Los silencios militares - Alfa y Omega

El concepto de Dios que habla en el silencio está en la mística oración solitaria de Cristo en las cimas de las montañas, en la soledad sonora de san Juan de la Cruz, en la música silenciosa de Mompou, en los fotogramas de la película El Gran Silencio y, también, en los silencios sonoros en los que Dios habla a nuestros militares en sus largas noches de vela y servicio, guardia y vigilancia.

«La noche sosegada en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora» es vivencia de san Juan de la Cruz en la que se funde la poesía con la fe y esta con el amor. Y cuántas noches sosegadas y silenciosas nuestros soldados y guardias civiles custodian el descanso de los compañeros en bases en lejanos desiertos y barcos hundidos en nigérrimas noches de los océanos. Eternas horas de obscuridad en las que el único rumor que rompe la tensa calma nace de una mar que en sus olas mece el reposo del marino, o de los lejanos susurros de la naturaleza en el desierto y las montañas mientras los centinelas custodian el sueño de sus unidades y nace en el horizonte el albor de la aurora.

Silencio y soledad en los que los militares rezan a los seres amados en la voz del Señor de la Calma y de la Tempestad, Quien funde estrellas y olas con el amor a la patria en las plegarias que marinos y soldados aprendieron de niños. Silencio sonoro de Dios en las periferias de Occidente de quienes dialogan con la soledad bajo el firmamento estrellado.

El silencio, tan desconocido en nuestra sociedad, lo trata con confianza el militar cada guardia, mientras escucha a Dios que, como el roag a los antiguos profetas, le habla en la noche. Dios y soldado dialogan en la soledad del servicio, y el militar comprende que la Palabra de Dios se escucha en el silencio más triste y doloroso: el de la ausencia de la Palabra de Dios en el odio de los enemigos de la paz.