al Calvario.

En la Tercera Caída de Jesús, el pintor llora por los más pequeños. «El sufrimiento de los niños inocentes, la inmensidad de abortos provocados, los niños soldado, la prostitución infantil, los chicos masacrados en los hornos crematorios de Auschwitz, los niños desnudos de cariño… Éste es el sufrimiento que derriba a Cristo al suelo hasta agonizar», explica la guía del santuario de Jasna Góra. Al fondo, la escalera de Jacob, por la que los inocentes ascenderán directos al cielo.

La undécima Estación es la pintura del sufrimiento de Polonia. Cristo es clavado en la Cruz, y en segundo plano, le acompañan todos los polacos perseguidos o asesinados. Destaca en la comitiva el cardenal Wyszynski, arzobispo de Varsovia, arrestado por el Gobierno comunista por su defensa de la Iglesia. El cardenal fue, posteriormente, una de las figuras claves en la caída de dicho régimen en el país. Gracz también representa el asesinato del capellán de los obreros del sindicato Solidarnosc en Varsovia, el Beato Jerzy Popieluszko: en el cuadro se ve, detrás de Cristo, el maletero abierto del coche donde los comunistas asaltaron al cura, y una foto colgada del capó. Al fondo, se puede ver el Monumento a los caídos y asesinados en el este, erigido en una calle central de Varsovia para honrar la memoria de los polacos deportados a los campos de Siberia, y a las víctimas del crimen de Katyn. Representa decenas de cruces sobre un vagón de tren.

En la duodécima Estación, Cristo muere en la Cruz. Y junto a él, la Madre de Dios de Jasna Góra y su discípulo fiel, Juan Pablo II. Alrededor, el pintor recrea a los santos polacos, como san Estanislao de Kostka, san Maximiliano Kolbe, o santa Faustina Kowalska, entre otros.

En la decimocuarta Estación, Jesús es depositado en el sepulcro. Para Gracz, la tumba de Cristo es Auschwitz, junto a los cientos de miles de judíos allí asesinados y quemados. También lo son «las ideologías destructoras, que representa el pintor a través de los libros: el nazismo, el comunismo, el imperialismo…, todos los ismos que atentan contra la dignidad humana y que intentan tapar el cuerpo de Jesús, hacerlo desaparecer», explica la Hermana Francisca Paluch.

Finalmente, llegan las Estaciones añadidas por el pintor. Una de ellas, la duda del apóstol Tomás, la misma duda que pulula sobre los hombres, que intentan entender a Dios con la mente, construyendo una nueva Torre de Babel. Pero el pintor, en primer plano, representa a la Iglesia, a los enfermos y moribundos, a los niños, que creen en Él sin haber visto. Añade Gracz una Estación de la aparición de Jesús en Galilea, con el Pan de Vida en la mano y Pedro a su lado, acompañados ambos por los ministros de la Iglesia. Es su particular homenaje a la Esposa de Cristo.

