Zuhir Gaggui: «Hemos elegido a Cristo» - Alfa y Omega

Zuhir Gaggui: «Hemos elegido a Cristo»

El religioso iraquí Zuhir Gaggui huyó junto a los cristianos de Qaraqosh la noche en la que el Estado Islámico entró en la ciudad. Hoy, trabaja en Jordania con los refugiados que han dejado atrás la persecución. Ha dado su testimonio en las Jornadas Oriente cristiano y mundo árabe, organizadas la pasada semana en Madrid por la Universidad San Dámaso en colaboración con la Casa Árabe

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Cristianos iraquíes de Qaraqosh, refugiados en Erbil, en el Kurdistán iraquí. Foto: Fraternité en Iraq

La fe de los cristianos sirios e iraquíes está dando la vuelta al mundo, y resulta muy edificante para los cristianos de todo el planeta. ¿De dónde nace esa fe?
Creo que, hasta que no aparece la dificultad, no conoces bien la fe que tienes; en realidad, no sabes si sigues a Cristo, o si simplemente sigues una práctica religiosa, una tradición, una rutina… Sin embargo, cuando el Estado Islámico nos ha hecho elegir: O te conviertes al Islam, o te quedas sin tus bienes, sin tu casa, sin tu propia vida, y partes de cero, entonces ¿qué eliges? ¿Eliges a Cristo, partiendo de cero, como un pobre; o dices: No, no me interesa Cristo, necesito mi vida, mis bienes, mi casa? Creo que los cristianos iraquíes hemos elegido bien. Hemos elegido a Cristo.

¿Dónde estaba usted cuando llegó el Estado Islámico?
Antes de la llegada del ISIS, yo trabajaba en las ciudades de Qaraqosh y Bartele, que son dos ciudades cristianas al este de Mosul, la Nínive bíblica; trabajaba con emigrantes huidos de Bagdad y Mosul entre 2005 y 2008, cuando en mi país había tanta persecución y peligros: se quemaba vivos a los cristianos, se asesinaba también a los sacerdotes y obispos…, y hacía falta que les ayudáramos a mantener su esperanza y su fe. Ahora, toda esta gente que ya había dejado su hogar, su tierra, sus casas…, ha tenido que volver a dejar sus nuevos hogares.

La huida de Qaraqosh fue especialmente dramática…
Yo estaba en Qaraqosh el 6 de agosto, la fiesta de la Transfiguración. Esa mañana, una bomba había caído en una casa y habían muerto dos niños y una señora. Esto hizo aparecer el temor entre todos los vecinos. Muchos decidieron entonces huir de la ciudad antes de que llegara el Estado Islámico, lo que creo que es una decisión justa y valiente. Nosotros, los sacerdotes, esa noche la pasamos preguntándonos: ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos, o vamos también? A las 3 de la madrugada, recibimos una llamada: ¿Dónde estáis? —Estamos en casa. —No, ¡tenéis que marcharos! El ISIS ya ha entrado en la ciudad. Entonces decidimos escapar también. La carretera estaba llena de gente que no sabía dónde ir. Algunas familias se quedaron en la ciudad, por tener algún familiar enfermo, pero casi todas han logrado salir. Ahora estamos preocupados, sobre todo, por una niña que fue arrebatada de los brazos de sus padres, y hasta hoy no sabemos nada de ella…

En esa noche huyeron de Qaraqosh y de las ciudades vecinas cerca de 250.000 personas. En Erbil, estábamos esparcidos por las calles, y poco a poco nos fuimos refugiando en tiendas de campaña, en estructuras prefabricadas, y en casas que compartían varias familias. También, poco a poco, muchos se han ido a Turquía, Siria y Jordania, con intención de llegar a Canadá, Australia y Europa.

¿Cómo mantenían la fe en aquellos primeros momentos?
Montamos una tienda, y en esa tienda celebrábamos la Eucaristía, los bautizos, enseñábamos el Catecismo… Necesitábamos mantener la relación con Dios, a pesar de toda esa maldad. Nos preguntábamos: ¿Por qué? ¿Por qué nos está sucediendo esto a nosotros? Pero esta pregunta sólo es posible entenderla cuando uno acepta la voluntad de Dios y mira hacia delante.

