De la Iglesia del corralito a la del salimos juntos - Alfa y Omega

De la Iglesia del corralito a la del salimos juntos

El cardenal Osoro y sus obispos auxiliares comienzan las visitas pastorales, con las que recorrerán las diferentes realidades de la Iglesia en Madrid

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Un momento de la Eucaristía en Santa Micaela y San Enrique. Foto: Óscar González

«La visita pastoral es el momento más bello, más hermoso, del pastor, del obispo; es, en definitiva, afirmar y mostrar que el Señor no se olvida de nadie. No se olvida de nosotros que somos cristianos y que tenemos la misión de anunciar el Evangelio y de decir a los hombres, a todos los hombres, con nuestra propia vida y también con nuestras palabras quién es nuestro Señor Jesucristo»: estas fueron las palabras del cardenal Carlos Osoro durante el comienzo de la visita pastoral a la Vicaría VIII, en una Eucaristía que tuvo lugar el viernes en la parroquia Santa María Micaela y San Enrique.

Así han dado comienzo las visitas pastorales del arzobispo por toda la diócesis, una labor en la que va a ser ayudado por los cuatro obispos auxiliares de Madrid: Juan Antonio Martínez Camino, Jesús Vidal, José Cobo y Santos Montoya. La hoja de ruta es que el arzobispo comience la visita a cada vicaría presidiendo la Eucaristía en alguno de los templos de su territorio, y luego sean los obispos auxiliares quienes completen el recorrido por los distintos arciprestazgos y parroquias, para conocer de primera mano y de la forma más cercana posible la realidad de toda la Iglesia en Madrid. De esta manera, estos días comenzarán las visitas a las vicarías de la diócesis que se prolongarán dos cursos.

Con estas visitas, el cardenal arzobispo quiere reforzar el acento evangelizador que tiene ahora mismo como reto principal la Iglesia en Madrid: «Aquí estáis personas mayores que quizás habéis conocido otros momentos en que la Iglesia ha hecho una visita pastoral en un marco en el que prácticamente todo el mundo se declaraba cristiano, y parecía impensable ser otra cosa distinta». Sin embargo, el marco en que nos situamos en estos momentos «es un marco misionero», porque «hoy no todos se declaran de la misma manera, porque incluso la gente que vive a nuestro alrededor, en nuestra propia escalera, son personas diferentes que necesitan que se anuncie el Evangelio no solamente con palabras sino con nuestra propia vida».

Una Iglesia que sale

Esta forma de concebir la visita pastoral del obispo a su diócesis «está en el marco del Concilio Vaticano II, el marco de una Iglesia que sale, que sale al encuentro de los hombres». Y esto es así porque «el futuro no se diseña en el corralito. Mira, tú en el corralito no haces la Iglesia católica, harás otra Iglesia pero no la católica. Los corralitos no son de la Iglesia católica. No se trata de que los cristianos juntos hagamos un grupito, se trata de que nosotros salgamos a anunciar a Jesucristo, todos juntos. No hay misión sin comunión. Comunión y misión van unidas», dijo también.

En este recorrido, hay algo por encima de cualquier estrategia, porque «por muchas metodologías que tengamos, si no entramos en el corazón del Evangelio no haremos nada, y el corazón del Evangelio es Jesucristo mismo».

Por eso, en este contexto actual, «nuestra presencia como Iglesia en medio del mundo tiene que cambiar». Hay que mostrar una Iglesia «que sale a los caminos, que va en búsqueda de los hombres, que muestra el rostro queriendo a los hombres», porque «Dios no tiene a la Iglesia para que empecemos a decir: “qué malos son estos”. No, tiene a la Iglesia para que muestre la salvación, dónde está el camino, dónde está la vida, dónde está la alegría, dónde se agranda el corazón».