«La verdadera crisis son las 1.549 personas fallecidas en el mar» - Alfa y Omega

«La verdadera crisis son las 1.549 personas fallecidas en el mar»

Varias diócesis andaluzas acogieron este miércoles la celebración de los Círculos del silencio, un encuentro de oración centrado esta vez en la expulsión en caliente de 116 migrantes a Marruecos. «No hay base jurídica sólida para sustentar esta decisión; creemos que se están vulnerando sus derechos», afirma el delegado de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta

Cristina Sánchez Aguilar
Un inmigrante sujeta a otro, herido tras el salto a la valla de Ceuta el 22 de agosto. Foto: AFP/Joaquín Sánchez

Hace tres años que nacieron los Círculos del silencio, una acción conjunta de las delegaciones de pastoral de Migraciones de las ciudades del sur de España que invita a los viandantes a ofrecer media hora de oración y silencio una vez al mes para «mantener vivo el recuerdo de la situación de las personas migrantes y refugiadas en la frontera sur». Es «nuestra manera de recordar a la ciudadanía que no olviden y, a la vez, de reclamar una respuesta de justicia a toda esta realidad», afirma Gabriel Delgado, delegado de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta.

Se hace cada segundo miércoles de mes. Pero este septiembre han hecho una excepción y han trasladado la iniciativa a la primera semana «por la sorpresa que nos ha supuesto la decisión del Gobierno de devolver de forma exprés a Marruecos a los 116 migrantes que saltaron la valla de Ceuta el 22 de agosto», reconoce el delegado. Decisión, señala Delgado, «que ha supuesto un cambio repentino en la política del PSOE, que había despertado una corriente de simpatía» al permitir que el barco Aquarius atracase en el puerto de Valencia con 629 personas a bordo. «Hay quien vio mal esta acción, pero para nosotros salvar la vida de los migrantes es lo prioritario».

Desde la diócesis de Cádiz y Ceuta, el delegado comparte la denuncia de organizaciones como Amnistía Internacional, que han cuestionado estos días la legalidad de la devolución de estos 116 migrantes. «¿Qué pasa con las personas que venían a solicitar protección internacional? Con la premura del rechazo es imposible que diera tiempo a averiguar cuál era su situación, si eran solicitantes de asilo…», asegura. El ministro del Interior, Grande-Marlaska, aseguró que previamente se realizó «una identificación en dependencias policiales de los ciudadanos, con información de sus derechos y la debida asistencia jurídica». Pero el responsable de Migraciones de la diócesis gaditana afirma que, a su entender, «no hay base jurídica sólida para sustentar esta expulsión; creemos que se están vulnerando derechos».

También los Círculos del silencio celebrados este miércoles en localidades como Cádiz, Barbate, Conil, Tarifa, Algeciras, Ceuta, Tánger, Tetúan y Málaga –donde se celebran habitualmente–, y otras que se han unido ante la gravedad de los hechos, como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Granada, han puesto de manifiesto el rechazo de la Iglesia a la situación. Eso sí, aclara Delgado, «las fronteras han de ser seguras y controladas, siempre que se respeten los derechos». Es decir, lo ideal es «dar paso a una migración regular, pero no existen vías seguras y, por tanto, la demanda de la Iglesia es que se establezcan estas vías».

Añade, como ejemplo, la petición de «que las embajadas y consulados en los países de origen puedan extender visados» y se suma a la propuesta de la Comunidad de San’t Egidio y apoyada por el cardenal Osoro, arzobispo de Madrid, de establecer corredores humanitarios, como ya se está realizando en Italia. «El que sale de su tierra no sale porque quiere», aseguraba el cardenal este mes de agosto en una entrevista a RNE. «El mundo en que vivimos es la casa de todos los hombres, no solo de unos pocos. Dios lo ha hecho para todos». Otra cosa, aseveró, «es la regulación que tenga que hacerse para que esto sea posible».

El «fin político» de la «invasión»

La otra cara de la moneda fue la violencia empleada por algunos migrantes durante su intento de salto a la valla, que lanzaron a la Guardia Civil recipientes de plástico con excrementos, sangre, cal viva y ácidos, lo que produjo que siete agentes resultaran heridos. «Estoy en contra de cualquier tipo de violencia en frontera», asevera, pero recalca que «el grupo que utilizó estos métodos no fue numeroso». De hecho, «los propios migrantes acogidos en el CETI de Ceuta se han pronunciado en su mayoría en contra de la violencia». En su opinión –y hace hincapié en que estas declaraciones son «a título personal»–, «se ha magnificado mediáticamente lo ocurrido», y «da la sensación de que se ha utilizado para la rentabilidad electoral». Algo, añade, «que no es justo, ni bueno, ni ético».

A este discurso se suma el de «la invasión de los migrantes». Otro hilo, asegura Delgado, que tiene un «fin político», porque, además, «no es cierto. Según los últimos datos de la Oficina Internacional de Migraciones (IOM), las llegadas en 2018 han sido de 67.122 personas, frente a las 172.362 que llegaron en 2017». En cambio, «lo que de verdad es una crisis humanitaria, y no se habla de ello, es de las 1.549 personas fallecidas o desaparecidas en el mar este año», muchas de ellas a causa de los impedimentos puestos a los barcos de salvamento marítimo en diversos países europeos. También lo son las redadas, detenciones y expulsiones de migrantes desde el norte al sur de Marruecos, que comenzaron poco después de que la Unión Europea aceptase pagar al país magrebí 35 millones de euros en concepto de «cooperación y desarrollo». Dos jóvenes malienses, uno de ellos menor de edad, fallecieron a mediados de agosto en dichas redadas policiales, según informaciones periodísticas.