Ante una explosión, ¿ayudar o fotografiar? - Alfa y Omega

Ante una explosión, ¿ayudar o fotografiar?

Ricardo Ruiz de la Serna
Foto: AFP/Thomas Samson

El pasado 12 de enero hubo una explosión en una panadería del distrito 9 París, no lejos de los Grandes Bulevares. Las autoridades han atribuido la deflagración a una fuga de gas. Murieron cuatro personas. Una de ellas era Laura Sanz, española de 36 años a quien su esposo le había regalado un viaje a la Ciudad de la Luz. Los informativos y las redes sociales se llenaron de imágenes y vídeos que los viandantes tomaron mientras todo ocurría.

Mientras el humo se disipaba y los heridos pedían auxilio.

Mientras los bomberos y el personal de rescate trabajaban.

Allí estaban los transeúntes grabando, fotografiando y compartiendo en sus distintos perfiles.

Allí estaban agonizando seres humanos y otros seres humanos captaban imágenes y las hacían virales.

Registrar el sufrimiento –que es necesario, pero no lo es todo– está sustituyendo a la intervención directa sobre el mundo: la reacción autodefensiva, el impulso salvador de otra persona, la petición de auxilio a la desesperada. Todo esto queda dentro de lo que cabe augurar ante una catástrofe. Pero, ¿filmar la agonía sin otra reacción que seguir grabando? ¿Sacar fotografías como si, de repente, todos nos hubiésemos vuelto reporteros gráficos? No mancillemos el nombre del Periodismo. Quien cubre una guerra, un atentado terrorista en directo o una inundación en Europa Central cuando el Danubio se desborda y dice ¡basta!, lo tiene difícil para seguir trabajando en lugar de ponerse a hacer algo: cargar un cuerpo, quitar ladrillos, pedir auxilio. Se contiene para que otros –nosotros– veamos el horror que azota al mundo.

Ahora bien, ¿es eso lo que mueve a esas personas que grababan como fascinadas el espanto en el centro de París una mañana? ¿Es esa vocación de servir contando y registrando la actualidad? ¿No será más bien que nos estamos divorciando de la humanidad que nos lleva –nos debería llevar– a salir en auxilio de quien pide ayuda?

El padre de la joven española fallecida en la explosión ha denunciado esta deshumanización. Ha descrito cómo su yerno sostenía en brazos a su esposa «pidiendo ayuda, ayuda y la gente, qué poco corazón, con el puto móvil en las manos, grabando, y nadie se dignó a dar ayuda a ese hombre». Solo un bombero francés «cogió a mi hija y le estuvo dando los masajes cardíacos, la tuvo con vida hasta que vino la ambulancia, gracias a ese bombero francés».

Pero otros muchos miraban mientras orientaban los móviles hacia los escombros.

Cuanta más tecnología tenemos para comunicarnos, más aislados de los que nos rodea nos encontramos. Los 37 grados de la temperatura del cuerpo humano nos dicen menos que la frialdad de la pantalla del móvil. Tiemblo por nuestra sociedad al recordar que algún día habrá un Juicio.

Ese bombero tendrá una respuesta el día que le pregunten: «¿Dónde está tu hermana?».

¿Qué responderemos a esa pregunta cada uno de nosotros?