Un chiquillo mudo «argentino indisciplinado» y su hermanita roban la audiencia general del Papa - Alfa y Omega

Un chiquillo mudo «argentino indisciplinado» y su hermanita roban la audiencia general del Papa

Francisco dice a la madre «déjalo jugar» y lo pone como ejemplo: «Nos predicó a todos»

Juan Vicente Boo
El Papa Francisco, junto al niño. Foto: EFE/Ettore Ferrari

La espontaneidad de un chiquillo que subió al escenario para tocar con curiosidad los guantes blanquísimos de un guardia suizo a pocos metros del Papa ha terminado por «robar» completamente la audiencia general de este miércoles.

Cuando la madre, muy sonrojada, subió al escenario del Aula de las Audiencias para recuperarlo, Francisco la tranquilizó diciéndole «déjalo jugar…», e incluso desarmó al germánico jefe de la Casa Pontificia, George Gaenswein, explicándole: «Es un argentino: indisciplinado…».

El Santo Padre ha continuado su discurso sobre el sentido positivo de los diez mandamientos –formulados como negaciones del mal– mientras los siete mil participantes de la audiencia aplaudían cada gesto ingenioso del chiquillo, que corría en círculos en el espacio libre detrás del asiento del Papa, y también el momento en que su hermanita pequeña subió al escenario a tomarle de la mano y jugar con él.

Aunque los gendarmes vaticanos dominan varios trucos para ganarse la atención de los pequeños y llevarlos a otro sitio por las buenas y sin llamar la atención, esta vez ninguno les daba resultado. El Papa contemplaba la escena de reojo, divertido con sus intentos inútiles frente a la soltura del pequeño.

En su saludo en español, Francisco ha explicado que «este chiquillo no puede hablar, es mudo. Pero sabe expresarse, sabe comunicar».

En tono mas reflexivo ha añadido que, viéndole jugar «me hizo pensar a mí si yo soy también libre delante de Dios. Cuando Jesús dice que tenemos que hacernos como niños significa que tenemos que tener la libertad de un niño delante de su padre».

Y ha concluido afirmando: «Yo creo que nos predicó a todos este chico. Y pidamos la gracia de que pueda hablar».

El chiquillo tiene siete años, se llama Wenzel y es autista. Sus padres son argentinos pero viven en Verona, Italia. Al intentar recogerlo, la madre le explicó a Francisco que el niño sufre un autismo grave y por eso no habla y apenas obedece.

El Papa había comenzado la audiencia con gesto cansado y preocupado. Como siempre, dirigirse a los fieles le fue descansando poco a poco.

En sus palabras de despedida –sin referirse a la espoleta de la reciente agresión naval rusa a Ucrania ni a ningún otro conflicto– Francisco ha revelado una parte de sus preocupaciones añadiendo al margen del texto escrito una referencia a las personas que sufren «por tantas guerras».

Juan Vicente Boo / ABC