El prefecto de los Obispos documenta la falsedad de las acusaciones de Viganò contra el Papa
Después de revisar los archivos de la Congregación para los Obispos, el cardenal Ouellet confirma que «no hay ningún documento firmado por uno u otro Papa (Benedicto XVI o Francisco) sobre este asunto, ni ninguna nota de audiencia de mi predecesor, el cardenal Giovanni Battista Re, que diese mandato para obligar al arzobispo emérito McCarrick al silencio y a la vida privada». El motivo de que no haya documentos «es que no se disponía entonces, a diferencia de ahora, de pruebas suficientes de su presunta culpabilidad»
Aunque la falsedad de las acusaciones del antiguo nuncio en Washington Carlo María Viganò contra el Papa Francisco la reflejó la prensa ya en el mismo día en que presentó su manifiesto, el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos ha publicado este domingo todos los hechos en una carta abierta al ex nuncio, a quien invita a reconciliarse con el Papa.
El prefecto de los Obispos, desafiado por Viganò a contar en público lo que sabe por su cargo, manifiesta que «Francisco no ha tenido nada que ver con las promociones episcopales de McCarrick a Nueva York, Metuchen, Newark y Washington». Al contrario, el pasado mes de julio «lo ha destituido de su dignidad de cardenal cuando se ha demostrado evidente una acusación creíble sobre abuso de menores», cometido cuarenta años antes.
El cardenal Ouellet, que mantiene cada semana un largo encuentro con Francisco, añade que «a pesar de que no esconde su confianza en algunos prelados, no he oído nunca al Papa mencionar a este autoproclamado gran consejero de su pontificado para los nombramientos episcopales en América».
El responsable de los Obispos confirma que «después de su jubilación en 2006, el ex cardenal fue fuertemente exhortado a no hacer viajes y no aparecer en público para no provocar nuevos rumores respecto a él», pero precisa que «es falso presentar esas medidas como ‘sanciones’ decretadas por el Papa Benedicto y anuladas por el Papa Francisco».
Entre otros motivos porque McCarrick no las respetó durante el resto del pontificado de Benedicto XVI hasta el 2013. De hecho, viajaba continuamente, participaba en muchos actos importantes, y recibía homenajes de instituciones eclesiásticas sin que nadie se lo impidiese e incluso con discursos muy elogiosos del entonces nuncio Viganò.
Después de revisar los archivos de la Congregación de Obispos, el cardenal Ouellet confirma que «no hay ningún documento firmado por uno u otro Papa (Benedicto XVI o Francisco) sobre este asunto, ni ninguna nota de audiencia de mi predecesor, el cardenal Giovanni Battista Re, que diese mandato para obligar al arzobispo emérito McCarrick al silencio y a la vida privada».
El motivo de que no haya documentos «es que no se disponía entonces, a diferencia de ahora, de pruebas suficientes de su presunta culpabilidad».
En los años de pontificado de Francisco, McCarrick «hubiera sido objeto de medidas disciplinarias si la nunciatura de Washington o alguna otra fuente nos hubiese proporcionado informaciones recientes y decisivas sobre su comportamiento», como hizo la diócesis de Nueva York en 2017.
El cardenal Ouellet duda que Francisco prestase mucha atención a los comentarios del entonces nuncio en Washington sobre la existencia de un dossier sobre el cardenal McCarrick el día 23 de junio de 2013 durante la reunión con todos los nuncios del mundo y conversaciones privadas con buena parte de ellos, «pues era un arzobispo emérito de 82 años, que llevaba ya siete años sin ningún encargo».
Una vez presentados los datos relevantes, el cardenal señala en su carta abierta a Viganò: «En respuesta a tu ataque injusto y carente de justificación por los hechos, concluyo que la acusación es un montaje político sin fundamento real que pueda incriminar al Papa. Quiera Dios que esta injusticia sea rápidamente reparada».
Por otra parte, Ouellet dice a Viganò con toda claridad: «me parece aberrante que tú aproveches el clamoroso escandalo de los abusos sexuales en Estados Unidos para infligir un golpe inaudito e inmerecido a la autoridad moral de tu Superior, el Sumo Pontífice», exigiendo en publico su dimisión.
El manifiesto de Viganò fue publicado simultáneamente por cuatro medios ultraconservadores en Italia, Estados Unidos y España, el pasado domingo 26 de agosto, último día del Encuentro Mundial de las Familias en Dublín. En el vuelo de regreso a Roma, el Papa Francisco anunció que se abstenía de comentarios, pero invitó vigorosamente a los periodistas a comprobar los hechos.
En dos o tres días estaba claro que las acusaciones no tenían ni pies ni cabeza. En cambio, antes o después se descubrirá que algunas personas interesadas en promoverle, ocultaron información sobre Theodore McCarrick a Juan Pablo II, quien le nombró arzobispo de Washington en 2000 y cardenal en 2001, sin saber que había abusado de seminaristas en sus etapas como obispo de Metuchen y de Newark.
Juan Vicente Boo / ABC