Y la Iglesia habló del padre Arnaiz - Alfa y Omega

Y la Iglesia habló del padre Arnaiz

Redacción
Foto: Francis Silva

El apóstol del Sagrado Corazón de Jesús en Málaga, el padre Arnaiz, ya es beato. Un gran lienzo con la imagen del jesuita nacido en Valladolid en 1865 fue descubierto en los primeros minutos de la celebración eucarística llevada a cabo la mañana del sábado en la catedral de Málaga, tras la lectura por el cardenal Giovanni Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, de la carta apostólica en la que el Papa Francisco concede que «pueda ser llamado beato y se pueda celebrar su fiesta en los lugares y, según las normas establecidas por el derecho, el día 18 de julio de cada año, día de su nacimiento para el cielo».

El lienzo, obra del pintor malagueño Raúl Berzosa, engalanó el primer templo malagueño abarrotado (más de 2.000 fieles), mientras que alrededor de 6.500 siguieron la celebración a través de pantallas gigantes instaladas en los alrededores de la catedral.

En la monición de entrada, una de las Misioneras de las Doctrinas Rurales, asociación fundada por el nuevo beato, recordó las palabras proféticas del entonces obispo de la Diócesis de Málaga, san Manuel González, el día de la muerte del jesuita ahora elevado a los altares: «Yo espero que la Iglesia hablará algún día y dirá a los hombres cuáles han sido las virtudes del padre Arnaiz.

Durante la homilía, el cardenal Giovanni Ángelo Becciu, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, se preguntó «¿cuál es el mensaje que el beato Tiburcio Arnáiz Muñoz ofrece a la Iglesia y a la sociedad de hoy? Él representa para todos nosotros, singularmente para los sacerdotes y las personas consagradas, el ejemplo del hombre que no se conforma con lo ya conquistado sino que, siendo dócil a las exigencias del espíritu, se propone entregarse a Dios con mayor radicalidad. De aquí nace su decisión de ingresar en la Compañía de Jesús tras doce años de ministerio diocesano. Él respondió al amor de Dios a través de una creciente entrega en el ministerio y en el amor por los últimos, los descartados. ¡Cuánta necesidad hay, en nuestros días, de abrir el corazón a las necesidades espirituales y materiales de tantos hermanos nuestros, quienes esperan de nosotros palabras de fe, de consuelo y de esperanza, así como gestos de atenta acogida y de generosa solidaridad!».

«Presentar a Tiburcio Arnáiz Muñoz, hoy, a la Iglesia, significa reafirmar la santidad sacerdotal, pero sobre todo supone dar a conocer a un ministro de Dios que hizo de su existencia un camino constante, luminoso y heroico de total entrega a Dios y a los hermanos, especialmente los más débiles. Él se sentía corresponsable de los males espirituales y morales, así como de las heridas sociales de su tiempo y era consciente que no podía salvarse sin salvar a los otros.

Esta asunción de responsabilidad, esta madurez de fe, este estilo de presencia sacerdotal y cristiana en el mundo, son también necesarios en el actual contexto eclesial y social, el cual tiene extrema necesidad de la presencia y del compromiso de sacerdotes, de personas consagradas y de fieles laicos que sepan testimoniar con coraje y firmeza, con entusiasmo e ímpetu, su mismo sentirse con Cristo, en Cristo y por Cristo, convirtiéndose en testigos creíbles del Evangelio.

El nuevo beato representa para la Iglesia de hoy un modelo que estimula a vivir de Cristo, al tiempo que para toda la sociedad supone una antorcha capaz de iluminar la historia de nuestros tiempos».

Además de monseñor Becciu y monseñor Catalá, la Eucaristía fue concelebrada por el nuncio apostólico de Su Santidad en España, Renzo Fratini; por el cardenal Fernando Sebastián Aguilar; por el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, y por obispos de diócesis como Segorbe-Castellón, Córdoba, Asidonia-Jerez, Cuenca, Cádiz y Ceuta, Almería, Madrid, Valladolid, Sevilla y Jaén. De parte de la Compañía de Jesús han concelebrado Antonio España, SJ, provincial de España; Vicente Luque, SJ, vicepostulador de la Causa y postulador durante la fase diocesana; Elías Royón, SJ, vicario episcopal para la Vida Consagrada de la Archidiócesis de Madrid; Pascual Cebollada, SJ, Postulador General de la Compañía de Jesús y Fernando Motas, SJ, Superior de la Comunidad de Jesuitas del Sagrado Corazón, Málaga.

Diócesis de Málaga / Redacción