Hakuna, la asociación ante la que el Papa pidió perdón por los escándalos de la Iglesia
Hakuna es una «gran familia eucarística», como la definió el Pontífice, de la que forman parte miles de jóvenes de media España y que está apunto de cumplir un año de vida como Asociación Privada de Fieles. Francisco se encontró con ellos hace una semana en San Pedro y les pidió perdón por los escándalos de la Iglesia. «Queremos vivir de rodillas delante de Cristo Hostia. Esto te enseña a vivir arrodillado delante de Cristo en el prójimo», explica su impulsor, José Pedro Manglano
El germen de Hakuna se plantó en 2013, año de la JMJ de Río de Janeiro, a donde el sacerdote José Pedro Manglano quiso ir con 15 universitarios. Cinco años después, el movimiento, convertido en Asociación Privada de Fieles, acaba de organizar una hora santa en el Vaticano en la que 1.500 jóvenes han rezado junto al Papa Francisco en pleno Sínodo de los Obispos sobre la juventud.
«Antes de la JMJ de Río pensé en comprar 15 vuelos para ir con un grupo pequeño de estudiantes», explica José Pedro Manglano, impulsor de Hakuna, a Alfa y Omega. Pero más allá de la preparación material, el sacerdote estaba más interesado en la espiritual. Por ello, «un año antes» del evento eclesial «nos empezamos a juntar para prepararnos». En cada encuentro, «teníamos una charla y un rato de adoración».
Al cabo de los meses, el número de estudiantes se multiplicó por seis y al avión en dirección a Brasil se subieron 100 universitarios. «Llegamos tres semanas antes» para hacer voluntariado hasta que empezara la JMJ. «Estuvimos en una localidad llamada Nova Friburgo, que había tenido unos desprendimientos que arrasaron parte de la población. Estuvimos un mes ayudando, y también en un centro de enfermos enorme en el que a diario teníamos una hora santa y la Misa».
De regreso a España, «quisimos seguir con nuestros encuentros. Nos empezamos a dar cuenta de que teníamos ya un cierto estilo o dinámica en nuestras reuniones». Paralelamente, «los chavales empezaron a componer algunas canciones para las adoraciones». En la primera hora santa que organizaron al volver de Brasil, «vinieron 400 chicos. Yo creo que el número iba creciendo porque sentían que poco a poco Cristo les sana y les abraza tal y como son», asegura Manglano.
Compartiriados
Asimismo, tras Brasil continuaron con el voluntariado, al que le cambiaron el nombre y empezaron a llamar compartiriados. «Era más un compartir que un voluntariado», aclara el sacerdote. «Cada uno da lo suyo, uno la salud y otro la enfermedad, o uno la ancianidad y otro la juventud. Al final no era tanto un acto de buena voluntad, sino que te das cuenta de que ellos también te aportan».
Y estos compartiriados también crecieron. Durante el curso, hacían algunas acciones en Madrid y, en vacaciones, siempre viajaban al extranjero. Así, visitaron la India junto a las Misioneras de la Caridad o Tánger.
A la ciudad marroquí «fuimos una Semana Santa. Ayudábamos a los que están esperando para cruzar la valla, que están en unas condiciones infrahumanas. Les lavábamos la ropa, organizamos alguna fiesta, hicimos alguna adoración con ellos». En Tánger, otros de los colectivos a los que ayudaron fue a los niños de la calle. «Son cientos, se pasan el día tratando de sobrevivir y esnifando pegamento. Es muy conmovedor y muy indignante, porque les tratan como a perros», recuerda el impulsor de Hakuna.
Expansión por diversas ciudades
El movimiento se empezó a expandir después de los primeros compartiriados internacionales. «Al viaje a India se sumó un grupo de diez catalanes, amigos de los primero universitarios del grupo de Madrid». Les gustó lo que vieron y, «al regresar, dijeron: “esto lo tenemos que hacer en Barcelona”. Al principio, yo me negué en rotundo, pero estuvieron un año entero insistiendo y, al final, les di el “ok”».
Sucedió de forma similar en Valencia, ciudad de la que eran dos de los chicos que fueron a la India; y en Pamplona, Cartagena, Zaragoza… «Hoy hay cerca de 40 grupos en 20 ciudades españolas», explica el sacerdote, y también se está empezando en Londres, Milán, Roma o Corea.
Asociación privada de fieles
Tras la expansión llegó irremediablemente la regulación jurídica, a la que tanto los jóvenes como el propio José Pedro Manglano también se resistieron al principio. Sin embargo, la forma de actuar de los grupos en las distintas ciudades hacía muy conveniente la creación de una entidad que respaldara la dinámica de los chicos.
