¡Róbenselos a la calle!  - Alfa y Omega

Lo más esperanzador de esta Jornada no va a ser un documento final o un programa a ejecutar. Se lo ha dicho Francisco a los jóvenes en Panamá con su estilo inconfundible: lo que quedará para el futuro será el cambio del corazón experimentado estos días, un cambio que sólo puede venir del encuentro con Cristo, y que se manifestará en un modo distinto de pertenecer a la Iglesia, pero también a la ciudad común, en la que serán constructores de puentes, no de muros.

Con la JMJ no se pretende crear una Iglesia paralela un poco más divertida, una Iglesia más «cool», ha dicho el Papa. Eso sería no respetar a los jóvenes ni lo que el Espíritu está diciendo a la Iglesia a través de ellos. Francisco ha querido conectar con los sueños más verdaderos de los jóvenes, unos sueños que no se evaporarán ni serán colonizados si encuentran su cumplimiento en Jesús, que es la única razón de ser de la Iglesia. Por eso les ha pedido que escuchen a sus mayores y estén bien enraizados en sus comunidades.

Un momento especialmente intenso ha sido el encuentro con los obispos de Centroamérica, a los que recordó que la gloria y la potencia de la Iglesia dependen únicamente de acoger a Cristo que se entrega por los hombres, por tanto no puede ser buscada a través de alianzas con los poderes del mundo, como testimonió san Óscar Romero. En un discurso apasionado, Francisco ha pedido a los obispos que «roben» a la calle a tantos jóvenes en riesgo de ser cautivados por la cultura de la muerte, que bajen a disputar el corazón de los jóvenes a las drogas, a las pandillas violentas, al vacío y a la desesperanza que tantas veces los atrapa, porque «sin hogar, sin familia, sin comunidad, sin pertenencia, quedan a la intemperie del primer estafador».

José Luis Restán / ABC