Monseñor Juan José Omella: «La doctrina social es parte integrante del anuncio del Evangelio» - Alfa y Omega

Monseñor Juan José Omella: «La doctrina social es parte integrante del anuncio del Evangelio»

Monseñor Juan José Omella es el presidente de la Comisión episcopal de Pastoral Social

Ricardo Benjumea

¿Cómo se ha gestado este documento? ¿Por qué no llegó a buen puerto el intento, hace unos años, de preparar un documento de similares características, y ahora éste, en cambio, sí?
Aunque cada obispo, en las Cartas pastorales a sus diocesanos, ha hablado muchas veces sobre la crisis social, moral y económica que afecta de manera especial a los españoles y en toda Europa, queríamos que hubiese un documento sobre esta dolorosa realidad emanado de la Conferencia Episcopal Española. Así ha sido y nos alegramos de ello. Espero que su lectura reposada nos ayude a todos a comprometernos más y más solidariamente con los que más sufren por causa de dicha crisis.

Sin embargo, es bueno recordar los textos que han sido publicados en los últimos años por la Conferencia Episcopal Española y que hablan de la profunda crisis que afecta a nuestra sociedad. La pregunta que debemos hacernos es si los conocemos, si los leemos y si tratamos de seguir el camino que los pastores de la Iglesia proponen a los fieles cristianos y a las personas de buena voluntad que quieren escucharles. Éstos son los textos publicados: Crisis económica y responsabilidad moral (1984); La verdad os hará libres (20-11-1990); La caridad en la vida de la Iglesia. Propuestas de acción pastoral (20-11-1994); Declaración ante la crisis moral y económica (27-9-2009); Nota sobre la legislación familiar y la crisis económica (2012); Nota Los obispos invitan a una mayor solidaridad con las víctimas de la crisis económica (2014).

Aunque exista una continuidad clara con los pontificados anteriores, ¿hacía falta en la Iglesia la claridad del lenguaje y la rotundidad de los gestos de Francisco para recordarnos que la opción preferencial por los pobres es puro Evangelio? ¿En qué medida puede considerarse este documento una puesta al día con las grandes líneas del pontificado de Francisco?
Ciertamente, el Papa Francisco nos anima a todos a renovar nuestro compromiso cristiano, a seguir más de cerca a Cristo, a imbuirnos de sus enseñanzas tratando de vivir sus mismos sentimientos y a comprometernos más y más en ayudar a los más pobres y desposeídos de nuestro mundo. No se trata solamente de ayudar a los necesitados dándoles una ayuda material. Consiste también de luchar contra las causas de la pobreza, de promover una sociedad más justa y más humana. En los pobres amamos a Cristo, son sacramento de Cristo, son la misma carne de nuestro Señor Jesucristo.

Todos los Papas han anunciado la necesidad del compromiso cristiano con los pobres, algo que el Evangelio proclama con mucha nitidez, pero probablemente este Papa ha logrado acercarnos este mensaje con sus gestos y sus palabras sencillas, comprensibles para todos. Si, cuando dice en Lampedusa: es una vergüenza (vergogna, en italiano) el trato que estamos dando a los inmigrantes, todos lo entendemos y nos sentimos interpelados.

En el documento La Iglesia, servidora de los pobres (24-4-2015), aparecen muchas citas de la Exhortación pastoral Evangelii gaudium del Papa Francisco, pero también aparecen citas de Papas anteriores, y del Concilio Vaticano II, así como del Evangelio.

Los obispos hemos querido reavivar en el corazón de los creyentes, y de quienes quieran escucharnos, que el compromiso con los más pobres, la solidaridad con ellos, el trabajo diario por un mundo más justo y fraterno, nos lleva a una mayor libertad interior y a sentirnos más alegres porque hay más gozo en dar que en recibir. Pero, para lograrlo, es necesario no echar a Dios de nuestras vidas. «Podemos organizar la tierra sin Dios; pero, al fin y al cabo, no puede organizarla sino contra el hombre», decía Pablo VI en Populorum progressio (el Desarrollo de los pueblos).

Ante el aborto o la redefinición del matrimonio, la comunidad católica tiene, desde hace tiempo, claro que no puede permanecer impasible. ¿Falta desarrollar esa misma sensibilidad ante asuntos como la explotación laboral o la vulneración de los derechos de personas inmigrantes sin papeles?
El mensaje del Evangelio es integral y no parcial; y así hemos de acogerlo y difundirlo. Todo lo que afecta a la dignidad de la persona como a sus derechos fundamentales debe estar en el corazón de todos los creyentes. No hay nada verdaderamente humano que le sea ajeno a la Iglesia. Ya decía el Concilio Vaticano II en la Constitución pastoral Gaudium et spes (sobre La Iglesia en el mundo actual): «El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo, y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón».

La doctrina social de la Iglesia es parte integrante del anuncio del Evangelio. Estamos, pues, llamados a trabajar en defensa de la vida, desde su concepción hasta su muerte natural, pero estamos también llamados a trabajar para que los derechos de todos los hombres sean respetados y no conculcados en todas partes.

Así ha sido siempre y así debemos continuar si queremos ser verdaderos discípulos del Señor. Y eso lo digo sabiendo que somos frágiles y no siempre hemos sabido trabajar con coherencia y valentía.