«Cada grupo es una comunidad eucarística que busca un templo y un sacerdote que les exponga el Santísimo y les dé la bendición y, en la medida de lo posible, se quede allí confesando. Pasaba que cuando los chicos se ponían a buscar alguna iglesia de referencia, los párrocos solían preguntar “¿y vosotros quiénes sois?” Ante estas preguntas, pensamos que sería importante crear una institución aprobada por la Iglesia para que los sacerdotes vieran que no eran unos chicos raros que iban por libre sino que era una cosa buena y que estaba dentro de la Iglesia», afirma.
De esta forma, «redactamos unos estatutos y se los presentamos al arzobispo de Madrid, don Carlos Osoro». Hakuna quedó aprobada como Asociación Privada de Fieles, hace justo un año, el 27 de octubre de 2017.
Grupo de música Hakuna
Paralelamente, los miembros de Hakuna continuaron componiendo canciones para la adoración hasta el punto de que hicieron suficientes canciones para publicar un primer disco. «A la gente les gusta, pero sobre todo ayuda muchísimo a rezar», subraya Manglano. «Es una escuela de oración y una manera de encontrar palabras a las situaciones del alma, y como irlas identificando y poniéndolas delante de Dios». Así llegó un segundo disco, un tercero y, dentro de poco, aparecerá el cuarto.
Y a los discos se sumaron los conciertos. Uno de los más importantes tuvo lugar en la sala madrileña Joy Eslava. «Fue espectacular. El recinto estaba lleno. Había cientos de tíos cantando el himno de los primeros cristianos, cantando a la Virgen. Los camareros estaban alucinando Era todo juventud, explosión de alegría, con una enorme fe. Me acuerdo en el camerino, antes de salir, cantando todos al Espíritu Santo, con la ilusión de que ese concierto iba dirigido al cielo directamente».
A Roma con el Papa durante el Sínodo
Al acabar el concierto, uno de los integrantes soltó: «la próxima vez se lo tenemos que cantar al Papa». En esta ocasión, José Pedro Manglano no se resistió. Al contrario, le pareció una gran idea y empezó a pensar en la forma de llevarlo acabo. «Nos fijamos que en el puente del Pilar de este año iba a ser el Sínodo de los jóvenes y nos pareció una buena idea ir al Vaticano durante el Sínodo para que los obispos vieran hecho realidad lo que estaban hablando en el aula».
A través del cardenal Osoro y de algunos otros contactos, desde Hakuna bombardearon a Francisco invitándole a rezar con ellos. «Yo no sé cuál de las cartas surtió efecto o si fue el conjunto de todas ellas, pero se pusieron en contacto con nosotros desde el Vaticano y nos dijeron que al Papa le parecía muy bien el juntarse a rezar con nosotros en San Pedro», asegura.
Perdón por los escándalos
El viaje, al que acudieron 1.500 chicos y chicas, se produjo entre el 11 y el 14 de octubre y el Santo Padre no solo compartió algunos momentos con Hakuna, sino que les estuvo hablando durante 20 minutos.
Durante su discurso, como ya hizo en el discurso inaugural del Sínodo, pidió «perdón por los escándalos que ocurren dentro de nuestra Iglesia. No solo los escándalos de abusos, no solo esos: los escándalos de mundanidad, de apego a valores que no son evangélicos, la incoherencia de vida…».
«Ustedes ven eso y dicen: yo me hago ateo, parece más coherente», reconoció el Pontífice. Al contrario, el Santo Padre habló a los miembros de Hakuna de inconformismo, alegría y compasión, y les pidió que «no se conformen con una vida sin sal, salgan al mundo y sean protagonistas. La felicidad es posible».
Una gran familia eucarística
En el encuentro, el Papa se refirió a los miembros de Hakuna como una «gran familia eucarística». Para el impulsor de la asociación esta es una definición perfecta del movimiento.
«Hay una centralidad de Cristo absoluta y de la comunidad que surge a partir de la adoración. Queremos vivir de rodillas abrazando. Vivir arrodillado delante de Cristo Hostia, te enseña a vivir arrodillado delante de Cristo en el prójimo, delante de Cristo en el necesitado, de rodillas delante de la creación, de la vida que has recibido», explica el sacerdote.
Por otro lado, antes de concluir, José Pedro Manglano asegura que «una de las ilusiones que tenemos es la de ayudar al párroco del templo en el que se tiene la hora santa a revitalizar, en la medida en que lo necesite, la parroquia». «Queremos superar viejos prejuicios y que existan sinergias de servicio mutuo entre los movimientos y la iglesia local. Ha habido momentos de división en la Iglesia. Nosotros queremos justo lo contrario. Es una oportunidad para que el sacerdote tenga más manos. Nos ponemos también a su servicio», concluye Manglano.