122 jóvenes fallecidos por su fe, modelo de juventud para el Sínodo - Alfa y Omega

122 jóvenes fallecidos por su fe, modelo de juventud para el Sínodo

La agencia Fides publica un informe sobre jóvenes asesinados desde el año 2000 en su destino misionero

Redacción
Foto: OMP

«Jóvenes de nuestro tiempo, similares a muchos de sus coetáneos, para nada ingenuos o inexpertos, con estudios universitarios, amantes de la música o del baile, frecuentadores asiduos de los medios de comunicación social, preparados espiritualmente y culturalmente para afrontar contextos muy diferentes a los suyos, que habían sabido analizar objetivamente los riesgos de los lugares donde algunos pensaban pasar solo un periodo de tiempo, otros la vida entera: en los pasillos de un hospital, con los niños abandonados, viajando hasta una pequeña comunidad perdida en algún rincón del mundo, trabajando como animadores de un oratorio en plena guerra…»: así son los 122 jóvenes misioneros asesinados desde el año 2000 cuyo testimonio ha recogido en un informe la agencia Fides, el órgano de información en Roma de las Obras Misionales Pontificias.

El informe recoge las biografías de estos 122 jóvenes que dieron su vida como testigos de Cristo, y se presenta como una propuesta de modelo de juventud a los participantes en el actual Sínodo de los Obispos dedicado al discernimiento vocacional de los jóvenes, reunido en Roma precisamente en octubre, el mes de las misiones.

De doce de ellos se presenta una biografía más extensa, y en general se trata de mártires en su significado etimológico de testigos, sin adelantar el juicio que la Iglesia pueda conceder a algunos de ellos de forma eventual, algo que ha sucedido en los últimos tiempos con la beatificación o la canonización de algunos de ellos.

Así, se recoge el testimonio de Grace Akullo, una enfermera de 27 años fallecida en Uganda en noviembre del año 2000 durante una epidemia de ébola. Casada y madre de dos hijos gemelos, se ofreció voluntaria para trabajar en la zona de cuarentena aun a riesgo de su propia vida. Al final contrajo la enfermedad y murió meses después cantando himnos y alabanzas al Señor.

O Alberto Neri, un médico uruguayo de 39 años voluntario en varias misiones africanas con los focolares, al que una pareja de soldados brasileños asesinó en su propio coche poco antes de viajar a Camerún para otra misión. En el asiento posterior del vehículo encontraron el dado gigante que utilizaba cuando se encontraba con niños enfermos, en el que estaban escritas, en las seis caras, las palabras clave del amor: amar a todos, ser los primeros en amar, amarse recíprocamente, amar a los enemigos, amar a Jesús en todos, amar en lo concreto.

O también la religiosa de la Sagrada Familia Anne Thole, de 35 años, fallecida en Sudáfrica en 2007 mientras trataba de salvar de un incendio a los pacientes del centro para enfermos de sida en el que trabajaba. Cuando estallaron las llamas, la hermana Anne, que sabía que en el piso de arriba había pacientes que no podían moverse de la cama, no se lo pensó dos veces y se lanzó entre las llamas para tratar de salvarles, pero tan pronto como entró en el edificio el techo se derrumbó, atrapándola junto a otros tres pacientes.

Como señala en el informe el arzobispo Giovanni Pietro Dal Toso, secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y Presidente de las Obras Misionales Pontificias (OMP), «en la Iglesia antigua hubo muchos jóvenes mártires. Pensando en ellos, podemos decir que el testimonio de fe, y también de sangre, no conoce límites: la llamada al don de la vida toca a cada persona bautizada, y los jóvenes pueden dar un ejemplo precioso».

Fides / Redacción