Un obispo por las calles de Segovia - Alfa y Omega

Un obispo por las calles de Segovia

El 17 de enero se cumplen 100 años del nacimiento de Antonio Palenzuela, obispo de Segovia entre 1970 y 1995

Colaborador
Antonio Palenzuela el día de su ordenación episcopal. Foto: Amigos de Antonio Palenzuela

No es fácil decir en poco espacio lo que fue este gran hombre, obispo y pastor durante más de 25 años en Segovia. Intentaré fijarme en algunos aspectos.

Un hombre muy humano

Conservamos aún en nuestra memoria su aspecto, de figura menuda, algo encorvada y de mirada penetrante. Era cercano, sencillo, paciente, afable, de humor fino y con gran capacidad de escucha. He conocido a pocos como él. Buen conversador, de alma grande. Era muy conocido en las calles de Segovia por las que transitaba con frecuencia porque solía pararse a hablar con la gente. La persona a la que atendía y escuchaba, era, en ese momento, lo más importante. Parece como si el Papa Francisco hubiese pensado en él cuando habla en Laudato si de aquella paz del corazón que lleva al cuidado del otro; de una actitud del corazón que vive todo con serena atención, que sabe estar plenamente presente ante alguien sin estar pensando en lo que viene después. Sí: definitivamente, comunicaba paz.

Un gran intelectual

Y un gran creyente. Solían decir de él «que sabía de todo», no en vano era un gran lector como lo acredita la biblioteca que dejó a nuestra diócesis. En la Conferencia Episcopal Española desempeñó, entre otros cargos, el de presidente de la Comisión de Doctrina de la Fe. Influyó en muchos documentos. Era hombre de oración, de sólida espiritualidad y de una gran formación filosófica, bíblica, teológica y catequética. Sus homilías eran de gran profundidad y sabía llegar, aunque fuera algo premioso a la hora de hablar. Se comentaba: «Su palabra llega hasta dentro». Sus escritos gozan de un buen léxico, con contenidos profundos y luminosos, muy valorados no solo en Segovia.

Obispo y pastor

Tuve la suerte de colaborar con él como vicario de Pastoral y para mí ha sido uno de los hombres que más me han marcado como sacerdote. En su ministerio episcopal estaba siempre dispuesto acoger al que llegaba. Visitó en varias ocasiones todas las parroquias de la diócesis; retenía los nombres delas personas. ¡Cómo hablaba de Jesucristo y de la Iglesia, con qué calor y pasión! Supo leer el presente y el futuro de estas tierras a las que tanto amó. Esto le asemejó a vivir como Pastor, a la imagen del Buen Pastor. Llamó la atención la forma de vivir la pobreza evangélica, reflejada en su desprendimiento y entrega. Pocas cosas tenía como suyas. Nos dejó una huella imborrable.

Andrés de la Calle
Ex vicario general de la diócesis de Segovia