«Sentirse acompañado marca la diferencia» - Alfa y Omega

«Sentirse acompañado marca la diferencia»

Hace tres años, los miembros de la Delegación de Pastoral del Trabajo de Madrid, preocupados por el desempleo, decidieron «hacer algo al respecto. Porque no basta con pronunciarse. Había que pasar a la acción», afirma el delegado, Juan Fernández de la Cueva. Organizaron, con una docena de personas, el Foro de Parados en Acción, un encuentro donde «las personas desempleadas comparten sus experiencias y se dan apoyo unas a otras»

Cristina Sánchez Aguilar

Isabel llevaba 24 años de directora de Recursos Humanos de una empresa. De repente, la echaron: «Es una situación inesperada, muy agobiante. Algo que nunca te habías planteado que te pudiera pasar». Ha estado dos años en el paro. «Y eso que tengo dos carreras y un montón de estudios», sostiene. Juan es electricista, y con la crisis y el parón inmobiliario, el teléfono dejó de sonar. José trabajaba en un almacén. El volumen de trabajo bajó, y los despidos fueron automáticos. Ángel Luis, casado y con un niño pequeño, lleva más de un año y medio en el paro. Todos ellos son miembros del Foro de Parados en Acción, una iniciativa de la Delegación de Pastoral del Trabajo de Madrid.

Hace tres años, los miembros de la Delegación, preocupados por el creciente número de desempleados en la capital, decidieron poner remedio a una situación que genera no sólo un problema económico, sino angustia y desesperanza en las personas que lo sufren. «La Iglesia, a través nuestra, tenía que hacer algo respecto al desempleo. No basta con pronunciarse. También había que pasar a la acción», explica el delegado, Juan Fernández de la Cueva.

Así nació el Foro de Parados en Acción, un grupo de alrededor de 12 personas que buscan un «espacio para expresar sus sentimientos, para compartir el día a día y las vivencias de estar parados. Yo estoy con ellos, pero no les doy una charla. Son ellos los que hablan, son ellos los protagonistas», afirma Juan. Lo suscribe Isabel, que acude a los encuentros que se celebran cada 15 días en la sede de la delegación: «Es un lugar donde el objetivo principal no es intercambiar ofertas de empleo –que también hablamos de eso, si surge, a la salida–, porque eso lo tenemos en cualquier otro lugar. Aquí ponemos en la mesa qué nos supone el hecho de estar parados». Isabel reconoce sentirse «acogida y acompañada en el proceso», algo que marca la diferencia.

Empatía con problemas ajenos

Juan Fernández de la Cueva señala, tres años después del comienzo de los encuentros, que «he visto su evolución, cómo han logrado empatizar unos con otros, e incluso sentirse cómodos al contar qué problemas tienen», aunque afirma que hay diversos procesos en cada uno. «Llegan muy activos al principio, pero cuando llevan seis meses o un año y nadie les llama para una entrevista, aparece el decaimiento y el sentido de culpa», añade. En el grupo se juntan parados de larga duración, como uno de ellos, que lleva cuatro años sin trabajar, con otros que acaban de ser despedidos. También de diversas edades: hay un joven de menos de 35 años, hay personas de 40, 50 y hasta de 60.

Además del desahogo, los participantes del foro también aprenden a «dejar de mirarnos tanto a nosotros mismos y pensar en los problemas de quién tienes enfrente», explica Ángel Luis, miembro también de la HOAC. «La falta de trabajo afecta a lo más profundo de las personas. Pierdes autoestima, te encierras en la angustia, no ves la salida…». Por eso, «poder salir de ese círculo de destrucción es muy importante. Y apoyar a otros es fundamental». También para los miembros de la Delegación de Pastoral del Trabajo es «una interpelación, porque nos está abriendo los ojos, no sólo para conocer y comprender mejor la vivencia diarias de las personas que están en esta situación, sino para entender una vez más que la compasión y la proximidad anteceden, fundamentan y dan sentido al compromiso».

Sentirse acompañados refuerza la autoestima y las ganas de seguir activo. Es lo que le ocurrió a Isabel, que desde que se quedó en paro, se ha reciclado en su formación para adaptarse a las necesidades del mercado. «Empecé a estudiar para ser profesora de religión, y también para ser técnico socio-sanitario», explica. Con esta ampliación del currículo, tras solicitar muchos puestos de trabajo, recibió una llamada. «Ahora trabajo cinco horas por las tardes. No es el sector que domino, pero es importante reformularte, redirigir tu vida», concluye.