La cruz cobra su sentido - Alfa y Omega

El día 15 de junio celebramos la fiesta de M.ª Micaela, fundadora de la Congregación de Hermanas Adoratrices en 1845. Presidía la Eucaristía la Cruz de las personas migrantes y refugiadas. Allí estábamos hermanas, profesionales, voluntariado, amistades, mujeres de los proyectos de Madrid… Llevábamos días preparándola para que fuera un momento celebrativo, una ocasión para que mujeres migrantes, refugiadas, víctimas de trata, pudieran sacar fuerzas, alabar, bendecir, pedir, dar gracias desde lo más profundo del corazón… Todo así se llena de sentido. Qué difícil, en ocasiones, entender el significado de la cruz, experimentar la redención, la alegría de la liberación, de la salvación.

Se hizo presente y real el Dios que entregó a su Hijo «para que tuvieran vida y la tuvieran en abundancia» cuando mujeres de Colombia, Paraguay, Nigeria, Guinea Conakry, Camerún, Vietnam… pusieron la cruz en el medio, la rodearon con cantos llenos de sentido en los idiomas maternos. ¡Cuánto dolor redimido!…

La misión de las adoratrices se ve fortificada con testimonios como el que dio una de las mujeres acogidas en nuestra casa al finalizar la Eucaristía: «En nombre de todas las personas refugiadas, y de todas las acogidas a las que Proyecto Esperanza ha ayudado, y en nombre de las mujeres sin voz que no tuvieron la oportunidad de pararse en su niebla para mostrar su gratitud, me gustaría agradecerles todo lo que están haciendo por nosotras. Gracias por darnos un nuevo comienzo en la vida, por darnos un refugio, por desempolvar nuestros horribles pasados, tomándonos de la mano y diciendo: “Sí, aún puedes hacerlo a pesar de todo, ya que Micaela dijo sí a la voz de Dios, y comenzó esta enorme y mundial misión”. Gracias a ella, gracias a todas las hermanas de todo el mundo, por limpiar nuestras lágrimas cuando nadie pudo, por hacernos creer y confiar en el futuro, por darnos una nueva identidad de la que podamos estar orgullosas. Muchas gracias a toda la organización».

Recordamos la frase de la fundadora, «el mundo es para mí un sagrario», con esa lucidez que tenía de ver en todas las mujeres sufrientes a Dios hecho humanidad.