Las iglesias canadienses que ahora son teatros, discotecas o queserías - Alfa y Omega

Las iglesias canadienses que ahora son teatros, discotecas o queserías

Ya «se han cerrado, vendido o transformado 547 iglesias en Quebec». Ahora los templos han pasado a ser discotecas de moda, teatros, restaurantes, gimnasios de lujo e incluso queserías. Estas «transformaciones radicales» reflejan el declive «de la Iglesia en una provincia canadiense de mayoría católica, donde el 95 % de la población iba a Misa en la década de los 50, pero solo el 5 % lo hace actualmente», asegura un reportaje de The New York Times

Redacción
Théâtre Paradoxe

Durante generaciones, los feligreses se acercaron a recibir el sacramento de la Confesión en los confesionarios de madera de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, una imponente iglesia católica situada en Montreal. Sin embargo, hace poco, el comediante Sugar Sammy fue grabado dentro de uno de los confesionarios como parte del programa de entrevistas Y’a du monde à Messe (Hay mucha gente en Misa). Una gran audiencia que estaba reunida en la antigua iglesia comenzó a carcajearse.

«No creo que sea ningún tabú transformar una iglesia en un teatro, pues estamos siendo fieles a la misión de la Iglesia de servir a la comunidad», asegura Gérald St-Georges en un reportaje de The New York Times. El espacio, que una vez fue sagrado, ahora está iluminado con un gigantesco candelabro color rosa y se ha reinventado como el Théâtre Paradoxe, un salón donde se celebran, entre otros eventos, conciertos, lecciones de zumba y fiestas, así como el programa de entrevistas en el que apareció el comediante. Aunque St-Georges, católico, enfatiza que su función principal sigue siendo religiosa: «se enseñan habilidades teatrales a personas que fueron adictas a las drogas o delincuentes juveniles, y se forma a jóvenes que dejaron los estudios para que puedan entrar al mercado laboral».

La antigua Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es una de las decenas de iglesias en todo Quebec que se han transformado en salas de lectura universitarias, restaurantes de lujo, salones de queso o gimnasios de lujo. Es el caso de la sala de lectura para universitarios que alguna vez fue la capilla del convento de las hermanas de la Caridad de Montreal.

Las transformaciones radicales de los recintos sagrados en Quebec «reflejan el declive de la Iglesia en una provincia canadiense de mayoría católica, donde el 95 % de la población iba a Misa en la década de los 50, pero solo el 5 % lo hace actualmente», asegura el reportaje del periódico estadounidense.

El pronunciado descenso en el número de personas que asisten a las parroquias, junto con los altos costes del mantenimiento de los edificios, «ha provocado que grupos patrimoniales, arquitectos y empresas privadas adquieran estos espacios con el fin de conservar los edificios históricos en riesgo de ser clausurados o demolidos». Hasta abril, asegura The New York Times, «se habían cerrado, vendido o transformado 547 iglesias en Quebec». Christian Lépine, arzobispo de Montreal, señala que en cuanto una iglesia se desacraliza y pasa a manos privadas, «las autoridades religiosas no pueden controlar cómo se utiliza. Tenemos mucha tristeza cuando una iglesia se clausura o se transforma, pero debemos aceptar la realidad», asegura.

La iglesia de San Matías Apóstol, situada en un vecindario de la clase trabajadora de Montreal, proporcionaba ayuda espiritual a los trabajadores de las fábricas. Actualmente, ha sido transformada en Le Chic Resto Pop, donde se sirven brochetas de pollo. Lo primero que ven los comensales al entrar es la tumba que alguna vez contuvo las cenizas de un sacerdote residente. Pero «cuando se va a desacralizar el templo, se exhuman los restos humanos que reposen allí y son trasladados a un cementerio católico. Muchos arquitectos buscan mantener algunos de los detalles originales, como las cruces, para señalar el patrimonio religioso de los edificios», señala el reportaje.

No todos están contentos

Cuando la iglesia local en Sainte-Élizabeth-de-Warwick, una ciudad en el centro de la provincia de Quebec con 400 habitantes, se transformó en una quesería de lujo hace unos años, sus propietarios decidieron conservar una pequeña parte de la estructura como una capilla para la comunidad. Sin embargo, algunos residentes rehusan a asistir a la Misa dominical en una iglesia cuya antigua nave central se ha transformado en un sitio para almacenar y madurar quesos.

Jean Morin compró la iglesia por un dólar e invirtió 1,2 millones para renovarla y transformarla en la Fromagerie du Presbytère. Jean Phillipe Leblanc, de 24 años, asegura a The New York Times que durante generaciones su familia celebró allí sus bautizos, confirmaciones y matrimonios y para ellos la readaptación de la iglesia no era más que un «sacrilegio».