¿Cuál es la situación hoy de los refugiados iraquíes?
Ya han pasado nueve meses de todo esto, y la gente vive en un estado muy incierto: no hay trabajo, no hay dinero, no hay futuro. ¿Qué futuro? ¿Será liberada nuestra ciudad? Y, si la liberan alguna vez, ¿cómo podremos reconstruirla, reconstruir nuestro hogar, nuestras vidas? Y, si logramos hacerlo, ¿qué garantías hay de que todo esto no volverá a repetirse? Pasados unos años, puede volver a salir otro grupo extremista, con otro nombre; ¿cómo podremos defendernos?

Nunca reprocharé nada a nadie que piense en reconstruir su futuro y el de sus hijos en otro país. Es una elección libre y respetable, aunque por otra parte el éxodo de cristianos iraquíes puede llevar a la pérdida de nuestra cultura siríaca, de nuestro lenguaje, que se acerca mucho al arameo, de nuestra liturgia, de nuestra identidad. Todo esto se perdería…

El padre Zuhir Gaggui y monseñor Arbach, arzobispo de Homs, en la Casa Árabe.

El Papa Francisco ha denunciado el silencio de la comunidad internacional. Ha dicho que Occidente no está haciendo lo suficiente. ¿Es así?
Creo que sí. Pero también pienso que hay fuerzas internacionales que apoyan al ISIS. Si no, ¿cómo pueden personas de todas partes del mundo entrar en Irak o en Siria, sin ser controlados, cuando nosotros no tenemos visados para ir a ninguna parte? ¿De dónde proceden las armas? No es una banda de combatientes, sino que debe haber detrás una organización, un Estado. Ustedes los periodistas deben investigar quién está detrás.

¿Qué hay detrás del ISIS entonces?
Deberíamos preguntarnos si hay una motivación política: Estados y organizaciones que actúan por detrás. Y también deberíamos preguntarnos por las motivaciones religiosas, porque cada período de la Historia puede tener su ISIS, si se interpreta el Corán de forma fundamentalista. Porque hay versículos en el Corán que incitan a matar al infiel, y a quedarse como botín de guerra con sus bienes y con sus mujeres.

¿Echa de menos una condena más clara por parte de los líderes de los países musulmanes?
Ciertamente. No basta que alguien salga y diga: Éstos no son musulmanes auténticos, éste no es el verdadero Islam. ¿Qué hay de concreto en eso? Por ejemplo, ¿por qué nadie lanza una fatwa contra el ISIS? ¿Por qué los países de alrededor no intervienen en Irak o en Siria? Es inevitable que surjan sospechas.

Por último, ¿cómo podemos ayudar los cristianos españoles, los lectores de Alfa y Omega?
Seguramente, la oración es una primera cosa que se puede hacer, la fuerza de una oración que nace de una fe fuerte. Otra cosa que se puede hacer es, sencillamente, conocer nuestra situación. Muchos en Europa no saben que hay cristianos en Irak, ni cuál es nuestra situación hoy. Además: hoy, en Europa, personas de diferentes religiones y diferentes países pueden vivir en paz y practicar su fe. Pero entonces deberíamos ser capaces de pedir lo mismo en los países islámicos. Todos tenemos el derecho de existir, de ser libres, de tener nuestra religión.

Y, por último, aquellos que han sido expulsados de su tierra deberían poder ser acogidos en otros países, y no tener que vivir en campos de refugiados durante años y años, sin saber qué va a ser de su futuro y del futuro de sus familias.

Necesitamos que nos ayudéis

Monseñor Jean-Abdo Arbach, arzobispo metropolitano de Homs, de los grecomelquitas en Siria, defiende que «nosotros siempre hemos vivido y trabajado en paz junto a los musulmanes». Por eso, afirma que la guerra en Oriente Medio «va contra los cristianos y contra los musulmanes»; y pide «que la guerra termine ya, que no se vendan armas a los rebeldes, que no reciban apoyo financiero. La gente está cansada. ¿Quién muere? Los pobres… Queremos volver a vivir en paz y en libertad». Sólo en la ciudad de Homs, se han contabilizado ya 400 mártires por Cristo, por lo que monseñor Arbach pide a los españoles «que nos ayuden con la oración. Sin oración, no podemos seguir. Queremos estar presentes en vuestras parroquias, en vuestras casas. Es muy importante. También necesitamos que nos ayudéis a que los chicos puedan seguir estudiando, y que podamos restaurar nuestras iglesias; muchas han sido destruidas. Quieren vaciar Oriente Medio de cristianos. Necesitamos ayuda. Los musulmanes no pueden vivir sin los cristianos, y los cristianos no pueden vivir sin los musulmanes».