Francisco pide superar los recelos y aprender de la frescura de los cristianos pentecostales - Alfa y Omega

Francisco pide superar los recelos y aprender de la frescura de los cristianos pentecostales

El estilo proselitista de las comunidades pentecostales es frecuente motivo de fricciones en los territorios de misión, pero Francisco cree que la Iglesia y las comunidades evangélicas más asentadas tienen también mucho que aprender de la frescura y audacia misionera de estos grupos

Ricardo Benjumea

El Papa ha pedido este sábado «discernir y reconocer la presencia del Espíritu Santo» en las comunidades de pentecostales, carismáticas y evangélicas.

Al recibir este 28 de septiembre a los participantes en la Plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Francisco animó a «construir con ellas vínculos de auténtica fraternidad», algo que «será posible multiplicando las oportunidades de encuentro y superando la desconfianza mutua, a menudo motivada por la ignorancia o la falta de comprensión».

Francisco aludió a sus propios recelos personales hace años con los carismáticos católicos, que comparten elementos con estos grupos. «Dije que más que una reunión de oración, parecía una “escuela de samba”, ¿no?», reconoció. «Luego pedí disculpas. Y como obispo tuve una buena relación con ellos, con la Misa en la catedral… Pero, se necesita un camino para comprender».

Hoy los grupos pentecostales suponen un gran desafío en los territorios de misión, no solo para la Iglesia católica, sino también para las comunidades evangélicas más teológicamente asentadas. El proselitismo de algunos de estos grupos es, además, motivo de recelo para muchos gobiernos, que terminan extendiendo sus sospechas indiscriminadamente a los cristianos en general.

Francisco admitió que en muchos casos las relaciones no son sencillas, y que la aparición de comunidades ligadas a la personalidad de algunos predicadores «contrasta fuertemente con los principios y la experiencia eclesiológica de las Iglesias históricas».

Esto, sin embargo, no puede ser excusa para «encerrar la experiencia de la fe en ambientes protegidos y tranquilizadores», cerrados a las novedades del Espíritu Santo.

El hecho de que no pocos fieles católicos se sientan atraídos por estas comunidades es un motivo de fricción, reconoció, pero también podría convertirse, «por nuestra parte, en un motivo de examen personal y de renovación pastoral».

Esa es la línea en la que ha buscado ahondar la Plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha buscado, superando el enfoque meramente negativo o defensivo.

El Papa aludió a diversas actividades que pueden ayudar a acercar la unidad, como la oración, la escucha de la Palabra de Dios, el servicio a los necesitados, el anuncio del Evangelio, la defensa de la dignidad de la persona y de la vida humana.

Para ello, «los católicos pueden aceptar aquellas riquezas que, bajo la guía del Espíritu, contribuyen no en poca medida, al cumplimiento de la misión de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra».