16 de mayo: san Simón Stock, el carmelita que recibió el escapulario
Bajo su mandato, la orden pasó de ser eremítica a apostólica, lo que ocasionó tantos problemas que estuvo a punto de desaparecer. La aparición de la Virgen, que le dio el escapulario, lo cambió todo
Poco se sabe con certeza de la vida de san Simón Stock más allá del principal acontecimiento de su vida, sucedido el 16 de julio de 1251, cuando se le apareció la Virgen María y le entregó el escapulario del Carmen. El acontecimiento no solo sirvió para que dentro de la orden se conozca al santo como dilectus Mariae —el amado de María—, «porque solo a él se le concedió este privilegio de recibir de las manos de la Virgen el escapulario», revela el también carmelita y experto en mariología José Manuel Granados, sino también para que este sacramental se difundiera por todo el orbe a lo largo de la historia. «Lo llevaba incluso el Papa Juan Pablo II cuando sufrió el atentado en 1986 y, como se le manchó de sangre, pidió otro a los carmelitas de Roma», recuerda el religioso.
Según la tradición, rememorada para Alfa y Omega por el padre Granados, la Virgen se le apareció la noche del 15 al 16 de julio en el convento carmelita de Aylesdford, en Inglaterra, donde actualmente se conserva su cráneo. «Por aquel entonces, Simón era general de los carmelitas y se encontraba rezando en un momento de dificultad para la orden». El santo estaba recitando el Flos Carmeli —«Madre tierna / intacta de hombre / muéstrate propicia con los carmelitas / Estrella del mar…»— cuando María «apareció rodeada de ángeles con el escapulario en la mano». «Recibe, amado hijo, esta insignia de tu orden y la mía, privilegio singular para ti y para todos los carmelitas. Y el que muriese con él, no padecerá el fuego del infierno», le dijo. Se trata, según Granados, de la primera promesa de las dos asociadas al escapulario. La segunda es el privilegio sabatino: «Es posterior. Es una concesión de los Papas a lo largo de la historia. Lo que dice es que el que muera con el escapulario saldrá del purgatorio el primer sábado después de su muerte», explica el religioso, que también habla de una especie de contrapartida por parte de los fieles. «Al igual que nos revestimos del escapulario y tenemos una serie de concesiones por ello, debemos procurar revestirnos de las virtudes de la Virgen. Intentar ser como ella», añade.
Este episodio fue de gran provecho espiritual para el santo, que vio en él una respuesta de la Virgen a sus oraciones ante el futuro incierto que vivía la congregación, que nació en Oriente, concretamente en el monte Carmelo, como una orden eremítica. Lo que ocurre, refiere el padre Granados, «es que cuando fueron expulsados de allí, durante la persecución sarracena, llegaron a Europa, que en ese momento estaba atestada de eremitas, y no fueron bien acogidos».
Por otro lado, estaban cobrando importancia las herejías valdense y albigense, y el Papa solicitó a los carmelitas reconvertirse en una orden apostólica para contrarrestar estas desviaciones de la fe. «Ese cambio también le tocó a él, pero, claro, los frailes estaban acostumbrados a una vida de soledad y oración y el primer apostolado fue un tanto caótico», hasta el punto de que la orden estuvo a punto de desaparecer. Solo después de la entrada en escena del escapulario, los carmelitas recobraron el vigor.
Eremita en un tronco
La especial conexión de Simón Stock con la Virgen, sin embargo, comenzó mucho antes del suceso de la aparición. Al parecer, su madre lo consagró a María cuando el niño todavía se encontraba en su vientre, pero no hay ningún documento ni testimonio que pruebe este hecho. Tampoco se sabe con exactitud su fecha de nacimiento, aunque diversas fuentes hablan de 1165. De ser cierto, el santo habría gozado de una extraordinaria longevidad, porque sí se sabe con seguridad que falleció en la ciudad de Burdeos (Francia) el 16 de mayo —día en que se celebra su fiesta— de 1265.
Hay una segunda leyenda que, «aunque tampoco tiene ninguna corroboración documental, puede ser más probable su veracidad», asegura José Manuel Granados. Se cuenta que a una temprana edad —hay quien dice que en torno a los 12 años— Simón se convirtió en eremita, hallando refugio en el tronco de un roble de grandes dimensiones. «Hay que recordar que su apellido, Stock, significa tronco. Además, esto cuadra con que posteriormente se uniera a una orden eremítica, como eran los carmelitas», concluye el religioso. Una vez dentro de la orden, Simón fue nombrado vicario general en 1226 y en el capítulo celebrado en 1245 fue elegido prior general.