Estación I: 'Cristo condenado a muerte'. Cristo sigue siendo condenado continuamente... ¿Quién lo condena en nuestros días? El pintor representa a un juez ciego, y a los 'mass media' que transmiten falsas ideologías
Estación I: Cristo condenado a muerte. Cristo sigue siendo condenado continuamente… ¿Quién lo condena en nuestros días? El pintor representa a un juez ciego, y a los mass media que transmiten falsas ideologías.
Estación II: 'Cristo abraza la cruz'. Con esta expresión de amor y humildad, Cristo se convierte en la esperanza de todos los enfermos de cuerpo y alma, representados en la estación con muletas y sillas de ruedas
Estación II: Cristo abraza la cruz. Con esta expresión de amor y humildad, Cristo se convierte en la esperanza de todos los enfermos de cuerpo y alma, representados en la estación con muletas y sillas de ruedas.
Estación V: El 'Cireneo ayuda a Cristo a llevar la cruz'. Es el propio autor, Duda Gracz, el que ayuda a Jesús. Así, proclama la misericordia de Dios sobre su historia. «En la enfermedad, Dios me mostró el camino del bien», escribió
Estación V: El Cireneo ayuda a Cristo a llevar la cruz. Es el propio autor, Duda Gracz, el que ayuda a Jesús. Así, proclama la misericordia de Dios sobre su historia. «En la enfermedad, Dios me mostró el camino del bien», escribió.
Estación VI: 'Verónica limpia el rostro de Cristo'. Para el pintor, la Verónica de nuestros días son las religiosas, que pasan sus vidas ayudando a los enfermos y a los más necesitados
Estación VI: Verónica limpia el rostro de Cristo. Para el pintor, la Verónica de nuestros días son las religiosas, que pasan sus vidas ayudando a los enfermos y a los más necesitados.
Estación VII: 'Cristo cae a tierra por segunda vez'. Gracz representa la fiesta del Domingo de Ramos, en la que la gente está más pendiente de la festividad que de la Cruz de Cristo, que sigue su camino en soledad
Estación VII: Cristo cae a tierra por segunda vez. Gracz representa la fiesta del Domingo de Ramos, en la que la gente está más pendiente de la festividad que de la Cruz de Cristo, que sigue su camino en soledad.
Estación IX: 'Cristo cae a tierra por tercera vez'. El sufrimiento de los niños inocentes causa, en nuestros días, un profundo sufrimiento a Jesús. Los abortos, los niños soldados, la prostitución infantil... derriban a Cristo
Estación IX: Cristo cae a tierra por tercera vez. El sufrimiento de los niños inocentes causa, en nuestros días, un profundo sufrimiento a Jesús. Los abortos, los niños soldados, la prostitución infantil… derriban a Cristo.
Estación XI: 'Cristo es crucificado'. Gracz retrata, en segundo plano, a los polacos perseguidos o asesinados. Entre ellos, judíos con el uniforme de Auschwitz, el cardenal Wyszynski, o el coche del Beato Popieluszko, asesinado por los comunistas
Estación XI: Cristo es crucificado Gracz retrata, en segundo plano, a los polacos perseguidos o asesinados. Entre ellos, judíos con el uniforme de Auschwitz, el cardenal Wyszynski, o el coche del Beato Popieluszko, asesinado por los comunistas.
Estación XIII: 'El cuerpo de Cristo en brazos de su Madre'. El cuerpo de Jesús es sujetado por la Virgen de Czestochowa. Sobre la cruz se ve la bandera de Polonia y, a los lados, héroes nacionales que dieron su vida por la patria, haciendo por su nación lo que Cristo hizo por los hombres
Estación XIII: El cuerpo de Cristo en brazos de su Madre. El cuerpo de Jesús es sujetado por la Virgen de Czestochowa. Sobre la cruz se ve la bandera de Polonia y, a los lados, héroes nacionales que dieron su vida por la patria, haciendo por su nación lo que Cristo hizo por los hombres.
Estación XIV: 'Cristo depositado en el sepulcro'. Que no es otro que Auschwitz, junto a los cientos de miles de personas allí asesinadas. El pintor alude también a las ideologías —en forma de libros— que sepultan a Jesús
Estación XIV: Cristo depositado en el sepulcro. Que no es otro que Auschwitz, junto a los cientos de miles de personas allí asesinadas. El pintor alude también a las ideologías —en forma de libros— que sepultan a Jesús.
Estación XV: 'La Resurrección'. El rostro de Cristo es el único que se ve con claridad, entre miles de personas
Estación XV: La Resurrección. El rostro de Cristo es el único que se ve con claridad, entre miles de personas.
Estación XVI: 'La duda de Tomás'. Los hombres de hoy también dudan, e intentan entender a Dios con la mente, construyendo una nueva Torre de Babel. Pero la Iglesia, los enfermos, los ancianos y los niños representan a los que creen en Él sin haber visto
Estación XVI: La duda de Tomás. Los hombres de hoy también dudan, e intentan entender a Dios con la mente, construyendo una nueva Torre de Babel. Pero la Iglesia, los enfermos, los ancianos y los niños representan a los que creen en Él sin haber visto.
Estación XVII: 'La aparición en Galilea'. Aparece Jesús resucitado con el Pan de la Vida en una mano, y Pedro arrodillado a su lado. Ambos están acompañados por los ministros de la Iglesia. Es el particular homenaje de Gracz a la Esposa de Cristo
Estación XVII: La aparición en Galilea. Aparece Jesús resucitado con el Pan de la Vida en una mano, y Pedro arrodillado a su lado. Ambos están acompañados por los ministros de la Iglesia. Es el particular homenaje de Gracz a la Esposa de Cristo.
Estación XII: 'Cristo muere en la Cruz'. Y junto a él, la Madre de Dios de Jasna Góra y su discípulo fiel, Juan Pablo II. Alrededor, el pintor recrea a los santos polacos, como san Estanislao de Kostka, san Maximiliano Kolbe, santa Faustina Kowalska, santa Eduviges y san Casimiro, entre otros
Estación XII: Cristo muere en la Cruz. Y junto a él, la Madre de Dios de Jasna Góra y su discípulo fiel, Juan Pablo II. Alrededor, el pintor recrea a los santos polacos, como san Estanislao de Kostka, san Maximiliano Kolbe, santa Faustina Kowalska, santa Eduviges y san Casimiro, entre otros.