Si hay cristianos, hay libertad - Alfa y Omega

Si hay cristianos, hay libertad

El EncuentroMadrid, este año 2014, ha mirado a los ojos a la realidad de los cristianos perseguidos, bajo el paraguas del lema: Buenas razones para la vida en común. Allí donde los cristianos son marginados, discriminados, sufren acoso…, ¿son un valor positivo para sus respectivas sociedades?; ¿contribuyen al bien común? Escribe la Responsable de comunicación de Ayuda a la Iglesia Necesitada, que participó en la Mesa Redonda La fe con más seguidores cada vez tiene más perseguidores (The Economist)

Raquel Martín

Más de 300 millones de cristianos no pueden vivir libremente su fe. Hoy en día, existe unanimidad en que el cristianismo es la religión más perseguida del planeta, el mayor grupo social perseguido en el mundo. De igual manera, hay estudios que muestran que el número de mártires cristianos en el siglo XX es superior a los mártires que dieron su vida por Cristo en los diecinueve siglos anteriores juntos.

¿Por qué se persigue a los cristianos? ¿Qué mal hacen? ¿A quién molestan? ¿Quiénes son los perseguidores? Persigue el radicalismo islámico que cada vez está más ideologizado y es más violento en países como Arabia Saudí, Irán, Irak, Yemen, Pakistán, Nigeria, Sudán, Somalia, Mali, Eritrea, Barein… También persigue el comunismo: en China, Corea del Norte o Vietnam, la fe está abocada a las catacumbas. Y en ocasiones también persigue un nacionalismo beligerante que tiene focos esporádicos, pero muy agresivos, como ocurrió en Bosnia en 1992 y en el Estado de Orissa (India) en 2008.

Y se persigue a todo aquel que no sea de la religión dominante. Los perseguidores no soportan que la Iglesia en estos países ejerza la caridad e influya en la sociedad incluso aunque esté haciendo el bien. Allí donde está presente, la Iglesia evangeliza, acompaña, acoge a los abandonados de la sociedad, llena la soledad de los ancianos, educa, cura y mantiene hospitales… Y lo hace con todos: musulmanes, cristianos, hindúes… con una gratuidad y libertad que no es aceptada. La creciente ideología del odio al cristianismo en estos países no lo tolera.

Estos cristianos sólo quieren libertad para poder vivir su fe y realizar su misión, siempre a favor de la dignidad del hombre. No quieren estar aislados, son parte activa de la sociedad, son promotores del desarrollo, la cultura y la ciencia. Trabajan por la justicia y no son indiferentes a los rumbos políticos que tome en el país.

Y, sobre todo, los cristianos en países de persecución son los protagonistas de la paz y la reconciliación del país. En Nigeria o Pakistán, por ejemplo, la Iglesia es pionera en la puesta en marcha de comisiones de diálogo interreligioso, con el objetivo de entablar todos los puentes posibles con el Islam para hacer frente a los terroristas.

Por ello, la Iglesia siempre ha defendido la libertad religiosa como el primero de los derechos humanos. No es un derecho más, ni tampoco un privilegio que la Iglesia reclama. Es la roca firme donde los derechos humanos se asientan sólidamente, es el pilar del Estado de Derecho.

Así, cuando un Estado entiende que esta libertad religiosa para todos es un bien para la sociedad, esta presencia contribuye efectivamente a la convivencia y, en consecuencia, hay garantía de una verdadera democracia y libertad real. Es decir, la presencia cristiana es el termómetro para medir si un Estado es auténticamente democrático o no. Si hay cristianos, hay libertad.