María Jesús Rosado Segovia, Chus, vecina de Villaverde (Madrid): «Soy muy alegre de siempre; me echaban de clase por reírme» - Alfa y Omega

María Jesús Rosado Segovia, Chus, vecina de Villaverde (Madrid): «Soy muy alegre de siempre; me echaban de clase por reírme»

Chus acaba de cumplir 63 años y forma parte de la comunidad parroquial de Santa Bibiana. Participó en el Sínodo de Madrid donde algunos la definieron como «peligrosa» por buscar en su vida la coherencia y ponerse siempre del lado de los que nadie quiere. Ha trabajado toda su vida al servicio de los ciudadanos como funcionaria del Estado, en aduanas y en la judicatura. Hace unos años falleció uno de sus tres hijos. Es abuela primeriza

Santiago Riesco Pérez
Foto: Santiago Riesco Pérez

¿Se considera una santa?
Esta palabra no me hace sentir cómoda. El significado que siempre se le ha dado ha sido el de estar separado del resto, ser mejor que los demás. Así que no, no me siento santa.

Pero a lo mejor no es eso la santidad.
Según el diccionario es la cualidad del que es santo. Para mí la santidad es la cualidad de las personas buenas. Sin más.

¿Y qué es para usted ser bueno?
Ser bueno es sentirte bien contigo, con la vida y con los demás. Que te importe lo que ocurre en el mundo y sentirte parte de ese todo que es el mundo. Y colaborar para que funcione, claro.

¿Ha conocido a algún santo o a alguna santa?
A muchas. Todas las personas buenas.

¿Como por ejemplo…?
Para mí Rafa es un santo [Rafael Delgado, sacerdote marianista que ayudó a transformar los barrios de Orcasitas y Orcasur. Actualmente es misionero en el Quiché de Guatemala]. Es la persona más coherente que he conocido en la vida. Rafa configuró mi vida. Era el cura del barrio, le conocí con 7 años.

Pero el Papa Francisco dice que no hay copiar a los santos, sino que cada uno tenemos que sacar a la luz lo mejor que tengamos. ¿Qué cree que es lo mejor que usted tiene?
La alegría con la que quiero vivir. Allí donde estoy trato de contagiarla a los que me rodean. En casa, en la parroquia, con los vecinos, en la vida…

Pues lo debe conseguir bastante porque me han dicho que usted siempre está alegre, ¿cuál es el secreto?
Soy muy alegre de siempre. Me echaban de clase por reírme. En Religión, en el cole, me decían que me saliera un poquito y que cuando se me pasara que entrase. Siempre he sido alegre. No hay secreto, lo saco de mí misma. Aunque quizá la serenidad ante la vida es lo que te hace también estar triste cuando tienes que estarlo, pero sin quitarte la alegría.

Por lo visto los santos se comunican con Dios, ¿cómo lo hace usted?
Con Dios me comunico desde que me levanto y doy gracias a la vida. Y luego en cada cosa que hago, en cada persona que veo. También tengo mi espacio de silencio, pero sobre todo me comunico con Él mirando a los demás a los ojos.

Santa Bibiana es una parroquia muy pequeña y muy pobre. Está cerca de su casa pero no es la que le corresponde.
En Santa Bibiana siento mucho más el Evangelio de Jesús. Se vive de otra manera, la manera como yo lo aprendí. Para mí el santo es Jesús y lo encuentro ahí en este momento. La gente está necesitada de la alegría del Evangelio y aquí, la gente que viene a la parroquia, me hace… no sé explicarlo. Me hace sentir que Jesús está ahí, en ellos.

Ha creado un grupo poco convencional en torno a la creatividad.
Me propusieron ser catequista de poscomunión y presenté este proyecto. La relación es muy cercana. Ayudamos a los niños en sus estudios, también a los que tienen problemas porque sus familias están separadas. Es estar cerca y, sobre todo, escuchar. Creo que hemos hecho una familia… una comunidad de familias muy bonita.

La Gaudete et exultate (Alegraos y regocijaos) insiste en que la vida solo tiene sentido socorriendo al otro en su dolor.
Es lo que da sentido a mi vida. He tenido un niño de la parroquia con un problema de trastorno de conducta. Ha estado ingresado un año y el otro día me dijo: «Te he echado mucho de menos». Hay también una familia con cinco hijos, que son colombianos. Es un grupo precioso. Tengo una madre maltratada y con unos problemas… El hecho de estar a su lado y pedirles que participen contigo. Se implican mucho. Me hacen sentir muy bien.

«Un santo no es alguien raro, lejano». Esto es lo que dice el Papa Francisco. ¿Qué le parece?
Que las personas buenas, sobre todo, son personas normales. Las personas buenas suelen ser normales.

Acabamos como empezamos: ¿te consideras un poco santa?
Me considero buena y, cuando fallo, pido perdón y trato de cambiarlo con toda naturalidad.