Dublín, escaparate de la Amoris laetitia - Alfa y Omega

Dublín, escaparate de la Amoris laetitia

El Encuentro Mundial de las Familias (EMF) de agosto dará visibilidad a una Iglesia en otro tiempo hegemónica y que, tras verse sacudida por varios escándalos, recupera su credibilidad aplicando las recetas del Papa Francisco: firmeza en la doctrina y cercanía a todas las personas sea cual sea su situación

Ricardo Benjumea
El Papa Francisco, el arzobispo Martin (derecha) de Dublín y el cardenal Farell (izquierda), con dos familias de Irlanda, al finalizar la audiencia general en marzo de 2018. Foto: CNS

«Sueño con una Iglesia en salida, no autorreferente, una Iglesia que no pase lejos de las heridas del hombre, una Iglesia misericordiosa que anuncie el corazón de la revelación de Dios Amor que es la Misericordia». Esto decía el Papa Francisco en mayo de 2017, en una carta en la que venía a pedir a los organizadores del Encuentro Mundial de las Familias (EMF) que esta cita ayude a relanzar el enfoque propuesto en la exhortación Amoris laetitia.

La situación en Irlanda es completamente distinta a la que existía cuando se produjo la triunfal visita de Juan Pablo II en 1979, reconocía el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, al presentar el programa de actos entre el 21 y el 26 de agosto. De una posición hegemónica, la Iglesia ha pasado a ser una voz más entre otras. La pérdida de influencia social quedaba meridianamente clara en mayo, con la despenalización del aborto en referéndum, misma vía por la que los irlandeses avalaron en 2015 la equiparación al matrimonio de las uniones homosexuales.

«Francisco no hará milagros», advierte el anfitrión del EMF. De su visita de poco más de 36 horas para la clausura del encuentro no hay que esperar «una nueva hoja de ruta para la Iglesia irlandesa». Lo que sí hará el Papa es «enseñarnos cómo podemos vivir en un mundo donde la fe parece marginal y, sin embargo, arreglárnoslas para tocar los corazones». Porque Francisco sabe encontrar el modo de ganarse a las personas, «para todo lo que supone la enseñanza de Jesús, no desde la imposición ni juzgando, sino a través de la atracción».

Claro que todavía «para muchos esto es difícil de entender en Irlanda, donde la gente tenía un tipo de entendimiento de las realidades de la fe en blanco y negro», añadía Diarmuid Martin. Antes, «los pecados eran pecados y punto». Ahora les descoloca «un Papa que puede reafirmar la doctrina y las normas morales y, sin embargo, admitir que las personas viven en zonas grises y que eso no las excluye».

Los escándalos sacuden a la Iglesia

Aquella mentalidad moralista tocó fondo con la avalancha de escándalos que, en los últimos años, han sacudido a la Iglesia en la isla, haciendo que «muchos no puedan creer ya nuestro mensaje porque han sido heridos y traicionados», reconocía en una conferencia en la Universidad de la Santa Cruz de Roma el arzobispo de Amagh y primado de Irlanda, Eamon Martin.

No era oro todo lo que relucía en la católica Irlanda. A los casos de abusos sexuales que motivaron la enérgica intervención de Benedicto XVI en 2010, se sumaba el macabro hallazgo de 800 cadáveres de niños de edades comprendidas entre las 35 semanas de gestación y los 3 años junto a una casa de religiosas. El Papa Francisco recibió en 2017 con estupor los resultados del informe parlamentario sobre estos hechos, sucedidos entre 1925 y 1961, relataba recientemente el arzobispo de Dublín.

El caso de los niños de Tuam siguió al escándalo de las Lavanderías de la Magdalena, que operaron en el país entre 1922 y 1996. Por estos centros, operados por varias congregaciones femeninas, pasaron unas 35.000 mujeres en situación de exclusión, que fueron obligadas a trabajar en régimen de semiesclavitud. Muchas murieron. El descubrimiento de los cuerpos de 155 chicas precipitó la apertura de una investigación parlamentaria que concluyó con la imposición de compensaciones económicas para las supervivientes.

La visita del Pontífice servirá también para ayudar a la Iglesia a saldar cuentas con estos oscuros episodios de su pasado reciente. El arzobispo de Dublín ha anunciado que el Papa se encontrará con víctimas de abusos, si bien la reunión no consta en el programa oficial. En los actos previos al EMF participará el cardenal O’Malley, presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores.

Francisco, el líder mejor valorado

Una consecuencia de todos estos escándalos es que «han oscurecido la luz del Evangelio como no lo habían logrado ni siquiera siglos de persecución», reconocía Eamon Martin, citando una demoledora frase de la carta pastoral a los católicos de Irlanda de Benedicto XVI. A pesar de esta dificultad y de «la erosión del apoyo social a la familia tradicional», la Iglesia no puede dejar de anunciar el Evangelio de la familia, proseguía Martin. Lo que sí debe hacer es replantearse los lenguajes, dejando a un lado los anatemas y adoptando un tono más propositivo, buscando a la vez alianzas con «personas de buena voluntad», creyentes o no, en aquellos puntos donde haya posibilidad de entendimiento. «Estoy convencido –proseguía Eamon Martin– de que una cultura constructiva del compromiso, más que una guerra cultural sin sentido, es el mejor modo de asegurar que la voz de la fe en materia de familia sea escuchada».

Una de las formas en que el EMF de Dublín concretará esta apertura es mostrando cercanía a las familias sacudidas por las rupturas o por dramas como «la inmigración forzada, la persecución y la guerra», decía el arzobispo. En esa línea se incluye la visita del Papa a un centro para personas sin hogar, del que son usuarias también familias enteras. No obstante, el gesto que más repercusión mediática ha tenido es la intervención en los actos previos a la llegada del Papa del jesuita norteamericano James Martin, que defiende una nueva actitud de la Iglesia hacia las personas homosexuales, a quienes abiertamente dará la bienvenida al EMF. La presencia de Martin ha soliviantado a algunos sectores. Un grupo llamado Instituto Lumen Fidei ha organizado, en paralelo al EMF, una conferencia sobre «el matrimonio, la procreación y la concepción», a la luz de la encíclica de Pío XI Casti Connubii. Entre los participantes figura el obispo kazajo Athanasius Schneider. El cardenal norteamericano Raymond Burke, uno de los grandes críticos del Papa, participará a través de videoconferencia.

Más preocupan a los organizadores las acciones del grupo Say Nope to the Pope (Di no al Papa), no tanto por las protestas, sino por los actos de boicot. Uno de sus integrantes, arrepentido, ha devuelto 700 entradas que había adquirido para la Misa de clausura del EMF con el único propósito de dejar esas sillas vacías. Se trata de invitaciones gratuitas pero sin las cuales no es posible acceder a los actos. Las 500.000 puestas en circulación el 25 de junio para esa Eucaristía se agotaron en apenas un día.

La gran demanda de localidades es una muestra de que, pese a la contestación de un lado u otro, la figura del Papa suscita en Irlanda una amplia adhesión. Una encuesta publicada en diciembre por Worldwide Independent Network, socio de Gallup, mostró que Francisco es el líder internacional más valorado por los irlandeses, visto con simpatía por el 70 % de los encuestados frente a un 21 % en contra. Amplia es también la admiración por el Papa en la vecina Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido. Los líderes de las cuatro principales Iglesias protestantes le pidieron que incluyera en su visita un desplazamiento a esta región para «promover la paz y la reconciliación». El Obispo de Roma, sin embargo, ha debido de pensar que, con defender la familia en las actuales circunstancias, tenía ya trabajo más que suficiente.