El Sínodo comienza con una petición de perdón por los abusos - Alfa y Omega

El Sínodo comienza con una petición de perdón por los abusos

Redacción
Foto: CNS

Algunos de los obispos que intervinieron en las primeras sesiones del Sínodo pidieron perdón por el tema de los abusos sexuales y por su «traición» a los jóvenes, entre ellos los inmigrantes, explicó hoy el prefecto de la Secretaría de la Comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini.

De los discursos, añadió este laico responsable del departamento de Comunicación del Vaticano, también surgió «la necesidad para la Iglesia de volver a ser creíble» y se dijo que «la Iglesia ha perdido su facultad de ser joven».

En la rueda de prensa que cada día organizará el Vaticano para hablar de cómo avanza el Sínodo, también intervino este jueves el obispo argentino de Quilmes, Carlos José Tissera, quien explicó que en su intervención abogó por «escuchar el clamor de la juventud».

Para Tissera es necesario que la Iglesia «provoque este encuentro con los jóvenes y el Evangelio y que se haga intermediaria para que los jóvenes sean felices».

«Los jóvenes son una bendición, no una amenaza. La Iglesia necesita escucharlos y ayudarlos a encontrar el Evangelio. Hemos de escuchar también sus silencios porque a veces son dolorosos, pues no saben qué hacer con su vida y su destino es o la cárcel o la droga, como pasa en mi país o en muchos otros países del mundo», explicó.

El prelado argentino también reveló que muchos obispos pidieron perdón en nombre de la Iglesia «por los errores» cometidos y exhortó a que el Sínodo encuentre «consejos prácticos» y «directrices» para la juventud.

La escucha, el punto fuerte

En este Sínodo, el Pontífice ha introducido como novedad que se guarde un momento de silencio de unos tres minutos cada cinco intervenciones para «asimilar» todo lo que se ha dicho.

Además de las pausas para meditar lo escuchado, el Papa quiso seguir haciendo de la escucha el punto fuerte del sínodo al llegar a la sala sinodal media hora antes para hablar uno a uno con los padres sinodales y con los jóvenes; una tarea a la que también dedicó la media hora de descanso de media mañana.

Según relata L’Osservatore Romano, uno de los momentos más intensos de la jornada se produjo cuando un obispo no pudo contener las lágrimas al contar una conversación con el hijo de un inmigrante, que reconoció en él al padre que ya no tenía, y en la Iglesia su familia. En las intervenciones que hicieron alusión al drama de la inmigración se subrayó que la mayoría de los inmigrantes son jóvenes y están totalmente desarraigados.

En esta y otras situaciones de vulnerabilidad, la fe es en ocasiones lo único a lo que pueden aferrarse. Por ello, se ha subrayado, depende de la Iglesia hacerlos sentir en casa y brindarles oportunidades educativas, enriqueciéndose también con las experiencias de estos jóvenes. Por todo ello, la relación con los jóvenes inmigrantes puede ser todo un laboratorio para que las comunidades aprendan a acoger en serio.

También se pudo escuchar el testimonio de Briana Santiago, una joven estadounidense de 27 años, estudiante en la Pontificia Universidad Lateranense y a punto de consagrarse. En su intervención, reconoció que los jóvenes de hoy en día están heridos por la soledad, son frágiles y víctimas de la cultura del descarte que trata de explotarlos y manipularlos. Tampoco ocultó que son una generación que busca la gratificación inmediata. «Necesitamos que nos escuchen primero, y después nos guíen para entrar con más profundidad en nosotros mismos».

Mayoría de dos tercios

En estos primeros días del Sínodo se escucharán todas las intervenciones de los padres sinodales, expertos y las de los 34 jóvenes invitados. A partir del 15 de septiembre se reunirán los participantes en grupos para ir elaborando un resumen de los testimonios con el que se redactará el documento final, que tendrá que ser aprobado por la mayoría de dos tercios.

Agencias / Redacción