Voz de alarma desde Centroáfrica: soldados de la ONU pueden estar ayudando a los rebeldes - Alfa y Omega

Voz de alarma desde Centroáfrica: soldados de la ONU pueden estar ayudando a los rebeldes

Los líderes religiosos de la República Centroafricana han elaborado un memorándum en el que denuncian la injerencia de algunos países vecinos en el país con el objetivo de adueñarse de sus recursos naturales

Redacción
Foto: CNS

Los líderes religiosos de República Centroafricana han denunciado la falta de profesionalidad de algunos miembros del contingente de paz desplegado por la ONU en el país (MINUSCA).

La denuncia, de la que se ha hecho eco la agencia Fides, se recoge en un memorándum firmado entre otros por el cardenal Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui. En el texto, se afirma que algunos de los miembros del contingente de paz son sospechosos de suministrar armas y municiones a los grupos rebeldes que operan en la zona.

Con todo, el objetivo del documento es más amplio: exigir que cesen las injerencias extranjeras en la país. Este intrusismo, se señala en el texto, es una de la causas de la crisis que arrastra Centroáfrica, junto a otras como «el mal gobierno, la corrupción, el clientelismo, el rechazo de la alternancia política, la pobreza o la impunidad».

Milicianos de Chad y Sudán

«Algunos países limítrofes —continúan los líderes— buscan llevar adelante en nuestro país programas ocultos para ocuparlo, por medio de grupos armados orientados y mantenidos por ellos, para poder controlar» los abundantes recursos naturales del país.

Estos mercenarios extranjeros proceden «principalmente de Chad y de Sudán», y se alían con algunos centroafricanos a los que mueve «la búsqueda de ganancias fáciles y la conquista del poder por medios antidemocráticos».

Unos y otros, además, «utilizan la división evidentemente falsa entre cristianos y musulmanes como una distracción». Así, echan gasolina a un fuego que no deja de causar daños, con frecuentes disturbios y vendetas entre unos y otros.

El ejemplo de Zemio

Hace pocos días, el obispo de Bangassou, el español Juan José Aguirre, compartía en una carta uno de los ejemplos de esta injerencia extranjera. Ocurrió en Zemio, donde desde hace 50 años existía una de las misiones más prósperas de la diócesis: una escuela de 2.100 alumnos, un rebaño de vacas, luz e internet todo el día, Cáritas parroquial, catequesis, y la fecunda labor pastoral de dos sacerdotes y un grupo de religiosas.

Todo esto se fue al traste en 2013 con la llegada de milicianos musulmanes radicales y otros jóvenes violentos que «convirtieron Zemio en un baño de sangre». La matanza respondía a «un plan urdido desde fuera de Centroáfrica para hacer de él un país ingobernable —o dividirlo en dos—, crear el caos y enfrentar a musulmanes y no musulmanes» y, así, «poder robar de aquí los minerales, ganado, petróleo y toda la riqueza…».